Por Álvaro Meneses

Entre los distritos de Macusani y Corani, ubicados a 4 500 metros de altura en la provincia de Carabaya del departamento de Puno y con temperaturas de 10 grados bajo cero, aguarda la mayor riqueza de pinturas rupestres de la época de los cazadores, junto a un extenso bosque de rocas y comunidades campesinas que se dedican a la crianza de alpacas que posicionan a la región como la capital alpaquera del mundo por la calidad de su fibra.

En esa misma zona, declarada patrimonio cultural hace más de quince años y reconocida como tal a nivel mundial, una larga lista de empresas mineras buscan extraer uranio y litio, según denuncia el agrónomo austriaco e investigador de arte rupestre Rainer Hostnig.

“Me preocupa que no haya una mayor preocupación de los ministerios correspondientes en buscar una solución para que se respete y proteja los sitios arqueológicos rupestres, únicos en el Perú”, reclama Rainer en comunicación con Wayka. “Las mineras tienen todas las de ganar porque ofrecen a las autoridades locales y regionales un porvenir mejor con el canon minero. Y desde Lima lo que pasa acá es una situación muy lejana”, lamenta.

Rainer Hostnig, agrónomo austriaco e investigador de arte rupestre en Puno.

En 2005, los sitios rupestres de los distritos de Macusani y Corani fueron declarados como Patrimonio Cultural de la Nación por el Instituto Nacional de Cultura (INC) a través de la Resolución Directorial N°1658/INC; y en 2011 el Ministerio de Cultura también lo declaró “Paisaje Cultural Arqueológico de Pinturas Rupestres”, con un área delimitada de 360 kilómetros cuadrados que abarca la parte noroccidental de Macusani y el sur de Corani.

Esta área delimitada como paisaje cultura arqueológico y patrimonio cultural suponía también su conservación, protección e investigación de las pinturas rupestre. Incluso el artículo 3 de la Resolución Directorial N° 1658/INC precisa que “cualquier proyecto de obra nueva, caminos, carreteras, canales, denuncios mineros o agropecuarios, obras habitacionales y otros que pudiese afectar o alterar el paisaje de los monumentos arqueológicos prehispánicos declarado patrimonio Cultural de la Nación, deberá contar con la aprobación previa del órgano competente del Ministerio de Cultura”.

En esa misma zona, sin embargo, la empresa canadiense Plateau Energy, matriz de Macusani Yellowcake, que era dueña de gran parte de las 151 concesiones mineras que existen en el lugar, vendió su parte en febrero de este año a Americas Lithium, otra compañía del mismo país. Se tendría que perforar 38 mil metros para acceder a las 2,5 millones de toneladas de litio que aguarda el lugar.  

“La actividad minera traería un efecto nocivo en la zona. La minería a gran escala y a tajo abierto podría generar la pérdida de pastizales, bofedales y otras fuentes de agua, que afectaría también a las comunidades campesinas de ambos distritos dedicadas a la crianza de alpacas”, alerta el investigador Hostnig.

El 11 de marzo de este año, desde Cusco, Hostnig hizo llegar un oficio al presidente de la Comisión de Cultura y Patrimonio Cultural del Congreso, Alcides Rayme Marín (Frepap), en donde advierte el riesgo que correrían las pinturas rupestres, los bosques de rocas y la crianza de alpacas frente a las concesiones mineras que buscan extraer litio de los suelos. El peligro ya fue notificado.

Oficio enviado al presidente de la Comisión de Cultura del Congreso de la República.