Por Amanda Meza*

El 8 de marzo es el Día Internacional de la Mujer. Nos agarra indignadas. Con un Gobierno ausente, un Congreso conservador y misógino, una Comisión de Justicia que hace casi un mes que no sesiona para debatir y aprobar un paquete de proyectos de ley contra violadores, una sociedad que no demanda ni reclama y solo se indigna en el momento (casi un mes también de los casos del asesinato de Jimena y tres semanas de la sentencia impune de Adriano Pozo, agresor de Arlette Contreras). Eso es lo que somos hoy en día, una sociedad de olvidos que sigue matando a las mujeres.

El movimiento feminista –a pesar de la ofensiva conservadora de fuerzas políticas y grupos católicos y evangélicos que han encontrado en sus #NegociosdeFe su mejor movida política-, sigue vivo y en aumento. Ya en las calles, en los medios, en el teatro, en el cine nacional y mundial, se habla de ‘las feministas’. Las redes sociales impulsan también al movimiento y sus acciones públicas. Y ese movimiento es el que sigue buscando justicia para todas las mujeres, y cuando digo todas, digo mujeres heterosexuales, transexuales, lesbianas, mujeres afros, campesinas, indígenas, pobres, trabajadoras de hogar, periodistas, trabajadoras sexuales, sindicalizadas o no sindicalizadas. Todas por justicia.

Y cómo siempre vendrán los que dicen: ¿para qué marchan si eso no logra nada? Logra, claro que sí y mucho. Porque mientras estás sentado (a) en tu oficina o en frente del televisor quizá sientas que no vale nada, pero lo que hace tu indiferencia es darle más herramientas a esas fuerzas políticas que no quieren mover un dedo a favor de los derechos de las mujeres. Y te dicen que no pasa nada si nadie se queja. En cambio si ves a miles en las calles, como pasa con #NiUnaMenos, entonces le estás diciendo a esa clase política que tiene que actuar, que la estás vigilando, que te tiene que escuchar, y que si no lo hacen, esa clase política está condenada a desaparecer. Porque tú, mujer, tienes derechos y así como alguna vez conseguiste el voto –gracias a las feministas y dejaste de ser un objeto de decoración o una incubadora y pasaste a ser una ciudadana con voz y voto para estudiar, trabajar y ser igual de competitiva que todos-, puedes conseguir la igualdad, la paridad.

Cuántas mujeres pueden realmente decir que no sufren la desigualdad. Las trabajadoras del hogar esperan que el gobierno firme el convenio que les da derechos laborales, pero no se hace porque los gobiernos le cuidan el bolsillo a los ricos para que sigan explotándolas. Las mujeres emplean 25 horas más de trabajo no remunerado a la semana que los hombres. Así mismo, del total de personas desempleadas en la capital, el 49,9% (190.800) son hombres y el 50,1% (191.400) son mujeres.

Así mismo, el crimen de la periodista Melissa Alfaro por el grupo Colina en el Fujimorato sigue impune. Las mujeres esterilizadas por Fujimori buscan justicia hace más de 20 años, algunas se mueren en la espera, otras viven el dolor continuo de sus heridas. Las mujeres de Manta y Vilca violadas por militares en la época del conflicto armado hace 30 años que esperan justicia. El crimen de Jimenita sigue impune, la activista Solsiret sigue desaparecida más de año y medio sin que la fiscalía halle a los responsables, Arlette Contreras espera un juicio justo. Ojo, que solo he mencionado algunos casos emblemáticos porque las niñas y mujeres adultas que todos los días son golpeadas, violadas, torturadas, asesinadas son miles cada día. Cuántas mujeres trans tienen que ser asesinadas como Zuleymi en Trujillo sin que haya un responsable o cuántas más amenazadas por una minera que te acosa para quitarte tu tierra y tu agua como Máxima Acuña, cuántas asháninkas más que pelean por sus ríos y sus comunidades, cuántas trabajadoras del servicio de limpieza en Lima que están a puntos de ser despedidas, cuántas madres abandonadas por sus parejas que tienen que romperse el lomo para comer y dar de comer a sus hijos, cuántas mujeres que además de trabajar en el hogar tienen que limpiar las casas de otros, cuántas madres en el micro cantando o pidiendo limosna, cuántas niñas trabajando en la calle sin acceso a educación o explotadas sexualmente, cuantas niñas madres sin acceder a la AOE o al aborto terapéutico. Cuenta, cuántas más.

Por eso, mujer, tú que mañana en el #8M vas a estar en tu oficina o en tu casa o en la calle buscando tu supervivencia. Mañana es un día más de lucha pero que no pase desapercibida. De 12 a 1 p.m., para, detén lo que estés haciendo. Reúnete con tus compañeras, amigas o vecinas… y, sí, a esa amiga que se queja de las feministas o que te dice que para ella el mundo está perfecto como está, sobre todo a ella, invítala.

Viste una prenda morada y cuelga tu foto o con tus compañeras con el hashtag #PeruanasEnParo y luego a las 4 p. m., nos juntamos todxs en el Campo de Marte para marchar. ¡Si nuestras vidas no valen: produzcan y reproduzcan sin nosotras!

P.D. Ah, y si eres un hombre que crees y apoyas la igualdad y la paridad puedes encargarte de los hijos para que tu compañera vaya a la marcha, puedes ofrecerte de niñero, puedes facilitar que las mujeres que trabajan contigo vayan a la marcha cubriendo algunas de sus tareas, y si eres empresario, no descuentes las horas ni impongas castigos, y si acompañas la marcha no intentes destacar ni decirle a las mujeres qué deben hacer o cómo.

*Amanda Meza, comunicadora, especializada en temas políticos, de género y diversidad sexual. Trabaja en campañas comunicacionales de casos de derechos humanos. Ha sido editora general del Diario16, editoria de Política y Actualidad en Perú.com, reportera de televisión y redactora en la revista Tiempo (España). Activista feminista y LGTBIQ. Autora del libro’Mi cuerpo es mío’ editado por DEMUS.