-Cochinón.
-Anda báñate.
-Te voy a regalar jabón para que te bañes.

En el mundo infantil y adolescente, en las escuelas y en los barrios, los chicos de piel más clara les gritan este tipo de cosas a los chicos de piel menos clara.

Esta no es una revelación. Pasa en el Perú. Pasa en los Estados Unidos. Y sabemos que los niños de ciertas clases, de ciertas pieles, eviten bañarse en las mismas piscinas que los niños de otras clases, de otras pieles. Ocurre. Lo sabemos bien.

Esta mañana un candidato infame se atrevió a entregarle un jabón al exprocurador Julio Arbizu, durante un debate televisado. Sí, un jabón para nada inocente. En una reacción rápida, El Comercio ha procedido a editar el video para retirar ese momento. El candidato infame, por su parte, ha procedido a apelar a un recurso harto conocido dentro de la dinámica racista: la inocencia. Y ha explicado en su cuenta de Twitter que le dio [a Arbizu] «un jabón de cara, el mismo que representa para mí un símbolo de la limpieza en la política y que el aludido quiere llevar a un racismo que jamás he tenido ni tendré». Sí, cuñao.

Es importante notar los patrones del racismo y darnos cuenta de la falsedad de esa supuesta inocencia: «no fue mi intención», «yo no lo veo así», «la gente es muy susceptible» solo son maneras en que el racista (como el machista, en otro plano) intenta eludir la responsabilidad.

Cuando un hombre blanco le da un jabón a otra persona que no lo es, lo está insultando de la misma manera racista y cobarde en que lo ha insultado siempre. El racista se puede disculpar, puede aprender. El cobarde no.

¿Por qué el racismo, a pesar de ser un delito, no se castiga en el Perú?

Porque, por ejemplo, las personas en el poder no son capaces de llamar RACISMO al racismo en un mínimo comunicado sobre el caso de racismo más asquerosamente obvio de nuestra política reciente.

«Una conducta agresiva y ofensiva» es el eufemismo que usa el Tribunal de Honor del Pacto Ético Electoral para referirse al jabón que un candidato blanco le entrega a otro candidato no blanco (para que se quite lo oscurito).

El racismo no es una «conducta agresiva». El racismo es una ideología que consiste en la inferiorización de personas y comunidades mediante prácticas y políticas. Y va desde el «toma jabón para que te bañes» hasta el genocidio, pasando por la servidumbre, la esclavización, la segregación, la creación de mano de obra explotable, y otros demonios familiares.

Así estamos. Siglos y siglos de sufrir esta tara fundacional, y ni siquiera nos atrevemos a nombrarla. Mal.

¿Cómo nos curamos de algo que no siquiera sabemos nombrar? Sería interesante trasladarles la pregunta, de manera individual, a las personas respetables que firman este inexplicable documento.

Pd: Hay que reconocer la rápida reacción de El Comercio. Pero no estaría mal que llamen racismo al racismo.

A continuación el comunicado del Tribunal del Pacto Ético que no nombra al racismo.