Julian Assange, el fundador de Wikileaks —medio de comunicación de filtraciones— fue puesto en libertad tras llegar a un acuerdo con el Departamento de Justicia de los Estados Unidos (EEUU). Sin embargo, tuvo que declararse culpable de espionaje ante EEUU que le demandó por filtrar millones de documentos y material clasificado de la Inteligencia estadounidense y de otros gobiernos como el de Perú. Esta forma de exponer la información ante la sociedad también cuestionó y replanteó el trabajo de los periodistas a nivel mundial.
Por Jair Sarmiento
Tras 12 años de cautiverio, Julian Assange es libre. Así lo ha hecho conocer ayer el medio de comunicación Wikileaks, a través de sus redes sociales en donde se observa una camioneta que traslada al periodista y hacker australiano al aeropuerto de Stansted (Reino Unido) para retornar a su país, luego de llegar a un acuerdo con el Departamento de Justicia de los Estados Unidos.
Para obtener su libertad, Julian Assange tuvo que declararse culpable de espionaje ante Estados Unidos que le demandó por filtrar millones de documentos y material clasificado de la Inteligencia estadounidense y de otros gobiernos como el de Perú, que destaparon graves casos de corrupción gubernamental y graves violaciones a los derechos humanos.
Uno de los casos que más resonó a nivel mundial ocurrió en abril del 2010, cuando Wikileaks filtró y publicó un video militar clasificado en donde se muestra un helicóptero Apache estadounidense que dispara y mata a dos periodistas de la agencia de noticias Reuters y a un grupo de civiles iraquíes en 2007, entre ellos, un niño. En el audio del video se escucha gritar a los soldados: Bastardos. Cuatro millones de personas lo vieron en YouTube en apenas tres días.
Tres meses después, WikiLeaks publicó más de 91.000 documentos, la mayoría de los cuales eran informes militares secretos de Estados Unidos sobre la guerra en Afganistán. A esto le siguió en octubre la publicación de unos 400.000 archivos militares clasificados de Estados Unidos que relataban la guerra de Irak de 2004 a 2009.
Respecto a Perú, Wikileaks reveló más de 18.000 documentos que hacen referencia a temas vinculados a Perú sobre diversas situaciones políticas. Hubo 124 documentos referidos a Perú con el título: Fujimori, según el portal Utero.pe y el blog del abogado de Hiperderecho, Miguel Morachimo.
En aquel momento, Assange tuvo como aliados a cinco grandes medios tradicionales: El País, The Guardian, The New York Times, Le Monde y Der Spiegel, con el fin de difundir 250.000 notas de las embajadas estadounidenses.
La libertad de expresión y filtración
A partir del caso de Wikileaks y Assange, la prensa tradicional e independiente se cuestionó sobre la forma de publicar dichas filtraciones y cuales son los alcances de la libertad de expresión.
Según un artículo de la Red Ética de la Fundación Gabo, los directores de periódicos que recibieron los primeros voluminosos paquetes de información obtenidos por Assange para Wikileaks, fueron cuidadosos ya que les aplicaron a esos documentos las mismas normas que cualquier periodista debe observar en su manejo de las fuentes.
Sin embargo, también hubo un debate si publicar todo era ético o no. «Hay secretos publicables y secretos que deben seguir siéndolo, y que la máxima prioridad es para los secretos que deben conocerse por interés del bien público. Por ejemplo, los asesinatos cometidos por militares de Estados Unidos en Afganistán. Hay otros secretos, en cambio, que no deben ser publicados y así permanecieron silenciados: los que ponían en peligro la seguridad pública», menciona dicho artículo.
Hubo un gran sector de la prensa que también se negó a llamar periodista a Assange por su forma de proceder frente a estos documentos. Otros solo lo tildaron de informante o hacker.
Hoy la periodista Rosa María Artal publicó un artículo en el Diario.es que concluye dicho debate de esta forma: «Doce años de prisión demuestran lo que importaba mantener los secretos de tanta trampa. La muerte espantosa de inocentes. No pueden ser, no deben ser, un código de seguridad a preservar. ¿Y cómo se llama ese misterioso ente que cuenta a la sociedad lo que los poderosos quieren ocultar? Periodismo.».
Por su parte, Wikileaks envió un mensaje a sus lectores: «Este es el resultado de una campaña global que abarcó a organizadores de base, defensores de la libertad de prensa, legisladores y líderes de todo el espectro político, hasta llegar a las Naciones Unidas. Esto creó el espacio para un largo período de negociaciones con el Departamento de Justicia de Estados Unidos, que condujo a un acuerdo que aún no se ha cerrado formalmente. Proporcionaremos más información lo antes posible».
A partir de la filtración de Wikileaks, se hicieron otras a nivel global que permitió investigaciones periodísticas transfronterizas como los casos: Offshore Leaks, los Luxemburgo Leaks o el caso Panama Papers, que implicó un volumen 2 mil veces mayor al de Wikileaks.
El papel de Assange y Wikileaks ha permitido volver a reconstruir las estructuras de información y los conceptos como la libertad de informar o libertad de expresión, generando una serie de debates ciudadanos y periodísticos para llegar a un punto en común, que es que los lectores estén informados sobre lo que las élites y dueños de los países no quieren que se sepa.