Yoshiharu Tsuge
Editorial Gallo Nero, 2018.
Tsuge y sus obras han ido ganando reconocimiento fuera de Japón desde hace unos años. En el caso de este manga, su lectura no decepciona. Es una excelente narración acerca del fracaso y la incapacidad de aprovechar las oportunidades de la vida, que suelen ser pocas y breves. A diferencia de Bukowski y otros que glamurizan (mucho o poco) a los «perdedores» o los rodean de circunstancias sórdidas pero con sabor a aventura, Tsuge cuenta los trances de ser un marginal como el carecer de empleo fijo, sobrellevar una familia disfuncional, irse mudando de vivienda a cual más más precaria pero le añade a esos infortunios otro más sutiles, más del ámbito esfera de la psicología individual y el transcurrir existencial del protagonista (se entiende también que esta narración es de algún modo autobiográfica).
Así, las escenas más notables no son necesariamente las más dramáticas sino aquellas en la que el personaje se suspende en un estado de quietud reflexionando acerca del fracaso de su vida y ese como remolino que parece hundirlo más y más a él y su familia, mientras la pasividad le gana a niveles irritantes. Sus reflexiones son muy duras e intensamente humanas, tanto más valiosas de leer en esta cultura del emprendedurismo y las historias aleccionadoras de «éxito desde abajo». A pesar de su anomía que bordea lo autodestructivo, hay también una dimensión liberadora en el personaje, casi zen, cuando ante la urgencia del dinero y echar a andar algún delirante proyecto para salir del hoyo existencial se suspende unos minutos en el «no hacer nada», en el «ya llegará el momento».
El protagonista en algún momento, para exasperación de su esposa, se dedica a vender piedras de río para coleccionistas. Apenas vende una cada tantas semanas. Entiendo que ese rasgo patético es también una metáfora de los artistas cuyos oficios (como en la ilustración a mano o el cómic de autor) encuentran cada vez menos demanda o atención de una sociedad dedicada al culto y consumo de lo superficial o inmediato.
Gran cómic, su dureza y ternura para con los apartados de la sociedad no sólo conmueven sino que nos obligan a mirar la imagen que uno tiene de sí mismo y cuánto éxito o felicidad quiere representar. Recomendable al 100%.