Se ha abierto un período de cambios en el Perú. El golpe parlamentario y las masivas protestas ciudadanas -las más grandes desde los 4 suyos, o quizás aún más grandes- parecen marcar el inicio del fin del régimen político actual. Pero es necesario tener una lectura fina de las fuerzas que están operando, a fin de que la crisis de hoy nos permita construir un mejor mañana.

En este golpe han actuado tres actores principales.

El primero es el que se ha hecho con el control del poder Ejecutivo: la ultraderecha. Ántero Flores Aráoz y su gabinete condensan claramente a este sector autoritario y conservador, articulado en los últimos tiempos en la autodenominada “Coordinadora Republicana”. Aquí está: lo que queda del aprofujimorismo y del Acción Popular de Vitocho y Merino, junto con la oligarquía racista y los operadores de la CONFIEP. Una mezcla de los viejos partidos que buscan detener las investigaciones anticorrupción, los viejos aristócratas que siguen pensando que el Perú es su chacra, y los neoliberales y los gremios empresariales que quieren desmantelar las regulaciones ambientales y laborales. Además, son un grupo fundamentalista antiderechos, que no entiende nada sobre derechos humanos, equidad de género, o medio ambiente. Son, como bien se ha dicho en redes, un gobierno de dinosaurios, un gabinete sacado no se sabe bien si de 1950 o de 1850.

Como bien lo anotó Carlos Bedoya hace semanas, este ha sido el grupo que articuló la iniciativa central de la conspiración contra Vizcarra.

Hay que decir que es un grupúsculo que NO representa a nadie, salvo a sus propios intereses. Son la clase política a la que el Perú ya le dijo adiós. Ántero Flores quedó ÚLTIMO en las últimas elecciones, el APRA no pasó la valla, y el candidato más representativo de este sector, Rafael López Aliaga, está debajo del 1% en las encuestas. Su única opción electoral “viable” es Keiko Fujimori, que es al mismo tiempo la candidata con mayor rechazo del país. Es un grupo que, literalmente, no tendría posibilidades reales de acceder al poder democráticamente.

Su aislamiento absoluto ha quedado en evidencia en estos días. No representan a nadie. El país entero se ha movilizado a lo largo de toda la semana, y los personajes más inesperados, desde Janet Barboza hasta Fernando Armas, desde Wendy Sulca hasta Armonía 10, Renato Tapia o el “Orejas” Flores se han expresado en rechazo a un gobierno que nadie eligió.

Incluso algunos congresistas que votaron a favor de la vacancia ya se empezaron a desmarcar, cual ratas que huyen de un barco que se hunde. Este gobierno es insostenible, y si llega a abril será un milagro, un fenómeno político único que se estudiará por años en las facultades de ciencias políticas. Más aún después de la represión brutal de la Policía, que es una muestra más de lo solos y débiles que se sienten. Son tan, pero tan débiles, que lo único que tienen es la fuerza.

Pero hay otros dos actores que han participado del golpe parlamentario, y que tienen intereses distintos. Uno es el de los políticos-empresarios dueños de universidades privadas: “Podemos” de Luna y APP de Acuña. Su interés es obvio, directo y descarado: desmantelar la reforma universitaria y seguir con sus negocios-estafa sin ninguna fiscalización por parte del Estado. Es tan, pero tan descarado, que la TELESUP envió el jueves una carta notarial a la SUNEDU dándole un ultimátum para que autorice su funcionamiento.

Los intereses de este grupo son coincidentes, en parte, con el primero, al punto que el estudio de Ántero es parte de la defensa legal de TELESUP -lo que es un conflicto de intereses escandaloso e inadmisible, dicho sea de paso.

Sin embargo, estos dos grupos no representan lo mismo: por ejemplo, las iniciativas populistas del partido de Luna sobre repartir el dinero de las AFP y la ONP seguramente serán bloqueadas por el gabinete de la Coordinadora Republicana.

El tercer grupo, en cambio, no tiene ningún interés inmediato en acceder al poder: se trata UPP, el grupo facho-corrupto de Antauro Humala, Edgar Alarcón y José Vega. Si bien ellos fueron activos promotores de la vacancia, no les interesa formar parte de un gobierno impopular que se cae a pedazos. Lo que les interesa es todo lo contrario: ser la oposición radical a ese gobierno y capitalizar política y electoralmente. La presentación de un proyecto de Ley para abrir un proceso constituyente es la muestra más clara de esta estrategia. Si bien se manejaba la hipótesis de un indulto a Antauro, eso no parece probable con un gabinete de Ántero. Lo que más le conviene a UPP es, por el contrario, mantener el mito de Antauro en la cárcel y hacer campaña con un discurso incendiario.

Ya en las calles se ha visto a este sector con un discurso típicamente fascista, del tipo “ni izquierda ni derecha, nosotros somos el pueblo”.

Al respecto, hay que tener una cosa clara. Los antauristas hablan todo el tiempo de “pena de muerte para los corruptos” (¡e incluso en el Congreso hablaron abiertamente de fusilar a Vizcarra!). Sin embargo, el destituido ex contralor Edgar Alarcón, con 39 investigaciones fiscales, es uno de los hombres fuertes dentro del partido de Antauro. Cuando alguien habla de fusilar a los corruptos, pero se junta con corruptos, en realidad lo que quiere hacer es fusilar a sus opositores políticos.

Este sector, por cierto, es el mismo que ha presentado un proyecto de Ley para permitir la minería de oro en la Amazonía. Los supuestos extremos se tocan: los antauristas se presentan como radicales, pero son tan autoritarios, destructores del medio ambiente, machistas y antiderechos como la Coordinadora Republicana.

Los otros grupos que dieron sus votos para la vacancia -sin contar a Somos Perú, que es solo una inscripción electoral sin ningún contenido- fueron el Frente Amplio (con la excepción valiente de las congresistas Rocío Silva y Mirtha Vásquez) y el FREPAP. Estos grupos terminaron siendo furgón de cola de los operadores que hemos mencionado, tontos útiles en un plan mayor, guiados por un principismo vacío e irresponsable ante las consecuencias inmediatas de la vacancia.

El período que se abre en el Perú es pues sumamente delicado. Mientras por un lado se cae a pedazos el viejo régimen político representado por Ántero, el fascismo de Antauro quiere pescar a río revuelto y abrir un proceso constituyente para imponer una constitución a su medida.

Yo creo que sí, que en el Perú se abre un momento constituyente. Y que la tarea por delante es doble: pasar la página de esa vieja oligarquía corrupta y antiderechos, pero cerrando el paso a los proyectos autoritarios y fascistas. Y abrir las puertas al Perú del bicentenario, un Perú con democracia, sin corrupción, que garantice los derechos humanos y los derechos sociales de todos y de todas, y que apueste por la protección del medio ambiente como lo exigen los desafíos globales del siglo XXI.