¡Si no hay solución, la huelga continúa!, es una de las arengas que gritan los docentes desde hace más de dos meses en la plaza San Martín, y en diferentes parte del Perú. El día de ayer la Confederación General de Trabajadores del Perú (CGTP) convocó a un paro nacional en apoyo a los maestros el cual culminó nuevamente con represión y enfretamientos con la Policía.

Texto y fotos de Juan Zapata

Uno de los jirones del centro de Lima lleno de humo lacrimógeno y con policías dispuestos a usar la fuerza para imponer su autoridad.

 

Un herido en la avenida Abancay. Mientras sus compañeros lo atendían, la policía continuó lanzando bombas lacrimógenas al lugar en donde se había desmayado este profesor.

 

Cansados de la fuerza bruta, los manifestantes respondieron agresivamente contra la policía montada.

 

Sin pensar en las consecuencias, la policía disparaba sin cesar perdigones y bombas lacrimogenas por los jirones que dan hacia la avenida Abancay y alrededores.

 

Personas encerradas en un edificio protegiéndose de los perdigones y gases lacrimógenos.

 

Una bomba impactó en el brazo de un manifestante de nombre Alexander, dejándole esta dolorosa marca en su piel.

 

Por momentos la calma regresaba a la avenida Abancay pero, de pronto, la policía replegaba a los manifestantes con golpes y empujones.

 

Pedro Castillo en la avenida Abancay dirigiéndose hacia el Congreso.

 

Personas en una de las galerías de la avenida Abancay viendo cómo los manifestantes y la policía tenían un violento enfretamiento sin treguas.

 

Un policía devolviendo una lacrimógena a los manifestantes pateándola.

 

Dos mujeres, una de ellas agachada, afectada por los gases. Por momentos no había hacia donde correr y por ello, la única alternativa era tirarse al suelo en medio del gas lacrimógeno.

 

Varios padres de familia han apoyado la huelga y se manifestaron juntos con los profesores.

 

Varias mujeres terminaron llorando por la fuerza policíal que no medían nada, afectando a los más débiles: niños y ancianos.

 

Personas corriendo por el jirón Huallaga evitando ser rociados por el ‘Pinochito’ y los gases lacrimógenos.

 

Un policía retando violentamente a un manifestante con su bara.

 

Los manifestantes recogieron las bombas que le lanzaron para evidenciar la cantidad innecesaria de lacrimógenas con la que la policía intentaba dispersarlos.

 

Un señor, en medio de la violencia, rezando y pidiendo por sus compañeros.

 

Varias calles del centro de Lima lucieron llenas de gas lacrimógeno.​