El Amazonas arde desde hace meses, y aún no logra controlarse. Más de dos millones de hectáreas de bosques arrasados, según el Instituto de Investigaciones Espaciales de Brasil (Inpe). Una indignación mundial que nos ha generado diversas reflexiones. Sin embargo, la más ausente de todas –tan importante como la medioambiental- tiene que ver con la llamada guerra comercial entre China y EE.UU.
Aunque parezca una idea tirada de pelos, el incendio y la deforestación en la Amazonía tienen relación con la bipolaridad entre ambas superpotencias. Veamos; ambos hechos están vinculados con la ampliación de la frontera agrícola; es decir de las zonas dedicadas a la actividad del agro.
Para dimensionar esta situación es importante analizar el impacto del cultivo de la soja, un producto que China destina principalmente para la alimentación de ganado porcino. Se conoce que ya entre 2013 y 2017, el país asiático importó soja de Brasil por lo que deforestó 223 mil hectáreas. Por su parte, Brasil sembró una superficie que equivaldría al triple de Holanda o mejor dicho 128 600 kilómetros cuadrados. Con esa cosecha pudo entregar los 54 millones de toneladas de soja a China en el 2017. El siguiente año la cifra se incrementó a 84 millones; es decir 55% más.
¿Cuántas hectáreas de bosques se tuvieron que deforestar para explicar este aumento? Recordemos que la guerra comercial inicia el 2018 y, hasta entonces, para el caso de la soja, EE.UU. era el principal proveedor de China. En el 2019 la situación será similar porque – aún, cuando las importaciones de China disminuyeron ligeramente debido a problemas sanitarios- las nuevas medidas arancelarias entre China y EE.UU. reforzaron el problema chino de buscar proveedores alternativos a EE.UU. de este grano y, como consecuencia, la necesidad de ampliar la frontera agrícola.
Aunque solo mencioné este grano, también existen otros cultivos que, no estando en la dimensión de la soja, siguen el mismo camino que ella; por ejemplo, el maíz amarillo duro.
Algo similar, pero muy lejos de Brasil, ocurre con Argentina y Paraguay que desde el 2018 han pasado a exportar mayores cantidades de soja a China. Bolivia no se queda atrás. En el 2018, Bolivia firmó un protocolo fitosanitario con China para exportar soja, desde entonces, también se han ampliado los incendios.
Volviendo al título, lo que quiero resaltar es que la deforestación (incendio y tala) no son ajenos a la bipolaridad imperialista que en el mundo se está desarrollando. Y que los incendios no solo son una expresión general del afán de lucro de los «agronegocios» como se usa eufemísticamente para disimular al capitalismo y su explotación voraz.
No es casual que desde el 2008 -cuando el sistema entró en su segunda crisis, irresuelta hasta el día hoy- se prevé, que la economía mundial ingrese a otra crisis, incluso peor. Estas pugnas entre países como China y EE.UU., dos superpotencias, traen también como consecuencia la destrucción del planeta, frentes de guerra y una nueva confrontación global. Por ello, tiene validez la frase que circula en Internet desde hace unas semanas: «No es el fuego lo que consume la Amazonía, es el capitalismo».
*Abel Zavaleta Ortíz. Agrónomo de la Universidad Nacional Agraria de La Molina. Consultor en la ONG RAE PERÚ, Red de Agricultura Ecológica del Perú, en temas agroecológicos.