El columnista Jesús Cossio nos presenta un cómic que retrata los estigmas de una sociedad alrededor de una pareja diversa, ambientada en el Brasil de los noventa. La ternura y crudeza que narra la relación entre una travesti y un Policía nos permite redescubrir los prejuicios que persisten hasta el día de hoy.

Guion de S. Lobo y dibujos de Alcimar Frazao
Editorial Contracultura, 2022

Hace unas semanas estuvo en Lima una delegación de historietistas y editores brasileros que participaron en interesantes charlas sobre la labor creativa y de difusión en el campo de los cómics de su país. Sorprendentemente (para el escaso horizonte de publicaciones de cómics en Lima) también presentaron libros traducidos al español en sendas ediciones locales. Revisaremos uno de ellos. El excelente “Lovistori”, basada en una historia real y que fue narrada al guionista una noche de 1990 por una trabajadora sexual en Río de Janeiro.

Es una historia breve, pero con el mérito de que cada página conmueve (o estremece) por la ternura y crudeza que contiene. O para ser más preciso: la mezcla de ternura y crudeza que se expresan en la historia de amor entre una travesti y un policía. Sería desacertado echar mano al cliché del romance entre seres de mundos distintos, ya que tanto Sereia, la atractiva travesti; como Paixao, el rudo policía, pertenecen al mismo mundo: el de la noche carioca con su calor, sordidez, juergas y peleas. En las horas nocturnas Paixao patrulla las calles mientras que Sereia ejerce el trabajo sexual, y durante la luz del día conviven en un “matrimonio” bien avenido y apasionado. Y secreto.


Aunque las y los colegas de ambos saben de su relación y lo felices que están juntos, Sereia y Paixao tienen que ocultar al resto de la sociedad que son una pareja diversa. En la historia, para las prostitutas amigas de Sereia (y para ella misma) los policías son quienes se burlan, insultan y abusan sexualmente de ellas. Para los policías, las travestis son despreciables y víctimas proclives a la extorsión y maltrato. El preciado vínculo de los protagonistas depende de que lo mantengan discretamente protegido de la incomprensión y hostilidad del ambiente que ambos recorren de madrugada en madrugada. ¿Cuán posible será para ambos mantener su amor oculto de las amenazas externas? Este sería el conflicto esencial del cómic. Asunto sobre el cual no adelantaré más para no echar a perder la intensidad del relato, tremendamente conmovedor y real.

Puedo sí recalcar algunos otros méritos de este excelente libro: la brevedad es uno de ellos. No hay nada que añadir ni quitar a lo que aquí se cuenta; esa ejecución tan concreta es lo que permite llegar a las últimas páginas con el vértigo que la historia requiere. El dibujo de Alcimar es justo lo que el guion necesita: buena hechura naturalista, buena y expresiva muestra de gestos en los personajes, y una textura de contrastes que remite a la división (o divisiones) de la historia en día y noche, trabajadoras sexuales y policías, lo femenino y lo masculino como opuestos de la heteronormatividad (la voluptuosidad para ellas; la rudeza para ellos), lo clandestino y lo legal.



He terminado de leer este cómic hondamente conmovido. Esa emoción, preciada como lector, es puesta en contexto, ayudada a ser entendida, con los también breves pero potentes epílogos que nos permiten incorporar lo leído/visto en esta historia de una ciudad (como Lima) “hace treinta años atrás pero con los prejuicios de hoy en día”.