¿Cómo van las relaciones laborales entre empresas y sindicatos desde que empezó la pandemia? Es una situación complicada, pues por la reducida tasa de afiliación sindical (en el Perú la sindicalización general se encuentra alrededor del 6%), los grandes medios de prensa no se preocupan por informar lo que ocurre entre las empresas y los sindicatos.
Lo que ha pasado en las empresas durante el año 2020 en lo más difícil de la cuarentena y pandemia deberá ser investigado en algún momento, para saber las decisiones tomadas por las empresas y las consecuencias de las mismas, así como los contagios y fallecimientos de trabajadores y trabajadoras.
En el 2021, un grupo de sindicatos en empresas grandes como el Grupo Gloria, Backus o Arca Continental Lindley, han logrado retomar los procesos de negociación colectiva y discutir las demandas acumuladas luego de un año difícil en materia económica.
Y esto es lo primero que debemos señalar. En cualquier sociedad democrática, desde que el capitalismo existe, cuando hay una crisis económica, los trabajadores reclaman aumentos y mejores condiciones, precisamente porque sus problemas se han incrementado.
En el sentido común de la derecha peruana y de sus entusiastas trolles en las redes sociales, existe la absurda creencia que cuando hay crisis económica, los trabajadores organizados deben quedarse callados soportando las penurias, pues los empresarios también han sufrido menores ganancias.
Cuando la economía va mal, precisamente hay que discutir socialmente cómo se reparten dichas pérdidas. Aquí, un sector de grandes empresas no quiere discutir ni cuando pierden ni cuando ganan. Mal pues. Discutir las ganancias y pérdidas es lo más básico de la puja salarial. La sociedad democrática capitalista se construye sobre esta disputa. Lo ideal es que se desarrolle bajo un encuadre institucional, guiado por el derecho laboral construyendo unas relaciones laborales sanas. Para evitar precisamente, el conflicto abierto.
Negarse a discutir desde la posición empresarial es fomentar el descontento, el conflicto social y lo que el viejo marxismo denomina: la “lucha de clases”. Por eso resulta tan curiosa la posición de muchas empresas en el país, que simplemente se niegan a escuchar a los trabajadores, impiden la formación de sindicatos o convierten en la historia sin fin, a un proceso de negociación colectiva y con eso promueven precisamente el conflicto de clases.
Un buen ejemplo de esta paradoja son los hechos provocados por la inminente huelga en la empresa Arca Continental Lindley. De acuerdo a la información de trabajadores de dicha empresa, -durante la cuarentena y pandemia en el 2020-, las actividades empresariales no fueron interrumpidas en ningún momento, garantizando que las bebidas gaseosas que producen (entre ellas Coca Cola e Inca Kola) estén siempre disponibles en el mercado.
Como en el resto de la sociedad peruana, un grupo importante de trabajadores cayó enfermo y algunos murieron. Entonces, las empresas denominaron “héroes” a sus trabajadores. Y sin duda, lo eran.
En el 2021, el sindicato en la empresa mencionada presenta conforme a ley su pliego de reclamos con demandas de aumentos, seguridad y beneficios sociales y económicos. Empresa y sindicato se han reunido durante más de seis meses para llegar a un acuerdo. El sindicato señala que ha retirado dos tercios de sus demandas para que la empresa pueda resolver satisfactoriamente el otro tercio. Pero nada.
Según señalan los dirigentes sindicales, la empresa está dilatando cualquier arreglo, evadiendo el tema del aumento económico y otras demandas importantes para los sindicalistas.
Ahora los dirigentes, presionados por más de 500 afiliados muy incómodos por tanta demora y necesitando el aumento para cubrir una canasta básica cada vez más costosa, mayores gastos en la educación remota de sus hijos y mayores alquileres por las viviendas; han decidido irse a una huelga nacional indefinida.
Efectivamente, el SINATREL ha acordado en asamblea general iniciar una Huelga Nacional Indefinida a partir del 20 de octubre a las 7.00 am en las plantas de Pucusana, Trujillo, Lima, Cusco y Arequipa.
Ante esta decisión, la empresa ha empezado a convocar nuevos puestos de empleo en las plantas de producción. Un trabajador señala que, al parecer, se está llamando a los trabajadores “vulnerables” para que asistan durante la huelga.
¿Es inevitable este conflicto? ¿más de 500 familias tienen que padecer una huelga para recibir un aumento de sueldo en una empresa económicamente sólida?
En verdad, la huelga que acaba de ser reconocida como “procedente” por el Ministerio de Trabajo y Promoción del Empleo podría evitarse si la empresa llegará a la mesa de negociación con propuestas concretas antes que con promesas o amenazas.
Es cierto que en el capitalismo, la ganancia es todo y generalmente funciona bajo la ley del más fuerte. Pero, también tenemos democracia. La democracia nos dice que las diferencias pueden resolverse y que las ganancias deben compartirse.
En medio de una pandemia mundial, luego de más de 200 mil muertos y una crisis política interminable; una empresa transnacional no puede seguir pensando en llevarse unos millones de soles, para alegrar a unos accionistas en tierras lejanas; mientras sus trabajadores, esposas e hijos necesitan y merecen ese dinero.