Según cifras del Ministerio de la Mujer y Poblaciones Vulnerables (MIMP) -al 28 de abril- durante lo que va de la cuarentena se han registrado 162 violaciones sexuales y 7 feminicidios. De este número de casos de violaciones, 102 han tenido como víctimas a menores de edad. Sumadas a estas dolorosas cifras, tenemos que las tareas domésticas así como las labores de cuidado de menores de edad, personas con discapacidad o personas dependientes adultas mayores, siguen recayendo principalmente en las mujeres de nuestro país.
Estos son solo algunos ejemplos que nos muestran cómo esta pandemia nos enrostra las desigualdades y la violencia de género que se vive dentro de los hogares peruanos. Nunca más cierta la evidencia que muestra que en la mayoría de los casos, los principales agresores sexuales están dentro de las casas de sus víctimas. Algo realmente lamentable, pero que se tiene que hacer frente en pro del bienestar de miles de niñas, niños y adolescentes que conviven en estos momentos con sus verdugos.
Hace pocos días el MIMP publicó el Decreto Legislativo Nº 1470 que establece medidas para garantizar la atención y protección de las víctimas de violencia contra las mujeres y los integrantes del grupo familiar durante la emergencia sanitaria declarada por el COVID-19. Entre otras cosas, fortalece los mecanismos de actuación para que las unidades de protección especial aseguren la atención adecuada a las niñas, niños y adolescentes y simplifica el procedimiento para que las mujeres en riesgo de ser agredidas o asesinadas cuenten con medidas de protección de forma oportuna.
Si para una víctima de violencia de género en las ciudades es difícil hacer la denuncia en estos tiempos, pensemos por un momento lo que implica hacer una denuncia de violencia sexual o violencia doméstica para una niña, niño, adolescente o mujer, que vive en un área rural con una comisaría a kilómetros y sin posibilidad de conexión a internet o a un teléfono. Esta es una realidad tremendamente dura.
Lo más preocupante es que esta situación no cesará pasado el tiempo de aislamiento social obligatorio. Un reciente artículo de Wilson Hernández, investigador de GRADE, indica que “Luego del levantamiento de la cuarentena, las violencias contra las mujeres no cesarán ni regresarán necesariamente a su ‘normalidad’. Las restricciones de movimiento se mantendrán, agresores y víctimas seguirán conviviendo más tiempo que antes de la cuarentena, el soporte social (de familiares y amistades) seguirá restringido para las víctimas, la exposición a condiciones de control y dominación de parte de agresores a víctimas se mantendrá, el estrés económico (por pérdida de empleo o ingresos) y el riesgo de contagio seguirá introduciendo tensiones permanentes en el hogar, etc. (…) Todo esto abona a un riesgo continuo de agresiones psicológicas, físicas y sexuales”.
Entonces cobra sentido pensar que las estrategias del Gobierno para enfrentar al COVID-19 deberían tener una perspectiva de género bien pensada e intersectorial, y ya que el MIMP, que es el ente rector resulta insuficiente, otros sectores también deben abonar a luchar contra la violencia de género y las desigualdades. El MINSA por ejemplo ha ofrecido la posibilidad de seguir accediendo a métodos de planificación familiar para evitar entre otras cosas, embarazos no deseados y esperamos que otros sectores también avancen en esa dirección, y aquí queremos recalcar el rol del Ministerio de Educación y la importancia de que siga implementando, ahora con mayor énfasis, el enfoque de igualdad de género del currículo nacional de la educación básica y la Educación Sexual Integral (ESI).
¿Qué podría hacer el MINEDU en estos tiempos? Empezar por garantizar que los contenidos de la estrategia “Aprendo en Casa” tengan enfoque de género: ejemplifiquen una participación equitativa para niñas y niños en diversas actividades, juegos, deportes; usen un lenguaje inclusivo, toquen temas como la prevención de la violencia de género y la discriminación, promuevan prácticas igualitarias como la distribución de tareas domésticas y de cuidado en el hogar, eviten cualquier estereotipo de género y promuevan una convivencia democrática e igualitaria.
Por otra parte, se ha hablado mucho de la importancia de la Educación Sexual Integral (ESI) y algunas familias reclamaron durante los últimos años el “derecho” a educar a sus hijas e hijos en temas de sexualidad, evitando que este tema fuera tocado en la escuela. Sin quitarle el rol rector de la ESI al MINEDU, este podría ser un buen momento en el que por fin las familias puedan establecer un vínculo de confianza para hablar sobre estos temas con sus hijas e hijos trabajando de la mano con el ministerio, y recibiendo orientaciones e información adecuada de parte de los especialistas en ESI.
Por lo anterior, la ESI debería ser abordada en “Aprendo en Casa” y que se produzcan materiales que brinden a las familias las orientaciones necesarias para fortalecer la información, comunicación y confianza en los hogares para hablar sobre sexualidad de acuerdo a la edad de cada estudiante. Recordemos, además, que abordar el enfoque de género y la ESI no debería corresponder únicamente a lo que conocemos como educación formal sino también formar parte de la educación en un sentido más amplio, para todas las personas, a lo largo de la vida, en diversos espacios como el hogar, los medios de comunicación, los espacios públicos, entre otros; y viéndolo de una manera positiva, la pandemia podría colaborar en este sentido.
Este es un año atípico, en el que no se quiere ni se debe saturar a las y los escolares, y se busca principalmente trabajar temas relacionados con la ciudadanía y garantizar su bienestar. Así que, aprovechemos este contexto como una excelente oportunidad para transformar la educación y no perder de vista la importancia de trabajar estos temas que fortalecerán a las familias y promoverán una convivencia en igualdad, priorizando el bienestar de las niñas, niños y adolescentes. Tenemos por seguro que estos aprendizajes serán valiosos tanto para estudiantes como para sus familias y servirán para que pasada la pandemia seamos una mejor sociedad, más fortalecida, empática, respetuosa y solidaria.
* Artículo publicado en Noticias Ser