Anoche, Bong Joon-ho hizo historia. El gran cineasta coreano, ganador de la última Palma de Oro en Cannes, impuso su fábula sobre las clases sociales en medio de alfombras rojas, trajes de Ralph Lauren y poses disforzadas de divos ecológicos. El mérito es indiscutible, por tratarse de una de las mejores películas en su carrera, que consta de nueve filmes (donde también sobresale su increíble Memorias de un asesino, de 2003, thriller que nunca se estrenó en Perú). Parásitos (2019), que se encuentra en cartelera local, es una comedia agridulce que lo marca como un cineasta que se sigue entregando con creatividad a cualquier género que se le plazca (ya sea drama, suspenso, monster movie o ciencia ficción).

Pero, más allá de este triunfo para el cine coreano en Los Ángeles, ¿qué significa este premio? Que Parásitos puede ser tan gringa como todas las producciones premiadas año a año. Es decir, es un grito de que “Parásitos también es ejemplo de lo que se produce en la Academia”, o un “somos los que producimos y premiamos Birdman, La forma del agua, El artista o Quien quiere ser millonario, que son hechas por extranjeros, pero que tienen nuestra marca”. Hay una necesidad de Hollywood de afirmar que no están agotados, que ya no seguirán premiando films olvidables e irregulares, y que gracias a Bong Joon-ho pueden demostrar que hacen un cine muy bueno. Pero, ¿acaso no cumplirían esa misma premisa las extraordinarias películas El irlandés o Había una vez… en Holywood? De hecho, pero hay algo que las diferencia, el gran mercado coreano y asiático, con el que Hollywood no podía imponerse, a pesar de sus blockbusters.

Parásitos ha sido producida por el conglomerado Barunson Entertainment & Arts y distribuida por CJ Entertainment, la empresa más grande y millonaria de entretenimiento en Corea del Sur. Desde que se fundó fue una de las distribuidoras del cine de Hollywood en Corea, teniendo contratos con Paramount Pictures o Universal Pictures. De sus canteras surgieron películas taquilleras como Make Your Move (2013), producción coreana-americana, que hizo más de 1 427 millones de dólares en taquilla en diversas partes del mundo. Gracias a la cuota de pantalla que existe en ese país, las películas coreanas logran superar en taquilla a los blockbusters hollywoodenses. El cine local comercial es de gran aceptación. También se han incluido en su cartera, trabajos de reconocidos cineastas coreanos de los círculos festivaleros independientes, como Park Chan-wok (Oldboy o La doncella).

Es decir, Parásitos pertenece a una industria ya establecida hace más de dos décadas (además, costó casi 11 millones de dólares y ya va ganando más de 125) y ahora cobra atención del espectador común, debido a notorios premios en festivales internacionales y de la academia. Más bien ahora se viene abriendo a otros mercados, como el estadounidense, con el cual ya tiene coproducciones y pactos de distribución y exhibición. Por ello, los premios Óscar recibidos anoche, fortalecen también un deseo que Hollywood viene cumpliendo desde hace años, nutrirse del talento de otros mercados, sobre todo el asiático que había estado distante. No por ello, desde hace algún tiempo, pudimos ver cómo cineastas mexicanos (y sus empresas) obtenían sus Óscar, o como cineastas como Ang Lee, José Padilha o Michel Hazanavicius eran contratados para nuevos proyectos. Necesidad de renovación, pero también de ilusión de apertura a nuevos productos al margen de la marca Hollywood, cuando en realidad es apertura a nuevos mercados.

A pocas horas de los Óscar para Bong Joon-ho, la empresa Barunson Entertainment & Arts subió sus acciones en la bolsa de valores, y la pequeña distribuidora que movía su film, Neon, en EE.UU. y Canadá, ha cobrado atención internacional tras la campaña por los Óscar. Por un lado, el cine coreano se fortalece como industria del entretenimiento en su propio país y en Asia, y por otro, Hollywood capitaliza una nueva manera de llegar al mercado, a otros espectadores, con productos de historias clásicas, pero con un toque diferente.

Lo que queda claro, es que, si Parásitos llega a carteleras mundiales, o en el caso de Perú, a más de una veintena de multicines, no es por ser parte de un cine “independiente” o “alternativo” como se le ha querido vender, sino porque encaja muy bien en los sistemas de distribución y exhibición hollywoodenses, al cual nos tienen acostumbrados las transnacionales. Si Parásitos llega a Cineplanet Norte o a Cinerama El Pacífico, es gracias al mismo sistema de siempre, y donde Corea del Sur no tiene ya nada que ver.

En la ceremonia de premiación de los Globos de Oro, Bong Joon-ho dio a entender que el cine coreano quería conquistar Hollywood. Y ahora tras los Óscar, ganados en mejor película y mejor guion original, lo que ha hecho Hollywood es abrirle la puerta, para que siga haciendo filmes con su aval y apropiación. Para que siga ganando premios y con ello, romper la barrera del subtitulado, que también, a todas luces, es ultra rentable.