Milton López Tarabochia
Foto portada: Thomas Muller

En medio de las frondosas copas de bosques que se extienden a lo largo del Bosque de Protección Alto Mayo (BPAM), ubicado en la región San Martín, se observan unos huecos o parches que saltan a la vista: la deforestación. Son las huellas de un territorio invadido, aunque este sea un área protegida por el Estado.

El Bosque de Protección Alto Mayo es una de las áreas protegidas por el Estado más afectadas por la deforestación en la Amazonía. Según la Red Amazónica de Información Socioambiental Georreferenciada (RAISG), entre los años 2000 y 2015 el Bosque de Alto Mayo perdió más de 5.000 hectáreas de bosques. La agricultura descontrolada es una de las principales causas de deforestación. Además encontramos rastros de actividades ilegales como la agroindustria y el narcotráfico.

La deforestación más común en San Martín es mediante la quema de grandes extensiones de bosques.
Photo credit: Thomas Muller.

El desbosque amazónico en el BPAM continúa hasta el presente. Según un último reporte de octubre del 2019, del diario local Voces, la pérdida de cobertura forestal afecta las nacientes de los ríos que son afluentes del río Mayo, el cual abastece de agua dulce a más de 280.000 personas de las provincias de Rioja y Moyobamba de la región San Martín.

Frente a ese panorama, un grupo de pequeños agricultores cafetaleros se organizaron y formaron la Cooperativa de Servicios Múltiples Bosque del Alto Mayo (COOPBAM) en el 2008. El Servicio Nacional de Áreas Naturales Protegidas por el Estado (Sernanp) ayudó en el contacto directo con los productores de café local.

 Miembros de la COOPBAM en plena producción de su café. Photo credit: Alex Bryce

El Sernanp identificó a los pequeños agricultores para la conformación de la COOPBAM, según cuenta Luis Espinel, Vicepresidente Perú de Conservación Internacional (CI), ONG involucrada en la conformación de la cooperativa y en la promoción del café sostenible cero deforestación.

“Esto se logró gracias a la firma de acuerdos de conservación. Como Sernanp y CI te capacitamos técnicamente y a cambio te comprometes, como agricultor, a no deforestar más”.

Uno de los agricultores que decidió unirse a la cruzada antideforestación con el cultivo sostenible del café fue Idelso Fernández, quien señala que antes de la COOPBAM, se acostumbraba a usar la tierra de forma tradicional y esta se maltrataba. El suelo agrícola podía durar hasta cinco o diez años. “Con la agroforestería practicada en la cooperativa se renueva el suelo”. La idea es no extender más la frontera agrícola y respetar los espacios acordados, agrega Fernández.

Sin embargo, la COOPBAM no solo brinda beneficios ambientales, sino de comercio justo. “El sistema cooperativista siempre busca el precio más justo”, enfatiza Idelso Fernández, quien además de agricultor es gerente general de la COOPBAM.

“Gracias a CI, Ecoan (Ecosistemas Andinos) y el Sernanp se elaboraron planes de conservación sin expandir la frontera agrícola. Con una visión orgánica de la producción cafetalera”. Los principales países importadores del café producido por los agricultores de la COOPBAM son Alemania e Inglaterra. Los cafés más finos se dirigen a Estados Unidos y Japón.

Un “café sostenible”

De acuerdo al Reporte de Comercio del Ministerio de Comercio Exterior y Turismo del primer semestre del 2019, la región de San Martín ocupa el primer lugar como productor de café en todo el país con un 25%.

Los agricultores de la COOPBAM son bien acuciosos en la selección del grano para los mercados internacionales.
Photo credit: Alex Bryce.

Hasta el momento, se registran 463 socios inscritos en la COOPBAM, de los cuales 91 son mujeres. Todos los asociados han cultivado un total de 907 hectáreas de cafetales a través de sistemas agroforestales y de buenas prácticas. “En el 2018 trabajamos 200.000 plantones de café para diferentes comités, además de elaborar artesanías (para vender)”, cuenta Marilú López, Presidente del Comité de Mujeres de la cooperativa.

Marilú López agrega que los agricultores también reforestan las áreas deforestadas en el pasado. “Sembramos árboles para reforestar como el ishpingo, jonjoli, guabo, aliso y otros. No usamos herbicidas o insecticidas, solo abono natural”.

La agricultora reincide en que la figura del cooperativismo vuelve doblemente beneficioso a los cultivos sostenibles de café en el Bosque de Protección Alto Mayo. “Tenemos nuestros clientes estables. Un mercado seguro. Yo soy agricultora, madre soltera y con la cooperativa puedo ayudar a mis hijos”, aseveró López, quien pertenece a la cooperativa desde el 2014.

“La COOPBAM produce un café que viene de un área protegida, calificado orgánicamente con comercio justo, además no promueve tala de árboles y mejora la calidad de vida del poblador”, concluye Luis Espinel de CI.

*Esta historia fue realizada gracias a la beca Sustainability Solutions Stories Fellowship de Climate Tracker y One Earth