En cualquier lugar del mundo, cuando se estrenan dos films pequeños e independientes en cartelera comercial aparece un gran motivo de celebración. Más aún cuando se trata de dos óperas primas, de jóvenes directores, quienes han podido hacer o terminar sus proyectos en condiciones adversas, y gracias al apoyo del Estado, a raíz de concursos anuales del Ministerio de Cultura. Este logro y apoyo luce innegable y se debe visibilizar, donde quiera que sea. Sin embargo, este fulgor pierde intensidad en el Perú cuando tanto Los Helechos del trujillano Antolín Prieto y Prueba de Fondo de Oscar Bermeo y Christian Acuña, ambientada en Huancayo, son estrenadas a nivel nacional en apenas dos o tres salas cada una (en Lima), demostrando una vez más el poco interés de las exhibidoras por el cine peruano y las pocas posibilidades de un estreno en mejores condiciones.
En días en que se discute la urgencia de una nueva ley de cine para el país, y en que se han puesto también a discusión algunos de sus puntos (como el de la distribución y exhibición que apenas aparece en el proyecto presentado por el congresista Francesco Petrozzi), es un grito y un fuerte llamado de atención ante tanto esfuerzo desplegado por los mismos cineastas y por el mismo Estado peruano, que dotó en concurso más de 260 mil soles para que estos films pudieran existir (S/209 mil para Los helechos, para su distribución y S/150 mil para Prueba de Fondo, para su postproducción).
¿Qué es lo que sucede? Somos testigos de un sistema que se sostiene en un círculo o cadena rotos. Los cineastas hacen sus películas con esfuerzo y al final no tienen dónde estrenar. La nueva ley de cine duplicaría o triplicaría –al tener más recursos- la producción de películas, pero mantendría este círculo mal hecho donde el Estado peruano da recursos, los cineastas pueden hacer sus películas, participar en alguno que otro festival, pero que cuando ya están dispuestos a estrenar lo hacen en circunstancias donde nadie los protege.
Que salas como Cineplanet o Cinemark den solo una de sus centenares de salas para que un film peruano pueda ser visto, en una semana donde hay el estreno de un blockbuster, es un insulto, un desprecio, y la misma comunidad de cineastas y productores se mantiene en silencio o poco propone vías de solución; al menos en la ley que se discute en el Congreso, eso no existe. El cine peruano sigue y seguirá desprotegido. Habrá más dinero con la nueva ley, pero al final el problema de fondo será siendo el mismo: ¿dónde y cómo se ve el cine peruano?
Como lo señalara en mi texto de la semana pasada aquí en Wayka.pe, Prueba de Fondo logró marcar un hito al hacer un avant premiere y un estreno en Huancayo, aunque tuvo que negociar una pantalla más y un mejor horario con dos multicines. Siendo un documental con características para que pueda funcionar con el público que asiste a las salas comerciales, su posibilidad de llegada ha sido limitada por este sector privado de la exhibición. Algo de eso pasa con Los Helechos, que ganó precisamente un concurso para distribuir su película, pero en este contexto, tendrá que apelar a otras vías alternativas.
Por ejemplo, Los Helechos de Antolín Prieto es una comedia distinta, que no apela a la risa fácil o al humor grotesco o televisivo que sí suelen lucir las películas peruanas que suelen tener más cabida en la cartelera comercial, y fácilmente, a pesar de este logro adverso al gusto de las exhibidoras, hubiera podido ir a más pantallas.
También Antolin Prieto escapa en su película del usual reparto de tres o cuartos rostros que se repiten en el cine peruano y recurre al talento de actores y actrices de las canteras teatrales y de la impro, para colocarlos en un ejercicio ante las cámaras. Más allá de que Los helechos se haya promocionado como una película donde el reparto usó la técnica de improvisación para las escenas y diálogos, lo que el cineasta refleja es un ánimo claro para captar gestos, frases, actitudes de sus personajes, que aparecen frescos, libres y entregados a esta misión de imaginar vidas y sucesos.
Con Los helechos no topamos con una película que capta muy bien esta frescura de los personajes en una historia de estilo “indie”, sobre un encuentro de fin de semana de tres parejas en algún lugar del sur de Lima. El pisco, la entremesa, los diálogos de “solo chicas” como componentes de un relato también generacional sobre el devenir de la vida en pareja y sobre la relación amistosa entre desconocidos, y que Prieto materializa desde la observación en viñedos y campiñas, como sinónimo también de la añoranza de una vida distendida, campestre y fuera de la rutina.
Ojalá que tanto Los Helechos como Prueba de Fondo, dos buenos films peruanos, que se suman en calidad al éxito de Retablo en las últimas semanas, tengan mejores oportunidades para llegar al público, al margen de este muy reducido estreno comercial. Más allá de conseguir recursos, los cineastas suman una afrenta más a todo el proceso de hacer films, el de la de la distribución y exhibición, que parece tener un curso propio, ajeno a las propuestas para el cine peruano que existen o que puedan surgir.