En octubre de 2023, Angie Sangama Cachique, una líder Kichwa de la comunidad nativa Wayku, de Lamas, en la región San Martín, se convirtió en la primera mujer elegida como Apu de su comunidad. Por el día Internacional de la Mujer, Sangama Cachique reflexiona sobre la preservación y el desarrollo de las comunidades indígenas, en un entorno donde sigue exisitiendo discriminación.

Por: Eliana Pérez Barrenechea.

Los pueblos indígenas de la Amazonía se organizan territorialmente en comunidades nativas y en ellas eligen a quiénes les representarán políticamente, siendo el cargo de Apu el de mayor autoridad en la comunidad. Este cargo ha recaído tradicionalmente en un hermano indígena varón. Sin embargo, la comunidad Wayku, en octubre de 2023, hizo historia al elegir a Angie Sangama, como la primera mujer Apu de la comunidad. 

El recorrido de la Apu Kichwa

El logro de Angie no fue solo un logro personal, sino colectivo. Angie pertenece al Consejo étnico de los pueblos kichwas de la Amazonía – CEPKA, una organización que articula a varias comunidades de este pueblo indígena y cuya presencia se remonta al año 2002.

 “Desde muy pequeña he participado de las actividades de la comunidad, he sido parte de las juventudes de CEPKA, organización matriz de las 45 comunidades kichwas, que promueve el liderazgo y conocimiento de nuestros derechos”, recuerda Angie. Considera que el liderazgo de su padre, expresidente de CEPKA, fue motivo para decidir regresar a su comunidad luego de terminar su carrera de ingeniería civil en la Universidad Nacional de San Martín.

“Al retornar al Wayku me metí de lleno en el trabajo, siempre firme con mis principios, y eso conlleva a ganarme la confianza de mis hermanos y hermanas, y me propusieron formar una lista con otros jóvenes, postular y ser elegidos”, recalca.

Angie Sangama
Angie Sangama Cachique, líder Kichwa de la comunidad nativa Wayku, de Lamas, en la región San Martín, se convirtió en la primera mujer elegida como Apu de su comunidad.

Más identidad, menos discriminación

La exotización de las personas indígenas que se hace desde el exterior, los cuestionamientos a su identidad por no vestir cotidianamente con vestimenta tradicional, o al negarse su existencia o su identidad indígena, son algunos de los tipos de discriminación que la Apu Angie está dispuesta a enfrentar. Recuerda que el año pasado el procurador regional dijo a un medio radial que ya no hay indígenas en San Martín, que eso era antes, ahora son criollos porque viven en las ciudades y beben cerveza.

“El papel de nuestras organizaciones indígenas ha sido muy importante para recuperar nuestro idioma y nuestras costumbres ancestrales. La identidad es algo que no la podemos perder porque la llevamos en la sangre, en nuestras tradiciones como la medicina ancestral, el tejido, la cerámica, la comida. Pero todas esas prácticas y conocimientos, que nos hacen resaltar no solo aquí sino a nivel internacional, las hemos mantenido gracias a nuestras mujeres Kichwas”, dice con orgullo.

Otra de las prioridades es promover oportunidades de estudio superior para las y los jóvenes del Wayku, a través de becas y plazas como estudiantes indígenas. “Buscamos que puedan tener oportunidades de estudiar fuera, pero cuidando nuestra identidad, nuestra cultura y nuestra lengua”, precisa Angie, enfatizando lo importante, pero a la vez lo difícil que es preservar su identidad como pueblo indígena en una sociedad estructuralmente racista.

Desde la raíz

El actual modelo de desarrollo en el país pone en peligro la autonomía y sostenibilidad de los pueblos indígenas, como la comunidad del Wayku, debido al poder político y económico. Las comunidades indígenas carecen de servicios básicos como saneamiento de agua y alcantarillado. La Apu expresa su indignación hacia las autoridades que promulgan leyes que atentan contra el bienestar colectivo, y no se preocupan por sus verdaderas necesidades.

“Toman decisiones sobre nuestros territorios sin consultarnos, como la ley antiforestal que afecta al bosque, a la tierra que nos alimenta y que nos sana. O cuando construyen carreteras inconsultas que terminan favoreciendo a actividades ilegales, violentas y dañinas”, sostiene la Apu Angie Sangama.

Sabe que hacer frente a esta correlación de poder implica una mayor cohesión del movimiento indígena, y resalta el papel de la Asociación Interétnica de Desarrollo de la Selva Peruana – AIDESEP, de la que CEPKA es miembro. Y en esa perspectiva, nos dice que seguirán apostando por el trabajo con las infancias y juventudes Kichwas, para que más mujeres y jóvenes dirijan el destino del pueblo Kichwa, como las lianas de sus inmensos árboles, bien enraizadas en su riqueza ancestral, pero buscando su propio horizonte.