Por Amanda Meza*

Estamos en ‘modo avión’, dirán algunos o quizá un síndrome muy parecido al de Estocolmo. Nos vamos mostrando comprensivos y compasivos con  nuestros ‘secuestradores’ y casi parece que vamos identificándonos con sus ideas, su forma de actuar, su propia movilidad o ina movilidad.

Tenemos al ministro de Defensa, José Huerta, que los medios de comunicación vienen advirtiendo que es uno de los firmantes del acta de sujeción preparado por Vladimiro Montesinos a favor de Alberto Fujimori. Un fujimontesinista en el ministerio de Defensa, el mismo ministerio del que Fujimori se valió para desfalcar y corromper.

“No teníamos esa información, pero vamos a estar siempre atentos y revisar”, responde el primer ministro César Villanueva de forma escueta. ¿Vamos a evaluar? Inmediatamente debería ser cambiado.

Tenemos al Daniel Córdova en el Ministerio de la Producción, nada crítico y muy abierto de brazos al fujimorismo. Todavía se recuerda en Twitter cuando dijo: “PPK debe convocar al fujimorismo de alguna manera para gobernabilidad”. Y ya sabemos cómo terminó PPK.

Tenemos a Salvador Heresi en el Ministerio de Justicia. La peor designación que engloba la verdadera esencia del accionar Villanueva. De Heresi ya hemos visto suficiente de su accionar político y sus amiguismos como para saber que es un retroceso en ese sector y que su presencia es más una necesidad del gobierno en insistir en que estuvo bien dar el indulto trucho y negociado a favor de Fujimori.

Hoy se cumple un año más de autogolpe del 5 de abril. Hemos cambiado de presidente pero no de mañas. Hemos cambiado de presidente pero no de ataduras. Hemos cambiado de presidente pero nada ha cambiado en el fondo sino que se ha reforzado con ciertos personajes la estrategia de impunidad que nos ha llevado a un colapso institucional, a la falta de credibilidad en las autoridades y una permanente situación de incredulidad, insatisfacción y pesimismo.

El presidente Martín Vizcarra ha vuelto al modo avión en el que estuvo estos dos años: el mutismo. Señales de cambio, no hay. Señales del secuestro político que fue también la piedra en el zapato de Kuzczynski, sobran. El fujimontesinismo sigue llevando la delantera y marcando la agenda.

El caso generado en los casi dos años de gobierno hastían y –diría- que son a propósito. Esto es premeditado, planificado, como un homicidio a la paciencia del pueblo. Te generan una crisis tan larga que llegas a hastiarte y, de pronto, ya no quieres pelear, ya no quieres luchar.

Ese adormecimiento, sin embargo, tiene que romperse. Es un espejismo creer que hay algo que se ha solucionado. Estamos en una crisis política y parece que no llegamos a pisar tierra. La gente comienza a hablar de estos gestos políticos cuando la  corrupción y la impunidad campean.

Entonces, estamos leyendo mal las noticias. Estamos leyendo mal los gestos. Estamos cayendo en lo superficial y el error de manera recurrente creyendo que así estamos aportando un cambio.

No nos corresponde a nosotros y nosotras dar confianza y tranquilidad al país. Eso se lo tiene que ganar los que nos gobiernan. Se necesitan realidades, políticas públicas para desterrar situaciones de discriminación, desigualdad e invisibilidad. Los gestos son bonitos, dan ternura, pero no salvan vidas.

En la calle no hay ni cambio, ni esperanza. Hay desazón y ni Vizcarra ni Villanueva parecen entenderlo.

El aprofujimorismo tiene la delantera. Se mueve mejor en la sombra como siempre lo ha hecho. Keiko no está dormida, está al acecho, y este gobierno quedará reducido al mutismo para que la cancha la ocupen los hermanos Fujimori.

Todo estuvo mal desde el inicio y hoy Vizcarra habla con el mismo discurso de PPK y Keiko. “Basta de odios”, dice cuando debe enfrentar al enemigo que duerme cercano. La historia se repite.

*Amanda Meza, comunicadora, especializada en temas políticos, de género y diversidad sexual. Trabaja en campañas comunicacionales de casos de derechos humanos. Ha sido editora general del Diario16, editoria de Política y Actualidad en Perú.com, reportera de televisión y redactora en la revista Tiempo (España). Activista feminista y LGTBIQ. Autora del libro’Mi cuerpo es mío’ editado por DEMUS.