Aún no hay información oficial sobre los daños del aluvión que ayer golpeó a la provincia cusqueña de La Convención. Según reportes tempranos de la municipalidad de Santa Teresa, un 50% de las viviendas del sector Sahuayaco y 80% de las casas en Chaullay han sido arrasadas. La zona ha quedado incomunicada. Pese a que los medios difunden que habrían 20 personas desaparecidas y que hay turistas atrapados en la ruta, lo cierto es que ni siquiera tenemos esos datos. «El huaico ha sido tremendo. Puede haber gente sepultada en el lodo, pero no tenemos manera de saber aún», dijo a Wayka el director de Indeci Cusco, César Chonate. Él y otras autoridades volaron hoy sobre la zona, pero por la nubosidad no pudieron completar su evaluación.
Tampoco se sabe aún si el aluvión fue producto de las lluvias o si un pedazo del nevado Salkantay se ha desprendido, causando un desembalse de la laguna en la zona alta del apu. Lo segundo es lo más probable.
Aunque no suele suceder, no es la primera vez que en el cauce del Salkantay arremete un aluvión. Es un alivio que hoy el Consejo Regional aprobara declarar en emergencia al distrito de Santa Teresa, a fin de usar el presupuesto para atravesar las montañas con ayuda. Pero sería mucho mejor trabajar planes de prevención de riesgo a largo plazo, en lugar de activar emergencias cada vez que el daño ya está hecho. Cada verano.
Todo Cusco presenta alto riesgo entre diciembre y marzo, cuando las lluvias cargan los ríos y activan las quebradas. Además el acelerado retroceso de los glaciares cusqueños es una amenaza cada vez mayor. Una década ha pasado desde uno de los veranos que más golpeó al Cusco. En 2010, no solo se cerró Machu Picchu y quedaron varados cientos de turistas -como tanto resaltaron los medios tradicionales-. Hubo muertos, heridos, pueblos destruidos, y 16 mil hectáreas de sembríos echados a perder. Desde entonces se ha hecho muy poco en prevención.
Emergencia y corrupción
En 2015, el entonces gobernador regional, Edwin Licona, logró que se declarase la emergencia en su región, pero en lugar de poner manos a la obra, Licona habría puesto las manos en la coima. Hoy, el exgobernador cumple una prisión preventiva de 36 meses en el penal de Quenccoro.
Unos mensajes de texto entre Licona y la empresaria Janet Castro constituyen para la Fiscalía la prueba más contudente del delito. En uno de los mensajes, Castro, quien ya ha admitido la irregular coordinación, le escribió a Licona que había cumplido con «abonar el diezmo», según informó La República Sur.
En medio de la emergencia, el 31 de diciembre de 2015, Edwin Licona presentó su propuesta al Consejo Regional del Cusco para exonerar la contratación de 19 empresas para obras de descolmatación del cauce de ríos en varias provincias. Ese mismo día, la empresa de Castro ganó una de las obras por S/ 324 mil.
En total, Licona quiso pagar más de S/ 11 millones a empresas que no tenían capacidad ni experiencia en prevención de riesgo. La fiscal anticorrupción, Gladys Aparicio, concluyó en su investigación preparatoria que Licona no solo coordinó con Janet Castro sino también con otras 18 empresas y personas naturales, a los que se les adjudicó proyectos millonarios. Todos ellos enviaron sus facturas al Gobierno Regional sin haber realizado ningún trabajo o servicio. Estas facturas fueron aceptadas por la región, comprometiendo el tan necesario presupuesto para prevención de desastres.
De esas 19 obras que al final quedaron estancadas por los reclamos del Consejo Regional, cinco iban a desarrollarse en la provincia de La Convención. Más precisamente, el sector de Chaullay era parte de esa lista de obras truncas. «Descolmatación con maquinaria del cauce del río (…) ubicado en la localidad de Chaullay, para la protección del puente y vías de protección en el distrito de Maranura», se lee en el acta creada en 2015.
Sin planes reales de prevención
«En los siguientes años ya tuvieron recelo en hacer este tipo de mantenimiento [de emergencias]. Nunca se ha trabajado planes reales de prevención. Además el presupuesto para esto es mínimo. Lo que existe es la costumbre de esperar a que sucedan las desgracias para recién declarar la emergencia. Y es allí que los corruptos aprovechan», sostiene el exconsejero regional y experto en presupuestos, Alain Alanocca.
El actual gobernador regional de Cusco, Jean Paul Benavente, opina que el escándalo de corrupción de Licona ha sido un retroceso. «Mi región está en permanente emergencia, si no es por aluviones, huaicos, inundaciones, desbordes, etc., es por heladas, friajes, incendios forestales. Estamos todo el año atendiendo emergencias. Necesitamos maquinarias y articulación de diferentes sectores para trabajar en sistemas de monitoreo permanente, prevención y alerta«, dijo Benavente a Wayka.
Queda confiar en que el actual presidente regional empiece a ofrecer esos planes de largo plazo que requiere la gran vulnerabilidad climática de Cusco.
*Periodista especialista en medioambiente