Las últimas horas de vida de la activista trans, Claudia Vera, reconstruidas con los testimonios de los testigos del transfemicidio ejecutado la madrugada del sábado 30 de marzo, en una calle del distrito de Independencia.

Por Alvaro Meneses

Claudia Vera llegó a la calle Los Andes del distrito de Independencia 12 horas antes de recibir 4 balazos la madrugada del último sábado 30 de marzo. Además de ser activista trans y de haber gestionado el primer Encuentro Nacional de Jóvenes con VIH en Cusco (2016), Vera era una trabajadora sexual. La calle donde murió era su centro de trabajo.

La mujer trans (23) de inicial E, quien vive en uno de los tantos hoteles ubicados en la escena del crimen, recuerda que estuvo con Claudia Vera el viernes 29 de marzo, desde las 6 de la tarde. “Se bañó, se secó el cabello, dejó la toalla colgada sobre una silla, se planchó el cabello, se maquilló, estábamos sentadas juntas en mi cama (…). Nos pusimos nuestras ropas, nos perfumamos y bajamos juntas”, relató E, también trabajadora sexual de la zona.

A las 8 y 30 de la noche del viernes, recuerda E, Claudia y sus compañeras ya estaban ubicadas a lo largo de la calle Los Andes, frente al local del Registro Nacional de Identificación y Estado Civil (Reniec) de Independencia. La noche parecía transcurrir como cualquier otra.

Cerca a las 5 de la mañana, Claudia se cruzó con A (24), otra trabajadora sexual del área que conversó con Wayka. Caminaba hacia uno de los hoteles donde vivía para descansar. “Chica, ¿te vas?”, le preguntó Claudia, según recuerda A, quien respondió que se iría a dormir. “Nooo, quédate, vamos a guerrear un rato más”, replicó Vera sin éxito.

Calle Los Andes, frente al local de la RENIEC del distrito de Independencia, a dos cuadras de las sedes Lima Norte del Ministerio Público y Poder Judicial.

La calle en hora celeste se quedó con Claudia Vera y otras 4 trabajadoras sexuales -también mujeres trans- de iniciales S, V, R y J, según confirmaron los testigos de la zona consultados por Wayka. De pronto una pareja entró en escena.

Un sujeto de origen peruano orinaba en el poste de luz, ubicado a unos metros del hotel Las Vegas, donde aún estaban Claudia y sus cuatro compañeras. A su lado lo acompañaba una mujer de acento venezolano.

El amanecer se mantuvo silencioso hasta que el hombre -delgado, de 1 metro 60 de estatura- empezó a gritar. “¡Qué chucha me miran, cabros de mierda!”, exclamó, según oyeron varios testigos de la cuadra. La mujer que lo acompañaba se sumó al instante: “¡Maricones! Ustedes nunca van a ser mujeres. ¡Pichulones, yo sí tengo vagina!”.

La mujer, con un casco de moto en la mano derecha, intentó golpear a Claudia y sus colegas de la calle. Luego de algunos minutos de forcejeo y un breve intercambio de golpes y empujones, la pareja se fue en una moto, amenazando a gritos que regresarían para matarlas.

Rojo amanecer

Una hora casi después de la gresca callejera, siendo ya más de las 6 de la mañana, las amenazas de la pareja agresora se cumplieron. Cuatro personas repartidas en dos motos frenaron con brusquedad frente al hotel Las Vegas y uno de ellos, sin quitarse el casco, alcanzó a disparar 4 balazos a Claudia en el brazo (cerca al hombro), la cabeza, la espalda y la cadera; y una quinta bala pegó en la pierna a un transeúnte identificado como Jesús Montesinos Álvarez (30).

Otras 2 trabajadoras sexuales, que se habían quedado con Claudia, lograron entrar en el hotel Las Vegas y, luego de un forcejeo con el tirador, cerraron la puerta. La consigna del ejecutador era clara: matar a todas las mujeres trans que encontrara en su camino.

“¡Mataron a una maricona!”, gritó la recepcionista de turno de los hoteles aledaños. Otra recepcionista contó a Wayka que, incluso, escuchó más de 5 disparos y que no quiso ver el cuerpo de Claudia sobre el piso, boca abajo, media encorvada, con un charco de sangre debajo de su cara y otro a medio metro, dejando la impresión de que se había arrastrado antes de morir.

Desde el 2015, Claudia Vera fue parte de los Chalecos Rojos, un grupo de promotores dedicados a dar charlas en las calles sobre la prevención del VIH.

Para las 8 y 30 de la mañana, las pantallas de los noticieros ya anunciaban la muerte de Claudia Vera: “Asesinan a sujeto de cinco balazos en Independencia”.

Sobre este tema, la activista trans, Leyla Huertas, cuestionó la falta de respeto de los medios de comunicación frente a la identidad de las personas trans. “Contribuyen con la situación de vulneración en la que nos encontramos. El hecho de no reconocer nuestra identidad, de no reconocer la mayor vulnerabilidad en la que nos encontramos”, sostuvo para Wayka.

El cuerpo baleado de Claudia, cubierto con una sábana, quedó tendido sobre la vereda hasta después del mediodía, cuando llegaron los médicos forenses y los fiscales, unidades policiales y una larga fila de personas que observaban desde la entrada de la RENIEC.

La cuadra después de su muerte

La noche de ese mismo día, cerca a las 10, un motorizado pasó por la calle donde asesinaron a Claudia Vera. Al ver a las mujeres trans paradas donde siempre, este les gritó: “¿Qué, todavía siguen vivas?”. La misma pregunta les exclamó una voz desde el interior de un auto negro que pasó varias veces por la zona.

C (18), una trabajadora sexual trans de la zona que también prefiere mantenerse en el anonimato, dijo que incluso la policía bromea con el asesinato de Claudia Vera. “Oye, Pedro, vamos a jugar fútbol, nos dicen. Oye, Marcos, Felipe, nombres de hombres nos gritan. La policía pasa y dicen oye, cuidado con la moto. Así dicen, burlándose”.

Lo que cuenta C encaja con las conclusiones del informe del Observatorio de derechos LGBT, en el que documentó que, de los 104 casos de violencia hacia mujeres trans trabajadoras sexuales registrados entre octubre de 2015 a octubre de 2016, el 69% son cometidos por policías o serenos, el 19% por desconocidos, el 7% por otras mujeres trans, el 3% por sus parejas, y el 2% por extorsionadores.

El informe del Observatorio de Derechos LGBT del 2016 entrevistó a 104 mujeres trans dedicadas al trabajo sexual de los distritos de El Agustino, Cercado de Lima, La Victoria, Los Olivos, Miraflores, San Juan de Lurigancho, San Juan de Miraflores, San Isidro y Surco.

Dos días después de la muerte de Claudia Vera, el Ministerio Público inició una investigación preliminar sobre el caso, que fue asumido por el fiscal adjunto Jesús Cabello Campos, del Cuarto despacho de la Séptima Fiscalía Provincial Penal Corporativa de Lima Norte.

Por su parte, la abogada de PROMSEX, Gabriela Oporto, discrepa con que el asesinato de Claudia Vera se califique como un homicidio calificado. “Debería investigarse como un feminicidio, en esa línea, en si hubo una relación asimétrica de poder con su victimario. Las circunstancias se tienen que aclarar”, declaró Oporto.

A casi una semana del asesinato de la activista trans, fuentes de la Fiscalía precisaron a Wayka que siguen a la espera de que el Departamento de Investigación Criminal (DEPINCRI) envíe el informe basado en los videos registrados por las cámaras de seguridad de los locales de la zona.

Mientras tanto, las trabajadoras sexuales de la zona temen declarar ante las autoridades por las amenazas de muerte que han recibido por teléfono. «Como hables nomás, traca de mierda, me dijeron por teléfono», cuenta con mortal miedo, una de ellas.