Madres primerizas hablan de miedos, dudas y por qué se asume que deben saber todo de la crianza

Valery, Mariela, Fabiana y Nicole, cuatro madres primerizas que se vieron sometidas a los retos de iniciar una nueva vida en medio de una sociedad que busca perfección y sacrificio en las mujeres y un sistema de salud deficiente. 

Con solo 17 años, Mariela tenía claro lo que quería en su vida: formarse como bailarina profesional y había conseguido una beca que la acercaba a su sueño. Sin embargo, una tarde de marzo le dieron una noticia desafiante: en algunos meses sería madre. 

La primera reacción de Mariela fue aislarse y asimilar todos los retos que vendrían posteriormente. Habló con su mamá, a quien hasta el día de su fallecimiento consideró su mayor soporte, y también con su pareja.

“A veces es muy fácil para ellos, creo que la sociedad les ha puesto un rol relativamente simple y práctico: solventar gastos y nada más”, menciona Mariela. 

Ella, poco a poco, fue asimilando mejor la noticia, pero su embarazo no fue muy agradable. “Estaba atravesando muchas situaciones terribles, me sentía juzgada. Para todos el haber quedado embarazada tan joven era mi culpa y responsabilidad. Me sentía deprimida, sola, y lloraba todo el tiempo”. 

Según una investigación del Instituto de Psiquiatría y Neurología de la Universidad King’s College de Londres, una de cada 10 mujeres embarazadas sufren depresión, pero no son medicadas. Además, según el Consejo General de la Psicología de España, entre un 13 y 19% de las mujeres experimentan síntomas depresivos durante el embarazo y/o después del parto.

La Organización Panamericana de la Salud (OPS), junto a la Organización Mundial de la Salud (OMS), advierten que algunos de los síntomas son sensación de agobio, llanto persistente y, sin motivo aparente, indecisión, inquietud y sensación de desesperanza, culpa o inutilidad. 

Esta situación también la vivió Nicole, a quien le informaron que estaba embarazada durante su último año de universidad y llegaba recién de hacer un intercambio estudiantil en España. “Para mi fue muy frustrante, sobre todo por todos los proyectos pendientes y porque me estaba cuidando”, señala.

«LA MALA MADRE»

Para Mariela y para Nicole se sumó otra desventaja. El acompañamiento médico fue insuficiente. “Cuando una inicia los controles médicos la mandan con diversos especialistas, uno de ellos es el psicólogo, pero en mi caso y creo que el de muchas, la atención fue por teléfono, y lo único que hizo fue leerme una lista de posibles síntomas asociados a los cambios hormonales y que me servirían como advertencia. Pero nadie habla sobre lo que puede significar pausar de tal forma tu vida, que cambie radicalmente y lo duro que es no poder decir nada por el hecho de que un niño ‘es una bendición’ y hablar de esos miedos y duelos puede significar ser ‘una mala madre’”, nos cuenta Nicole. 

Según Ila Chirinos, coordinadora general de la Organización Obstetras Feministas, pese a que se habla de la depresión en las madres durante la formación del personal de salud encargado de las gestantes y puérperas, “todavía existe demasiado tabú en relación a la salud mental en general y de las gestantes y en los discursos de las y los profesionales de la salud hay tintes muy irrespetuosos respecto a la salud mental de las gestantes”. 

DAR DE LACTAR: NINGUNA MUJER APRENDE SOLA

Pero no solo el acompañamiento y la salud mental son retos comunes en gestantes y más aún en primerizas. Para Fabiana, su principal dificultad fue la lactancia materna. “Uno de los mayores dolores que atravesé como madre hasta el momento fue cuando tuvieron que internar a mi bebé porque estaba baja de peso. La lactancia es sin duda hasta hoy de mis mayores retos”.

La lactancia materna exclusiva es considerada la mejor forma de alimentación para un menor hasta en promedio los dos años, además, según múltiples folletos difundidos por el Ministerio de Salud (MINSA), es “un acto de amor” y “la leche materna es irremplazable”. 

Sin embargo, la información y acompañamiento para las madres lactantes es pobre, y muchas veces es la principal causa de violencia para las gestantes. Al igual que Fabiana, Valery y Nicole mencionan que lo más doloroso de sus maternidades ha sido dar de lactar, o, en el caso de ellas, no poder hacerlo. 

“Mi bebé nació con más de 4 kilos, entonces tuve que iniciar lactancia mixta desde un inicio. Sin embargo tuve que destetarlo por completo con solo 5 meses y es algo que sigue siendo doloroso para mi”, nos cuenta Valery, “Lo peor es que no fue por indicación médica. Yo sufrí una pérdida cuando mi bebé aún estaba lactando, debido a esto mi suegra insistió en que, como estuve embarazada, mi leche estaba podrida. Yo, sin experiencia y por insistencia cometí el error de escucharla y no pude seguir alimentando a mi bebé”.

Sin embargo, ese no fue su único duelo. Para ella lo más difícil fue escuchar los comentarios de la contraparte. Su abuela, su madre y sus tías empezaron a insistir con lo “mala” que era por no amamantar a su bebé. “A mi me hubiera gustado tener más información respecto a lactancia que nunca tuve, la información en el hospital fue pobre y pese a que leí y traté de informarme por mi cuenta, los diversos comentarios de gente “experimentada” siempre nos hacen dudar”. 

Una situación similar tuvo que atravesar Nicole. “Si hay algo que yo no me perdono es haber dejado que mi bebé llore tanto durante tantos días, por la insistencia de la lactancia materna sin herramientas para conseguirla”, nos comenta. Según ella, los 3 días que estuvo en el hospital sufrió mucho por no poder alimentar a su bebé, y cuando solicitó ayuda recibió comentarios pasivo-agresivos de parte del personal. 

“De hecho, hasta ahora sucede. Hace poco tuvimos control y la obstetra me dijo que dar de lactar es un acto de amor, y que si no lo hago no amo a mi bebé, pero mi situación es diferente, después de mucha insistencia me diagnosticaron hipoplasia mamaria, razón por la que no produzco suficiente leche. Pero nadie me preparó para eso”, sentencia y recuerda con tristeza esos primeros días como madre, en los que se sentía culpable por no poder suplir la necesidad más básica de su bebé.   

Al respecto, Ila Chirinos nos explica que existe información sobre lactancia materna para los profesionales de salud, y que se ha estado trabajando en consejerías al respecto, sin embargo, no existe una inclusión del tema en los manuales de salud. “Existe la información, pero no llega a las usuarias, no en todos los establecimientos de salud existe una obstetra especializada en lactancia”. 

“Existen además factores relacionados al parto. Muchas madres son víctimas de violencia obstétrica y son vulneradas al no poder iniciar la lactancia en la primera hora de vida, y se vulnera el derecho al contacto piel con piel, lo que se traduce en no conseguir una lactancia exitosa”, acotó Chirinos.

Según el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF), en el Perú, el 2020 el 68.4% de recién nacidos recibía lactancia materna, cifra que cayó a 64% en el 2021. La cifra de lactancia materna exclusiva se reduce mucho más en las zonas urbanas, siendo 4 de cada 10 madres quienes no logran mantener una lactancia materna exclusiva con sus bebés. 

“Yo tuve que ver a mi hijo recién nacido siendo alimentado por otra madre y lloraba demasiado por eso. Nunca me prepararon, en el hospital me maltrataron. Mis pechos sufrieron grietas y heridas y aún así las obstetras y enfermeras los agarraban con fuerza y sin ningún cuidado cuando mi hijo lloraba. Y los comentarios de las otras mujeres, madres de mi entorno, eran crueles, siempre era un tema de conversación el que no pueda darle sólo pecho a mi bebé. Para muchas yo no lo amaba por eso”, nos explica con pesar Nicole. 

Expectativas que esclavizan

Tanto Fabiana, Valery, Mariela y Nicole han tenido que atravesar (y sigue atravesando) un camino de información limitada y poca preparación. Ser madre primeriza se ha vuelto un reto cuyo camino está cargado de críticas y cuestionamientos por no estar cerca de la “perfección” a la que las obligan a aspirar.

Fabiana decidió ser madre soltera y ha sido sumamente criticada al respecto; Valery decidió cortar lazos con aquellas personas que no le sumaban en su maternidad y también ha sido juzgada; Mariela, tras enterarse de que su pequeño tiene Trastorno del Espectro Autista, decidió dejarlo junto a su padre, porque él iba a poder darle una mejor atención médica, y todos los días la cuestionan al respecto, a pesar de que el tiempo que pasa con él es el máximo; por último, Nicole recibe constantes sugerencias para que deje de trabajar, porque “por lo menos un año debería dedicarse solo a su bebé”. 

Cada madre atraviesa un sin número de dudas y miedos que incrementan cuando se trata de un primer embarazo. Muchas veces, la carga de responsabilidad se deposita sólo en ellas cuando tienen una limitación muy grande de información, y muchas veces son ‘reñidas’ por los médicos que asumen que lo deberían saber todo solo por haber parido un bebé. 

“Si hay un consejo que puedo dar, sería no comparar tu maternidad y hacer oídos sordos a lo que no suma. En el hospital a mí me gritaron porque no se me ocurrió revisar el pañal de mi bebé, y puede sonar muy básico, pero yo no lo sabía”, menciona Valery.

“Pude estar más preparada, pero cada día es un reto, ningún bebé se parece a otro y pese a que ya tengo dos pequeños, con mi niña me sentí tan nueva como con mi hijo, ambos son un mundo, pero tener compañía en la crianza haría mucho más sencillo todo”, acotó Mariela. 

Para la especialista Ila Chirinos, el sistema de salud no está apto para la atención de ninguna mujer, y mucho menos para las gestantes y madres. Sin embargo, existe una lucha para eliminar la violencia obstétrica, para visibilizar los diferentes problemas que puede atravesar una madre y sobre todo, para eliminar el hecho de que las mujeres sigan siendo solo estadísticas y haya un acompañamiento personalizado que contribuya a respetar los derechos de todas las mujeres en el país. 

Entradas relacionadas