(Esta es la transcripción de un relato para Wayka del Doctor Bara Zuhaili, ciudadano estadounidense que estuvo como médico cirujano vascular voluntario en el hospital Shohada al Aqsa del 22 de Enero al 5 de Febrero del 2024. El texto está reordenado para mayor fluidez sin afectar el contenido.)

Por Doctor Bara Zuhaili 

Pensé mucho en contar estas historias y concluí que si esto es lo que la gente de Gaza realmente vive, lo mínimo que podemos hacer es escucharlas, incluso si son perturbadoras. No voy a endulzarlas. Y pido disculpas de antemano porque son historias espantosas pero no tengo otra forma de contar lo que está pasando.

Primer relato

Me llamaron por un niño. Y digo niño porque nunca supe ni su edad ni su nombre. Explico porque en un minuto. Ese niño fue víctima de un bombardeo y fuí a ver qué podemos hacer para salvar sus extremidades. 

Cuando entré, esto es lo que vi: su brazo derecho fue amputado completamente desde el codo. En la mano izquierda ya había perdido los dedos meñique y anular y el dedo medio quedó semi adherido. Entonces mi trabajo como cirujano vascular era salvar lo que se pueda salvar. Yo junto cosas entre sí y este tercer dedo colgaba de un hilo. 

No sabía nada sobre el niño, según lo que sé de mis propios hijos estimo que tenía entre 9 y 12 meses. Como padre, sé cómo comen mis hijos. Entonces mi objetivo era darle a este niño tres dedos funcionales, para que al menos él pueda alimentarse solo, ya que el otro brazo no existía ya. Así que pasé unas dos horas uniendo ese dedo. Tuve una especie de orgullo por lo que estaba haciendo por falta de una mejor palabra. 

Al terminar me quité la bata y le pedí al personal que me llevara con sus padres. Estos me miraron como si fuera un extraterrestre. “¿Nadie te lo dijo?”, me preguntaron, “Toda su familia fue aniquilada. Los padres, cinco o seis hermanos, se han ido por completo. Y no tenemos ningún miembro superviviente de su familia que los cuide.”

Ahora bien, no soy nuevo en esto. He realizado varias misiones antes de esta. De hecho, estaba en Turquía, cuando ocurrió el terremoto. He visto muchas situaciones malas. He estado en el noroeste de Siria durante la Guerra Civil. Estoy bastante familiarizado, me considero alguien que no iba a derrumbarse fácilmente. 

Pero esta vez rompí a llorar. Pensé, ¿quién va a cuidar a este niño? No tiene brazo, tiene solo dos dedos y medio, ni siquiera sabemos su nombre, no sabemos su edad, no sabemos nada sobre él. Y lo que realmente me molesta y la razón por la que cuento esta historia es que si escuchas las noticias, solo dicen estadísticas como que 20 personas murieron y 100 resultaron heridas. Pero esta es una historia real de este niño. Y se pueden imaginar la miseria que este niño está viviendo y obviamente vivirá toda su vida.

Segundo relato 

Estando en el quirófano me llamaron y me dijeron  “hay que dejar todo e ir a urgencias, tenemos una situación”. Yo respondí que tenía a alguien siendo atendido justo en frente. Cuando pregunté ¿cuál es la situación?,  me dijeron: “no podemos explicarle, simplemente deje todo y venga a emergencias.”

Era una señora. Durante un bombardeo, ella tenía a su bebé en los brazos.  El calor era tan fuerte, que no solo mató a su bebé, sino que su bebé se derritió y se fusionó con su brazo.  Esta madre que por cierto todavía estaba despierta y hablando, estaba mirando a su bebé. Ahora, obviamente, su mano estaba muerta, el bebé está muerto, no había nada que podía hacer al respecto. “Necesitamos que hagas algo”, me dijeron. 

En este momento solo me quede mirando y me imaginaba lo que me iban a pedir que haga. Pero sinceramente esperaba estar equivocado.  Ellos esperaban lo contrario: que yo supiera lo que tengo que hacer. Pero entre mi terquedad y mi esperanza de estar equivocado, se dieron por vencidos y me dijeron, “tenemos un bebé muerto, tenemos que enterrarlo pero no podemos despegarlo del brazo. Necesitamos que amputes el brazo con el bebé para poder enterrarlo.” 

Así lo hice, la llevé al quirófano. Le amputé el brazo que tenía al bebé. Y ni siquiera intenté separar al bebé del brazo. Inicialmente esperaba ir a enterrar el cuerpo. No pude. Estaba en tal crisis emocional que no podía hacer eso. Traté de dormir, tomar un descanso, pero solo pasé toda la noche intentándolo. 

Al día siguiente, quería ir a encontrarme con esa madre nuevamente. Porque cuando la conocí, no estaba en mi mejor forma para decir lo que debía decir, no tenía los modales básicos para decir, por favor acepten mi más sentido pésame. Yo no hice nada de eso. Entonces dije, al día siguiente, debería tener los modales básicos y ser un ser humano. Entonces entré en la habitación. Cuando entré, ella me miró, me apuntó con su otro brazo, y me dijo “eres tu el cirujano que me cortó la mano ayer”. Y no pude responder. Y luego siguió preguntándome más y más fuerte hasta el punto que casi me gritaba. 

Finalmente dije que sí, lo soy. De alguna manera, esperaba un colapso emocional. Pero ella sonrió y me dijo, “bueno, shukram» (gracias en arabe). Me quedé en shock absoluto y en silencio. No sabía qué decir.  ¿Cómo sonríe? ¿Cómo dijo gracias?  Ella continuó: «apuesto que no sabes porque te agradezco. Estaba pensando en tí y en cómo no conoces toda la historia. Ella es especial para mí desde el momento en que nació. Su nombre es Mennatullah». Mennatullah en árabe significa “regalo de Dios”. La señora continuó “Mennatullah era especial desde el día en que nació. Todo en ella lo era, la forma en que sonreía, la forma en que se movía, en todo. Y ahora estoy feliz porque incluso cuando murió, ella fue especial. Piénselo de esta manera, ella murió como una mártir y se llevó un pedazo de mí con ella. El Día del Juicio, cuando resucitemos todos, ella saldrá de la tumba y se llevará mi brazo consigo al cielo. Así que estoy muy bendecida con eso. Por eso es te que digo, gracias.” 

Estas son dos historias. Tengo muchas más. Pero por razones de tiempo, creo que esas historias resumen la miseria y la resiliencia. Porque, repito, no soy nuevo en esto. He visto mucha miseria antes. Pensé que lo había visto todo y ya no podría ser peor. Pero estaba tan equivocado. Eso es lo que es especial sobre Gaza. Y es por eso que, tal como lo mencioné, me siento muy muy honrado de haber ido allí. Porque nunca imaginé que vería tanta miseria y tanta resiliencia en un mismo lugar.