@carlosmejia1967*

La precariedad y la automatización serán los problemas que enfrenten las próximas generaciones.

Una de las preguntas que más preocupan a los padres de familia es acerca de lo que sus hijos deben estudiar para encontrar un empleo adecuado que les permita desarrollarse y formar sus propias familias. No es una decisión sencilla, pues supone una inversión de largo plazo en una sociedad bastante inestable como la nuestra.

Lo real es que el mundo del trabajo está cambiando aceleradamente y algunos empleos desaparecen mientras otros surgen inesperadamente. ¿De qué se trata este cambio? En general, se trata del impacto de las nuevas tecnologías de manejo de información y comunicación, aplicadas al mundo laboral. Es también el proceso de automatización en base a inteligencias artificiales.

Algunos consideran que nuestro país por su condición menor en la economía mundial está lejos y seguro frente a estos cambios. Pero no es así. En los últimos años, hemos visto aparecer empresas como Uber, Glovo, Rappid que se dedican a los servicios de taxis o delivery bajo modelos de trabajo muy diferentes. Estas empresas no tienen “trabajadores” en sentido legal, sino “usuarios de un aplicativo”. La diferencia puede parecer mínima, pero no lo es. Un taxista de Uber no tiene ninguna protección legal, ni siquiera un contrato de trabajo. No hay vacaciones ni seguridad social. No hay jornada laboral, por lo que nadie regula si el conductor lleva dos o catorce horas en el volante. La empresa no asume ninguna responsabilidad por las condiciones de trabajo, la salud de los conductores o los accidentes. En unos años, esos trabajadores no dispondrán de fondo de pensiones así que no podrán jubilarse.

Con la automatización, numerosos puestos de trabajo con menos capacitación serán reemplazados por algún tipo de “máquina inteligente”. En Europa, los fast food han incorporado pantallas táctiles donde el cliente hace su pedido, paga y recoge la comida. Asimismo, en algunas ciudades se están empleando trenes automatizados, es decir dirigidos desde una central y sin un conductor en el mismo tren. Todo esto significa puestos de trabajo que no se van a recuperar.

Al mismo tiempo, en nuestro país, si uno observa la situación del empleo en general, el principal problema se llama “precariedad”. Es decir, el alto numero de empleos, trabajos y cachuelos que se realizan en condiciones de inestabilidad, sin contratos escritos, con remuneraciones por debajo del mínimo legal, cuando haces prácticas que no son remuneradas o no te pagan las horas extras. En este tipo de labores, el despido es verbal y no requiere de ninguna causa objetiva. Lamentablemente, casi la mitad de la población laboralmente activa se encuentra en diferentes situaciones de “precariedad laboral”. 

Las familias peruanas entonces, enfrentan estos dos problemas. El avance tecnológico que elimina puestos de trabajo en áreas poco calificadas y un mercado laboral que está altamente desregulado, (es decir sin controles ni supervisión) por lo que ofrece mayormente empleo precario.

Si no hacemos algo al respecto, el empleo del futuro, es decir, el empleo de nuestros hijos a lo largo de sus vidas será fundamentalmente precario. Por más esfuerzos que realicen, no lograran encontrar una actividad adecuada, con derechos y una remuneración decente.

Para evitar este resultado se requiere de un amplio esfuerzo tanto del Estado, como de los empresarios y de las familias trabajadoras. El Estado no puede seguir impulsando una reforma que desregula más. Más bien debe mejorar el presupuesto del Ministerio de Trabajo y especialmente de SUNAFIL, para que tengamos todos los inspectores laborales que se requieren. Así no tendremos más jóvenes encerrados en contenedores que mueren durante un incendio.

Los empresarios a su vez deben aprender a reconocer el trabajo de sus empleados. Y aceptar el funcionamiento de sindicatos que negocien los incrementos de salarios, la capacitación laboral y luchen contra toda forma de discriminación en las empresas. 

Nosotros, mientras tanto debemos inculcar entre los nuestros, una cultura del trabajo responsable y del diálogo social. Pues, en los países donde hay una ciudadanía fuerte, los empleos son más seguros y decentes.

*Sociólogo (UNMSM) y Magister en Relaciones Laborales (PUCP). Especialidad en Derechos Humanos Laborales por la Universidad de Castilla La Mancha. Ha trabajado en el Instituto de Estudios Peruanos, CIPCA y PLADES. Ha sido asesor técnico de la CGTP en temas de reforma estatutaria, análisis político y organización sindical. Ha sido asimismo Director de la Escuela Nacional Sindical «Pedro Huilca Tecse» de la FTCCP. Ha dictado el curso de Sociología del Trabajo en la UNMSM. Capacitador y asesor gremial de diferentes federaciones y sindicatos. Investiga temas del mundo laboral, género y organización gremial.