En febrero de 2019, Nayib Bukele, publicista de 38 años, fue elegido presidente de El Salvador con el 53,10% de los votos. Estos resultados ponían fin al largo bipartidismo salvadoreño que, desde 1992 con la firma de los Acuerdos de Paz, llevaron al poder a dos únicos partidos:Alianza Republicana Nacionalista (ARENA) y el Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN).
Bukele, quien se define como millennial, ha hecho de las redes sociales parte de su forma de gobierno. Varias de sus políticas son comunicadas vía twitter y/o facebook. Al estilo de Trump, se ha caracterizado por el poco respeto a la institucionalidad, y el culto al personalismo, dando órdenes a sus ministros vía redes sociales, y atacando a sus opositores políticos (en su mayoría miembros de la Asamblea Legislativa) en el mundo virtual.
El punto más álgido entre los dos poderes se dio el domingo pasado, cuando el presidente Bukele ordenó a la Asamblea Legislativa sesionar de manera extraordinaria, con el fin de aprobar el préstamo de $/ 109 millones del Banco Centroamericano de Integración Económica (BCIE), solicitado para la implementación de la Fase III del Plan de Control Territorial.
Por su parte, la Asamblea se ha negado a aprobar dicha solicitud de recursos, argumentando que el gobierno no ha explicado de manera satisfactoria en qué se usarán.
Ante este rechazo, Bukele instruyó a su Consejo de Ministros, en una interpretación forzada del artículo 167 de la Constitución salvadoreña, convocar extraordinariamente a la Asamblea Legislativa. Según la Constitución esto solo puede hacerse cuando “los intereses de la República lo demanden”.
Diversas organizaciones civiles, como la Asociación Acción Ciudadana, la Fundación para la Aplicación del Derecho (FESPAD), la Fundación Democracia – Transparencia – Justicia, y el Instituto Iberoamericano de Derecho Constitucional han llamado la atención sobre las consideraciones que deben existir en el país para que el Consejo de Ministros pueda hacer uso de esta atribución extraordinaria. Claramente, la financiación del Plan de Control Territorial, aunque importante dentro de las políticas de gobierno, no reviste esa gravedad.
Caos social
Asimismo, diversas organizaciones instan a la ciudadanía a presionar a la Asamblea Legislativa invocando el artículo 87 de la Constitución, donde se “reconoce el derecho del pueblo a la insurrección, para el solo objeto de restablecer el orden constitucional alterado (…)”.
Por otro lado, para el presidente, la no asistencia a la asamblea extraordinaria implicó la ruptura del orden constitucional, por lo que el pueblo tiene el derecho a la rebelión. Sin embargo, otras posturas consideran que el llamado del presidente podría catalogarse como delito de “rebelión” y “sedición”, de acuerdo a los artículos 340 y 341 del Código Penal, respectivamente.
Militares en la Asamblea Legislativa
Sólo una veintena de diputados asistieron a la convocatoria de ayer domingo. Bukele, de la mano de los militares, y en una imagen que a los peruanos nos recuerda al autogolpe de Fujimori en 1992, tomó la Asamblea Legislativa. Ya allí arremetió contra los asambleístas, llamándolos “sinvergüenzas” y acusándolos de encontrarse en desacato. En un arranque con visos teocráticos, Bukele invocó a dios: “le pregunté a dios y me pidió paciencia”, dijo y a continuación llamó al rezo. Terminó dando un ultimatum de una semana a la Asamblea para la aprobación de los fondos: «Ningún pueblo que haya ido en contra de Dios ha triunfado, una semana más señores, una semana”, amenazó. Estamos, pues, ante un acto de autoritarismo sin precedentes desde el retorno de la democracia a El Salvador.
Quién es Nayib Bukele?
La popularidad de Nayib Bukele es indiscutible en el Salvador. La disminución -de acuerdo a las estadísticas oficiales- de los índices de violencia y el discurso frontal contra la corrupción han hecho que la población le vuelque su apoyo, algo que es notorio al pisar suelo salvadoreño.
De acuerdo al Centro de Estudios Ciudadanos (CEC), de la Universidad Francisco Gavidia, el 66% de los salvadoreños opina que la seguridad ha mejorado. En relación a la popularidad del presidente, la valoración es de 8,39 (sobre 10), registrando una disminución de 0,13 respecto a la evaluación de septiembre de 2019. Igualmente, un estudio del Instituto Universitario de Opinión Pública (Iudop) otorgó una nota de 7,8, una baja frente a la medición de los primeros 100 días, en la cual alcanzó el 8,37.
Fuentes especializadas señalan que la baja de popularidad ha preocupado al presidente, sobre porque el próximo año se llevarán a cabo las elecciones legislativas y municipales. En este sentido, enfrentar a la población con la oposición legislativa, y contar con alguna posible excusa por si no se alcanzan los objetivos en el Plan de Control Territorial, le sería electoralmente beneficioso a Bukele. Sea cual fuese el objetivo de Bukele, en un país que sufrió una guerra civil de 12 años (1979 – 1992), con al menos 75 mil muertes, la máxima autoridad debe evitar cualquier acción que ponga en riesgo la paz (para la cual, paradójicamente, solicita el préstamo), el orden democrático, y la independencia de poderes.
Trayectoria política
Antes de llegar a la presidencia, Bukele había sido alcalde del municipio Nuevo Cuscatlán (La Libertad) entre 2012 y 2015, como parte de una coalición entre el FMLN y Cambio Democrático (CD); y alcalde de San Salvador entre 2015 y 2018, también por una coalición del FMLN, pero esta vez con el Partido Salvadoreño Progresista (PSP).
Si bien Bukele siempre estuvo vinculado al FMLN, las desavenencias finalmente llegaron. Con un gran respaldo popular, Bukele negociaba al interior del partido la posibilidad de ser candidato a presidente, mientras que el FMLN prefería algún militante orgánico, ofreciéndole a Bukele nuevamente una alcaldía de la capital. En 2017, Bukele fue expulsado del FMLN por agresión contra una síndica municipal, Xochilt Marchelli. La sentencia de un juzgado especializado absolvió a Bukele en marzo de 2019. El FMLN había perdido capital político. Bukele había perdido su plataforma electoral.
Bukele entonces creó el partido “Nuevas Ideas”, pero hasta agosto de 2018, este no cumplía con los requisitos del Tribunal Supremo Electoral para presentarse a las elecciones de 2019. Buscó también candidatear con Cambio Democrático (CD), pero la inscripción de este había sido cancelada por no haber pasado la valla. Cuando las opciones se agotaban, Bukele decide ir en alianza con el partido GANA (Gran Alianza por la Unidad Nacional) que había surgido de una escisión de ARENA.