Uno de los argumentos más utilizados por los conservadores morales es la defensa de lo natural. Según ellos, se trata de defender a la familia ‘natural’ respecto de una serie de prácticas que ‘no son naturales’. Lo que sorprende es que su defensa de lo ‘natural’ se concentra, exclusivamente, en lo que uno hace en su cama, y olvidan por completo la crisis que el ser humano está causando a la naturaleza por la depredación y la contaminación.

Durante la ofensiva del autodenominado movimiento Con Mis Hijos No Te Metas hemos escuchado que la diversidad sexual no es ‘natural’ y que ciertas prácticas, como el sexo anal, no son ‘naturales’. También, que los métodos anticonceptivos no son ‘naturales’. Recientemente una congresista fue más allá, y afirmó que el único objetivo del sexo es la reproducción, y no el placer.

Les tengo una noticia: nada de lo que hace el ser humano es ‘natural’. No es natural la computadora en la que escribo estas líneas ni tampoco los lentes que me ayudan a ver mejor. No es natural la ropa que me abriga en estas frías noches de otoño ni el café caliente que me acompaña servido en una taza que tampoco es natural.

Ya hace muchos años la antropología nos ayudó a entender que ni siquiera nuestras necesidades básicas son completamente ‘naturales’, porque están marcadas por la cultura y lo social. Por supuesto que es ‘natural’ que necesitemos comer. Pero, ¿qué cosa es comida? es algo muy cultural. En algunos lugares ciertos gusanos son un manjar exquisito, y en otros no podrían considerarse comida.

Tampoco existe la familia ‘natural’: existen cientos de modelos de familia que varían de acuerdo a marcos culturales e históricos, al contexto y a la vida y opción de las personas; desde el ancestral matriarcado hasta las familias homoparentales. Con los roles de género; es decir, ¿qué se considera femenino y masculino?, también ocurre lo mismo. ¡Y ni qué decir de la sexualidad! Mientras hay congresistas que prefieren tener sexo como animales salvajes; es decir, con fines estrictamente reproductivos, ya los mochicas reconocían las prácticas sexuales más diversas y recreativas.

Así pues, no tiene ningún sentido discutir qué es “natural” en el ser humano, pues todo es artificio, creación y cultura. El mundo humano es el mundo de lo artificial, de lo social, de lo construido, de lo convencional, de lo cambiante y contingente.

Pero si los moralistas y conservadores quieren genuinamente preocuparse por el orden natural, podrían ayudar muchísimo poniendo atención a la crisis ambiental. Esta semana, las Naciones Unidas publicaron un dramático informe en el que muestran que 1 millón de especies están en peligro de extinción a causa del impacto humano en los ecosistemas. La crisis ambiental llevará a una catástrofe para los propios humanos en menos de dos o tres décadas a menos que actuemos ¡ahora!

Las causas no tienen nada que ver con las prácticas sexuales que obsesionan a ciertos congresistas: la crisis climática ocasionada por el petróleo, la destrucción de hábitats por causa de la deforestación, la sobreexplotación de los océanos, la acumulación de la basura que genera nuestro consumismo, el extractivismo desenfrenado, he allí los verdaderos factores que ponen en riesgo el ‘orden natural’. He allí la verdadera amenaza para nuestros hijos e hijas.

¿Por qué estos fariseos de la moral no dicen ni hacen nada al respecto? Muchas iglesias, incluyendo tanto a importantes corrientes católicas como a varias confesiones protestantes y evangélicas, ya han definido que la lucha más urgente e importante en este momento es la defensa de lo que llaman ‘los bienes de la creación’. Pero estos conservadores altisonantes hacen oídos sordos y parece que solo les preocupa el sexo. ¡Cuánto ayudarían dedicando sus sermones y canales de televisión a difundir la crisis ambiental y educar a sus feligreses en prácticas sostenibles! ¡Cuánto ayudaría a que organicen una verdadera Marcha Por La Vida para defender todas las formas de vida en nuestro planeta! Sus congresistas podrían dedicarse a interpelar a la ministra de Ambiente y fiscalizar qué hace el Estado para evitar la deforestación de la Amazonía o para impulsar la transición energética. En vez de eso, están obsesionados con interpelar a todos los ministros de educación y cuestionar la igualdad de género. Pero al mismo tiempo promueven una nueva Ley de Hidrocarburos que pretende introducir la súper contaminante técnica del fracking en nuestro país. Incoherencia total.

Yo no sé si existe un Dios. Pero si existiera, estoy seguro de que le preocuparía más la destrucción de su hermosa creación por culpa de la avaricia y el consumismo humanos, y que no le interesaría en  lo más mínimo lo que hacemos en la cama.