Escribe Jorge Bracamonte, Coordinadora Nacional de Derechos Humanos

Hace poco más de una semana el Presidente volvió a colocar en la agenda pública, el tema del indulto a Fujimori. Como otras veces, estas declaraciones se dan en un contexto de enfrentamiento entre ejecutivo y legislativo, haciendo el fujimorismo alarde de su mayoría y evidenciando su capacidad para colocar contra las cuerdas al gabinete.

Pero, ¿qué hay detrás de las reiteradas intenciones del indulto?, ¿qué consecuencias traería? Las declaraciones presidenciales expresan con insistencia su poca valoración por la democracia, con planteamientos que ponen en cuestión la justicia transicional que sigue a todo conflicto armado o dictadura, que tiene por objeto la reparación a víctimas y familiares. Así no resulta extraño que el presidente termine colocándose del lado de criminales, como Fujimori, sentenciado por graves crímenes contra la humanidad.

El indulto es también un medio de negociación con el fujimorismo, bajo el supuesto que su otorgamiento garantizará la gobernabilidad y facilitar las inversiones. Este ha sido el mensaje que los grupos de poder económico nos han vendido insistentemente, junto con propuestas que han debilitado la institucionalidad estatal, al mismo tiempo de precarizar la vida de miles de jóvenes sometidos a condiciones prácticamente de esclavitud. Por ello, cuesta creer en la vocación democrática de quienes sólo han expoliado al estado y nuestras frágiles instituciones.

A las y los peruanos nos tocará salir a las calles a defender la democracia y nuestra dignidad, mientras que Kuczynski, se convertirá -si otorga el indulto- en el segundo presidente que libera a un criminal responsable de crímenes de lesa humanidad, el primero fue Alberto Fujimori, cuando liberó al Grupo Colina.

*Columna publicada originalmente en la edición impresa Wayka #13