Escribe Pedro Francke
Una alianza PPK–Fujimori en el Congreso aprobó el Presupuesto 2018 el jueves por la noche. Lo hizo impidiendo todo debate en el Congreso y sin siquiera dar tiempo a que se pudiera leer el largo articulado añadido. Tampoco hubo sustentación. Al carpetazo.
El día anterior, sus congresistas casi no asistieron al pleno del Congreso: las fotos muestran un hemiciclo vacío. Luego, el mismo jueves, último día legal para la aprobación del presupuesto, postergaron varias veces la sesión. ¿Por qué? Es obvio. Estaban negociando, los PPKs con los Fujis. Cocinado el pastel, lo pusieron a la votación de frente, sin que ni la ciudadanía ni siquiera los congresistas tuvieran tiempo para informarse. Una afrenta a la democracia, que francamente me decepciona en algunos congresistas pepekausas de quienes esperaba un poco más de consecuencia con la transparencia y el respeto a la ciudadanía.
¿Qué negociaron bajo la mesa? Los fujimoristas han incluido en el articulado de la ley una serie de medianos y pequeños proyectos para sus regiones priorizadas, con los cuales piensan ganar algo de votos de cara a las elecciones regionales y municipales del 2018, y posiblemente algunos intereses contratos con constructoras amigas, no necesariamente brasileñas ni las grandes peruanas, pero donde con las que los contactos regionales les permiten tener una relación bastante fluida y líquida.
Para el gobierno, lo único que podemos especular es que Meche Aráoz ha obtenido la promesa de que le aprueben las facultades legislativas en materia económica y tributaria de las que viene hablando hace meses pero de las que no ha dado ningún detalle, lo que las hace francamente sospechosas. ¿Por qué tanto misterio? Nada bueno se hace a escondidas.
Ojo, no puede ser que el premio del gobierno PPK sea simplemente la aprobación del presupuesto: nuestra Constitución establece que si el Congreso no aprueba el presupuesto hasta el 30 de noviembre, automáticamente entra en vigencia el proyecto del Poder Ejecutivo. Así que no había nada que ganar en este terreno para PPK. Aunque, pensándolo bien, PPK quiere tan poco marcar la cancha, usar sus prerrogativas y gobernar, que quien sabe.
El telón de fondo es, por supuesto, el acuerdo básico entre los grupos PPK y Fujimori respecto de la política económica. El presupuesto 2018 reduce la cantidad real asignada a educación, a Beca 18, al programa nutricional, al programa Juntos contra la pobreza extrema, a la lucha contra la malaria y el dengue. Mientras tanto, las grandes deudoras siguen sin pagar miles de millones en impuestos y continúan las exoneraciones tributarias que le cuestan al estado 15 mil millones de soles al año, en beneficios para mineras, bancos, universidades-negocio y agroexportadoras.