Netflix no es peligroso, congresista Jorge Montoya, sino las ideas fascistas que ponderan algunos partidos políticos en el país. Más peligroso es promover la discriminación, la censura, el clasismo, la corrupción institucionalizada o la ruina de la gobernabilidad, pero no. Más peligroso es el cine y Netflix.
En entrevista dada a la periodista Milagros Leiva, en el canal Willax, el congresista Montoya culpó al cine de todos los males de la sociedad peruana: “Estamos con una crisis de valores en la nación peruana que viene desde hace años. Culpa del (diría el gobierno, pero de repente no lo van a entender)… culpa del cine, culpa de Hollywood. Todo lo que transmiten las películas es violencia, guerras, sexo, odio, guerras. Uno se pone a ver qué hay en Netflix y encuentra eso, la gran mayoría de películas son eso. Bombardean a la población con eso desde hace años, no es de un día para otro. Ha cambiado las normas de conducta, los modelos (…) Los padres, los dos trabajan, los hijos se quedan solos y tienen más tiempo de estar viendo estas cosas, sin que nadie se lo diga, sin que nadie les censure, sin que nadie les explique. Todo eso va deteriorando la sociedad… la tecnología nos aleja de los valores”.
Es así que para Montoya el cine y Netflix, desde esta visión totalizadora de la sociedad, serían los culpables de un supuesto debacle moral. No necesitamos sociólogos, filósofos, comunicólogos… ¿Para qué? Si tenemos a Montoya y sus puntuales y lúcidos análisis de medios. ¡Ya para qué Mattelart, Marshall McLuhan, Martin Barbero, Umberto Eco, si tenemos a Montoya!
No es extraño que un congresista de la República culpe, según él, de todos los males del mundo al cine, a Netflix de la crisis moral que se vive en el mundo, ya que se corresponde con un tipo de pensamiento arcaico que surge con la misma presencia del cinematógrafo a inicios del siglo XX. Épocas donde el cinema era visto como perjudicial a las buenas costumbres, a las relaciones sociales, una expresión que atentaba contra el pudor y la virtuosidad de damas y niñas.
¿Cómo olvidar al expresidente Alan García cuando dijo que algunos dibujos animados se transformaban por obra y gracia de la droga?: “Hollywood es uno de los grandes inspiradores del consumo de drogas, vale darse una vuelta por canales de telecable, vea usted la historia de narcos y sus triunfos o fortalezas o si eso se asocia a los dibujos animados donde todo se transforma por las drogas. Transformers es un drogado, es implícito, no se dieron cuenta. Todo eso va corrompiendo la conciencia de cada niño, y se ganará dinero con eso y también los ganan los narcos y productores de películas bastardas pro narcotráficos. Eso es lo dramático”. Lástima que nuestra clase política refleje posiciones tan básicas y pobres sobre las relaciones entre consumo, espectadores y contenidos audiovisuales. Responden a catecismos y parecen no comprender la complejidad de las relaciones sociales.
Montoya ve al cine como penetrador ideológico, como corruptor de menores, como el mismo diablo, en la línea del partido de ultra derecha, conservador, reaccionario y de fanáticos religiosos del cual es vocero. También paradójico que diera estas declaraciones al ser entrevistado por una periodista de uno de los canales más virulentos y de fake news de la TV peruana. La idea, quizás, es compartir el espíritu represivo y censor.
Desde los inicios del siglo XX, el cine fue visto como corruptor de almas, y muchos fueron los escritos que lo condenaban y pedían su reforma o control. Sin embargo esta visión, persistente hasta nuestros días, ha encontrado su respuesta en perspectivas educativas que le asignan un papel dentro de corrientes pedagógicas o desde algunas apuestas de transformación social. Más allá de estas afirmaciones de Montoya sin sustento teórico, salidas de algún sueño censor, exponen más bien un sentido común que enaltece el control, a partir de prohibiciones o de limitaciones sobre lo que los peruanos deben ver y no. No podemos olvidar que el control del cine peruano o eliminación de los recursos que se asignan para su apoyo siempre ha sido parte de la agenda conservadora de varios congresistas de Fuerza Popular, Frepap y demás aliados: lo consideran peligroso para la construcción de la historia del país y para la construcción de memorias.