Cuando un niñ@ empieza a hablar hay gran expectativa por las primeras palabras que va a decir. Así estamos todos y todas las peruanas, esperando que el presidente Martín Vizcarra pronuncie, por fin, la palabra género.
De un tiempo a esta parte «género» se ha convertido en una palabra prohibida. En el gobierno hay autocensura. Ni género ni machismo, parece ser la consigna.
La ministra de la Mujer dubitativa para hablar de violencia de género. No habla de políticas con enfoque de género. El ministro del Interior dice que la policía actúa bien al registrar denuncias cuando todos y todas sabemos que es en la Comisaría donde se revictimiza a las denunciantes. Cuando el presidente calla, los conservadores arremeten apropiándose de ese espacio que el Estado deja como tierra de nadie.
El mensaje a la Nación de anoche lo confirma. Hablar de una “educación sin violencia” y no de una educación con enfoque de género es nefasto porque significa que todo seguirá igual; seguirán los feminicidios, las violaciones, el acoso, la violencia de género no se detendrá. Los niños seguirán creciendo que las niñas son inferiores, que no son tan inteligentes, que no pueden jugar lo mismo que ellos, que pueden ser insultadas, tocadas, abusadas y que no tienen por qué quejarse; que no tienen deseo, que no pueden decidir sobre sus cuerpos ni hacer proyectos de vida. Los hombres seguirán creciendo convencidos de que se puede pegar, violar y matar con impunidad. Seguiremos hablando de niños y niñas excluyendo a los LGTBIQ.
La arremetida conservadora que usa el término ‘ideología de género’ para desacreditar el enfoque de género tiene al presidente y a sus ministros y ministras contra las cuerdas.
Ese sector conservador es el mismo que logró la censura al exministro Jaime Saavedra que defendía la inclusión de un enfoque de género en el currículo escolar y es el mismo poder que logró apartar a Marilú Martens, pero también los mismos que derogaron el DL 1323 que incluía el artículo 46 del Código Penal que agravaba la pena por los delitos que se cometen con móviles discriminatorios, entre los que están «orientación sexual» e «identidad de género», y la del artículo que incluye estas dos categorías en el delito de discriminación.
He aquí el punto central del asunto. Los grupos conservadores políticos y religiosos se resisten a que se hable de “género”, porque hablar de género es hablar no solo de hombre y mujer sino de sexualidad, de la diversidad sexual.
Y seguirán usando citas bíblicas y manipularán documentos y textos para tratar de mantener su derecho a discriminar y lucrar con los miedos e inseguridades de las personas. Pero, los y las peruanas podemos decidir no sumarnos a esa campaña primitiva de odio e ignorancia. El Perú no está hablando de machismo por pura casualidad. Estamos en el punto exacto donde podemos avanzar como país y dar ese giro cultural que nos saque del primitivismo y nos lleve hacia, por lo menos, un país civilizado.
A los conservadores les molesta que una mujer pueda estudiar, trabajar, decir que su cuerpo es suyo y no de los hombres. Les molesta que las mujeres digan que no son máquinas de reproducción y que la maternidad no es obligatoria. Les queman las entrañas cuando ven a una lesbiana o a una transexual/transgénero porque les demuestra que la humanidad es tan diversa como la apropia naturaleza, porque allí se le caen todos sus cuentos de la creación del mundo inventadas para generar miedo, inseguridad, esclavitud, dependencia y culpa, sobre todo culpa. El poder lo quieren mantener para ellos y es justo a ese poder al que hay que enfrentar.
Esta es una guerra por la supervivencia. O nos callamos o decimos las cosas como son. Lo que no se nombra, no existe. Señor presidente, el machismo mata, el machismo viola, el machismo pega. Una educación sin violencia dice usted. No. Hablemos claro y fuerte. Una educación con enfoque de género es lo que va a hacer el cambio. Por ese país que todos y todas soñamos.