Escribe Pedro Francke

La primera vez que lo vi fue tres décadas atrás: mi amigo César Heredia, que en la universidad fumaba un cigarrillo tras otro, estaba internado en el hospital de neoplásicas con cáncer al pulmón. Su color era de un verde ceniciento, totalmente insalubre. César era un sociólogo comprometido, militante, que tenía una agudeza a veces algo sarcástica. No tenía ni 30 años. Le habían detectado cáncer poco después de enterarse que iba a tener su primera hija. Falleció pocos meses después.

Indignación y rabia es lo que siento cuando veo la propaganda de las distintas marcas de cigarrillos, con colores llamativos en lugar bien destacado en todos los supermercados. Porque a lo que le hacen propaganda es a un veneno que matará a miles imponiéndoles antes una larga tortura. Las mismas autoridades y gobiernos que facilitan que se venda ese veneno (porque los “espacios obligatorios” de advertencia son pequeños y no les hacen ni cosquillas) luego son totalmente indolentes cuando los enfermos llegan al hospital donde faltan medicinas, atención y radioterapia.

Seis mil muertos cada año

Según un informe reciente informe del Economist Intelligence Unit (EIU): “El cáncer ya es la segunda causa de mortalidad en América Latina, y la carga económica que exige se incrementará notablemente en los años venideros”. La tasa de mortalidad por cáncer en Perú -107 por 100,000- es más alta que el promedio mundial, son 30 mil muertes cada año.

El tabaco no solo causa cáncer del pulmón. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), “el humo del tabaco contiene más de 4 mil productos químicos, de los cuales se sabe que al menos 250 son nocivos y más de 50 causan cáncer”. En los adultos causa graves trastornos cardiovasculares y respiratorios, en particular coronariopatías y cáncer de pulmón. Otras enfermedades causadas por el cigarrillo son el cáncer a la cabeza y al cuello uterino y ataques al corazón. La OMS establece que el consumo de tabaco “es el principal factor de riesgo y ocasiona aproximadamente el 22% de las muertes por cáncer”, lo que en el Perú serían 6 mil muertos cada año. Un 11 por ciento de la población peruana fuma: son más de 2 millones de fumadores.

Políticas contra el cigarrillo

El Perú firmó el 2005 el Convenio Marco de la Organización Mundial de la Salud para el Control de Tabaco. Pero la ley nacional de control de tabaco, según un informe de OMS-OPS-MINSA, “no es totalmente acorde con el Convenio para Control de Tabaco en algunas áreas tales como la implementación de una prohibición total de la publicidad, promoción y patrocinio del tabaco, donde Perú no cumplió el plazo de cinco años (28 de febrero de 2010) como se requiere en el Convenio”.

La aplicación de medidas contra el consumo de tabaco es resistida por la industria de cigarrillos aunque con ello afecte el derecho a la salud. William Savedoff, economista del Banco Mundial, dice que “la industria tabacalera ha estado desinformando en los debates públicos por décadas”. En Canadá, las tabacaleras se reconocieron culpables de facilitar la venta ilegal de cigarrillos pagando más de 1,120 millones de dólares de sanción luego de que algunos de sus ejecutivos habían sido castigados por contrabando con hasta 4 años de prisión. Han enfrentado también juicios duros con sanciones billonarias en Inglaterra, Europa y Estados Unidos. Lo que suelen hacer las trasnacionales tabacaleras es mentir descaradamente y sobornar a funcionarios para que los favorezcan en las leyes, como ha comprobado hace poco la BBC en África. También amenazan a los países con juicios internacionales. Dados los antecedentes de Odebrecht y otros casos, ¿no creen que algo así podría haber pasado o estar pasando en el Perú?

Las acciones de las trasnacionales de cigarrillos han subido en 178% en la última década, frente al índice general (S&P 500) que subió 58%. Se ha estimado que por cada muerte prematura causada por el tabaco (que hace que una persona pierdas diez años de vida), la industria tabacalera gana diez mil dólares.

Además de la publicidad, que debiera ser totalmente prohibida siguiendo el Convenio internacional, otra medida fundamental es subir los impuestos a los cigarrillos. El resumen de Savedoff del Banco Mundial es que si se triplicaran los impuestos al cigarrillo en el mundo se evitarían 200 millones muertes en el próximo siglo. De acuerdo al Economist Intelligence Unit, el Perú es uno de los cuatro países latinoamericanos peores a este respecto.

No hacer daño

En cuanto a los consumos individuales soy bastante liberal, y si no hay daño a otros, pues que cada quien haga lo que quiere con su vida: no soy quien para decirle nada a nadie sobre como buscar la felicidad, incluyendo los riesgos que toman, con quien viven, que prácticas sexuales prefieren y si fuman o no.

Pero el cigarrillo sí que daña a otros.  La OMS ha establecido que el humo ajeno entre los lactantes causa muerte súbita y en las mujeres embarazadas ocasiona bajo peso del recién nacido. Los niños respiran normalmente aire contaminado por humo de tabaco en lugares públicos, por lo que en el mundo representan el 28% de las defunciones atribuibles al humo de tabaco ajeno.

Por otro lado, que quien quiera fumar lo haga en su espacio privado y aislado, pero lo mejor como sociedad es que no se promuevan consumos de sustancias dañinas, en especial entre los adolescentes y jóvenes. La recomendación internacional, incluida en un Convenio que nuestro país ha firmado, es parar toda publicidad, y así debe hacerse.

Finalmente, habiendo la primera ministra Mercedes Araoz mostrado su preocupación por la baja recaudación tributaria y el problema del gasto público, acá hay una política “win-win” como le dicen: más impuestos al tabaco significan más recaudación, y al mismo tiempo menos cánceres y menos demandas de gasto sobre el sistema de salud. No hay mucho que pensarlo, señores del Ejecutivo, excelentísimos congresistas: háganse una.

*Versión resumida por el mismo autor de artículo “Licencia para Matar” publicado en Hildebrandt en sus Trece el 20/10/17