Hace algunos días se desmintió que el peruano radicado en China, Jorge Cuyubamba, fuera un científico experto en biotecnología e ingeniería genética, a partir de sus declaraciones en medios de comunicación, debido a que no cuenta con estudios en esas ramas y, sobre todo, porque sus discursos lucen nulos sobre la COVID-19. Reveló la gran debilidad de los medios de comunicación en la validación de fuentes, pero también incapacidad para detectar argumentos manidos, poco especializados o simplemente hacer caso al sentido común.

Cuando salieron las denuncias de falsedad y los medios se disculparon, dijeron “Cineasta no era científico”, “Medios publican Fake News basándose en declaraciones de cineasta como si fuera científico”, o afirmaron “se había especializado en Dirección de Cine en la Academia de Beijing”.

Tampoco los medios se tomaron el tiempo para googlear, o darse una vuelta por las redes sociales como para comprobar que se trataba de un “cineasta” sin estudios de cine y sin película.

Jorge Luis Cuyubamba Domínguez ya había salido varias veces en medios nacionales para hacer gala de un logro cinematográfico sin antecedente en la historia del cine peruano: su supuesta ópera prima, coproducción entre China, Perú y Mongolia, que denominó El príncipe de la fantasía (Parte 1):  La maldición del Supay (2016), que según él había logrado en la taquilla de ese inmenso país, nada más y nada menos que ocho millones de espectadores. Incluso un medio subtituló su nota como un logro “Marca Perú”.

En esas notas dijo que su película era coproducida por Huayi Brothers Media Corp., la compañía multinacional de entretenimiento a gran escala. ¿No se pudo googlear el nombre de esa productora para saber que se trataba de un emporio multimillonario, que coprodujo films como, por ejemplo, la taquillera Kung Fu Hustle de Stephen Chow? ¿No se pudo relacionar la factura de primer nivel de esos films industriales y comparar con el insultante y pobre tráiler que Cuyubamba puso en su Youtube?

Incluso, Cuyubamba se atrevió a decir en la página de Facebook de un divulgador del cine peruano que lo promocionaba, que si le daba la gana podría hacer su versión de Asu Mare, donde Cachín hiciera de ninja, y sobrepasar fácilmente esos más de 3 millones de consumidores que hizo aquí la película de Tondero. Incluso ante una pregunta en esa página de por qué su película no aparecía en ningún Box Office, ni de EE.UU., ni menos de China continental, dijo “es solo un humilde filme estrenado en pequeñas ciudades de la provincia de Cantón y Fujian en China”. Sí, claro.

Lo que no cabe duda, es que el tal mentado film no existe como tal, solo tiene un “tráiler” penosamente editado, con imágenes hechas a la “champa”, con inserciones piratas de documentales a lo Promperú, o con escenas del famoso éxito youtubero “Agüita de coco”. Es decir, Cuyubamba también hizo notas de prensa que fueron enviadas y publicadas sin ningún rigor por los medios, donde hablaba de su supuesto éxito en China, y que al final de cuentas, se trató de un film inexistente.

Más allá de las falsedades cotidianas sobre el cine peruano que se leen en medios, sobre todo tradicionales -como afirmar a viento y marea que tenemos una industria-, queda claro que hay muchos ejemplos de la fragilidad que tienen los medios para informar sobre cine sin verificar las fuentes o corroborar siquiera en Google la información de las notas de prensa. El cine también requiere de la experiencia y la curiosidad de los periodistas, requiere un mínimo de especialización, que va más allá de saber a quién nominaron al Oscar. Requiere entrar a bases de datos, a páginas de festivales y a páginas de instituciones, fondos de cooperación, de las mismas producciones, para verificar y dar con los datos correctos.

Es probable que nos hayamos sorprendido de modo grato cuando leemos un titular que indica que “Leslie Shaw causa sensación en película de Hollywood”, cuando en realidad se trata de un bodrio más de la productora de Roger Corman y que solo tuvo distribución en video.

Cómo olvidar cuando leímos en medios que “Cortometraje La revelación de Jason Day llega al Festival de Cannes”, o cuando dijo se había comprado Frac para pasar por la ansiada red carpet y dejar en alto el nombre del Perú, cuando, en realidad, su corto fue incluido en una selección llamada Short Film Corner, que en resumen es una vitrina donde los cineastas pagan para ser mostrados en una plataforma online que no tiene relación con la selección oficial del Festival de Cannes.

Cómo olvidar las decenas de entrevistas, reportajes, notas en medios masivos, al trujillano Santiago Vitteri, cineasta y usual asistente de dirección en diversas producciones televisivas, quien dijo alguna vez a un medio peruano que estuvo en Cannes (se refería obviamente al mentado Short Film Corner, que del festival de Cannes no tiene mucho), “donde pudo conocer al aclamado director Woody Allen, quien viendo en él un enorme potencial no tuvo más que palabras de elogio: “Me gustó tu cortometraje, sigue así y le darás un Cannes al Perú”. O esa nota donde se afirmaba que «el director recientemente ganó La Palma de Oro 2010 del Festival de Cine Internacional de México (¿existe?), que fue su primer premio internacional».

Ni qué decir cuando el canal Ozono Televisión de Trujillo descubrió que unas fotos de Vitteri con Demi Moore, Drew Barrymore, Megan Fox, Leonardo Di Caprio, Robert Downey Jr. y Robert De Niro, como si los estuviera dirigiendo o trabajando con él, eran falsas.

Este año también leí un titular llamativo: “La película animada “Vigilados” es la primera producción peruana de este género que es seleccionada en el prestigioso Festival de Cannes”. Wow, me dije, pero al googlear me topé con la decepción de que solo se trataba de un evento al interior del Marché du Film, que es un mercado del festival, y organizado por el Festival de Annecy, pero que no pertenece a ninguna selección oficial del festival. Saber eso me tomó tres minutos, algo que los periodistas ni se detienen a hacer.

Y así podría mencionar decenas de ejemplos y cuestionar el poco interés de los periodistas por conocer un poco más sobre los sistemas del cine, por ejemplo, saber cómo funcionan, qué implica estar de verdad seleccionado en un festival de calidad, qué significa una coproducción, qué significa tener 8 millones de espectadores en la lejana China. Una memorable lección para no volver a publicar por publicar.