Pocas veces el cine peruano ha tenido como protagonista a una adolescente. Pasa con los personajes de ficción como Juliana del grupo Chaski, Rosa una niña huancaína de Dalmer Quintana o Madeinusa de Claudia Llosa, obras que forman parte de ese reducido conjunto de largometrajes de un subgénero siempre en construcción, el de los abordajes de los universos adolescentes y juveniles. Por otro lado, en un entorno patriarcal del audiovisual local, que las historias se cuenten desde las mujeres a partir de personajes femeninos juveniles parece una empresa difícil, o poco atractiva. Sin embargo, hay motivaciones como la que ofrece Autoerótica (2021) de Andrea Hoyos, primer largometraje de esta joven cineasta limeña, de 26 años, ahora en cartelera local, y que aborda una mirada desde el desencanto y una sutil crítica al sistema patriarcal.

Autoerótica es una película de aprendizaje, o para usar un anglicismo, es un ‘coming of age’, subgénero cinematográfico que aborda perspectivas juveniles, donde usualmente los personajes atraviesan diversas circunstancias que los hacen crecer emocionalmente. En este tipo de films asistimos a unos recorridos específicos, y esta vez Hoyos nos introduce en la curiosidad sexual de una muchacha de 15 años de clase media, que vive en la residencial San Felipe, y que junto a una amiga Débora, padece avatares propios de su edad, en relación a la desinformación y a una problemática sobre embarazo adolescente y educación sexual escasa y limitada.

La película se afilia a una mirada que confronta la usual ‘male gaze’ (mirada masculina) que gobierna las películas sobre adolescentes en su despertar sexual. Por ello, la perspectiva de la directora profundiza en el aspecto más emocional de su personaje, en sus caminatas, en su relación contenida con su entorno, en sus espacios de ocio en su habitación, en su acercamiento reticente con amigos y padres. Si bien Bruna (encarnada por la actriz Rafaella Rey) tiene un nickname (Autoerótica) con el cual se sumerge en plataformas de encuentros casuales tipo Tinder, el modo en que la cineasta se acerca a esta parte íntima de la historia está libre de desmenuzar el atractivo que pudiera tener su protagonista para un espectador masculino. Así, podría pensarse que Hoyos está pensando al presentar su film en una espectadora, en alguien que logre empatía e identificación con este personaje en crisis adolescente, debido a que toma conciencia de vivir en un mundo normado por hombres, desde todo lo que implica, incluso esta ‘male gaze’ que menciono. Cuando Bruna vive las consecuencias lamentables de estos encuentros fortuitos, encuentra en sus amigas más cercanas (entre ellas una profesora, interpretada por Maricarmen Gutiérrez), una materialización de la sororidad, como espacio de liberación y único cobijo.

Si bien se percibe poca sutileza en el inicio y cierre del film (que incluye una cita metatextual a la misma cineasta), ya que resultan en algunos casos didácticos o demasiado “coreografiados”, los mejores momentos de Autoerótica no están sino en el modo en que la cineasta va urdiendo esta hermandad entre amigas, a partir de la presencia de códigos internos, de acompañamientos, cuidados y protocolos. Por otro lado, también hay una escena en un microbús donde el personaje de Bruna se encuentra con una pasajera adolescente embarazada, vestida con uniforme escolar plomo, usado en escuelas públicas, lo que podría dejar entrever que la suerte de Bruna no la tienen otras, en un país empobrecido y con diferencias entre mujeres según su contexto y clase social. Se valora la intención de la radiografía social (un apunte que rompe con lo que hemos visto a lo largo del film), y que desde el modo en que está expuesto podría resultar una comparación fallida, de trazo grueso, incluso tosca.

De todas formas, Autoerótica es un film a resaltar dentro del escaso panorama del cine peruano desde las mujeres, puesto que cuenta con una perspectiva cuidada sobre el tratamiento de personajes femeninos. Es una ópera prima además que se estrena gracias a los estímulos del Ministerio de Cultura, sin embargo lo hace en un contexto poco auspicioso, al chocar con el estreno de The Batman de Matt Reeves, un blockbuster. Una situación, como siempre, injusta para el cine peruano.