De sodálite a empresario aportante de Keiko Fujimori. Esta es la historia de José Sam Yuen antes de convertirse en el ‘rey de los casinos’ investigado por la Fiscalía.
Por Álvaro Meneses
En el sector empresarial lo conocían como el ‘Rey de los casinos’ por ser dueño del conglomerado económico SamGroup, que abarca tragamonedas, casinos y negocios similares. Las declaraciones de testigos interrogados por el Equipo Especial Lava Jato del Ministerio Público lo señalan como uno de los más importantes financistas de Keiko Fujimori y reclutador de por lo menos doce falsos aportantes.
Lo que hasta ahora se desconocía del empresario peruano de origen chino José Sam Yuen es que tuvo un agitado paso por el Sodalicio de Vida Cristiana, la organización religiosa denunciada por abusos sexuales, psicológicos y físicos cuyos responsables continúan impunes.
Vida sodálite
El primer contacto de José Sam con el Sodalicio y el entorno fujimorista se dio en simultáneo durante sus años en el colegio Franklin Delano Roosevelt, donde recibió la confirmación dictada por sodálites junto a su compañero de carpeta, Jorge Yoshiyama Sasaki, sobrino de Jaime Yoshiyama Tanaka, hombre de confianza del régimen de Alberto Fujimori y posteriormente secretario de Fuerza Popular y recaudador de fondos no declarados a la Oficina Nacional de Procesos Electorales (ONPE), como los millones de dólares entregados entregados por la constructora Odebrecht y el empresario Juan Rassmuss Echecopar.
Al inicio de la década de los noventa, cuando José Sam ya estaba internado en una de las casas de formación del Sodalicio ubicadas en el distrito de San Bartolo, su familia intervino para sacarlo de la organización religiosa.
“Entre 1991 o 1992, a José Sam se lo llevaron a Estados Unidos. Luego él se escapó y se dirigió a Canadá, de donde tomó un avión a Lima. Aquí lo recogió un sodálite”, relató a Wayka un exmiembro del Sodalicio que lo conoció de cerca.
Una vez de retorno al país, Sam fue escondido en una casa de formación sodálite del Callao con el seudónimo de “Rodolfo”. Después fue trasladado a la sede principal en San Bartolo. Con el tiempo y la fidelidad que demostró, ascendió en la organización hasta alcanzar la responsabilidad de encargado de comunidad en una de las casas sodálites de Barranco, y fue profeso perpetuo. Es decir, obtuvo “el grado máximo de un laico consagrado dentro del Sodalicio”, según interpretación de exsodálites consultados por Wayka.
De hecho, el ascenso de José Sam Yuen dentro de la organización se celebró con una tradicional misa llamada «Consagración a Perpetuidad al Sodalicio de Vida Cristiana», en la parroquia Nuestra Señora de la Reconciliación, en La Molina.
Incluso José Sam estudió en la Facultad de Teología Pontifica y Civil de Lima, al costado del Seminario Santo Toribio de Mogrovejo, pero posteriormente se inclinó por los negocios. Asumió responsabilidades en las actividades empresariales de su familia.
También sabía
A fines de 1997, según exsodálites entrevistados por Wayka, José Sam Yuen se enteró del primer caso de abuso sexual dentro de la organización que apuntaba a Jeffrey Daniels, uno de los altos cargos del Sodalicio. “Cuando se enteró, lo transmitió a German McKenzie, aunque el superior de José Sam era (Óscar) Tokumura (Tokumura), pero estaba en Roma”, recordó un exmiembro.
Casi veinte años después, con varias denuncias de casos de abuso sexual en el interior del Sodalicio revelados en el libro “Mitad monjes, mitad soldados” de los periodistas Pedro Salinas y Paola Ugaz, la fiscalía abrió en 2017 una investigación contra Jeffrey Daniels, Virgilio Levaggi, Daniel Murguía Ward y el fundador Fernando Figari, por los presuntos delitos de asociación ilícita para violar la libertad sexual de decenas de jóvenes.
Durante esos años, José Sam no respaldó ni cuestionó públicamente alguna de las denuncias de abuso sexual contra el Sodalicio. Por el contrario, asignó parte de su tiempo y dinero a las campañas electorales de Keiko Fujimori, cuyo partido evitó en 2017 que el Congreso investigara a la organización religiosa por las acusaciones de violencia sexual, como está acreditado en el registro de votaciones.
Coincidentemente, la bancada de Fuerza Popular, específicamente el excongresista Miguel Torres Morales, impulsó un proyecto de ley para derogar el Impuesto Selectivo al Consumo para casinos y tragamonedas. Una propuesta entre cuyos principales beneficiarios se encontraba José Sam Yuen, quien controla un conglomerado de este tipo de negocios y que además financió clandestinamente la campaña de Keiko Fujimori.
Otro punto en común del fujimorismo con el Sodalicio de Vida Cristiana fue su rechazo al enfoque de género. Desde el Congreso, Fuerza Popular se opuso a la mayoría de propuestas legislativas que buscaron reforzar la igualdad de género, mientras que la organización fachada del Sodalicio, la Fundación por la Familia – FAM, hizo lo mismo desde la sociedad civil.
Lo último que se supo de José Sam Yuen fue que fugó a España el pasado dos de enero de este año, justo después de que dos colaboradores eficaces del Equipo Especial Lava Jato lo señalaron como la persona que donó 270 mil soles a Fuerza Popular y reclutó hasta a doce personas para que simularan haber sido aportantes. “Los 12 falsos aportantes fueron para pitufear los 270 mil que José Sam donó al fujimorismo”, confesó a la Fiscalía, Javier Bisso López de Romaña, exsocio José Sam Yuen.