Escribe Paul Maquet
De izquierda a derecha, desde políticos progresistas hasta simples mafiosos: todo indica que el dinero de las empresas brasileras se metió en todas las grandes campañas políticas de los últimos lustros. No hay razón para creer en las denuncias en algunos casos y hacerse los locos cuando el personaje en cuestión “me simpatiza”. El financiamiento irregular de campañas, con dinero que ahora sabemos que venía de esquemas corruptos de sobrevaloración de obras que permitían extraer dinero del Estado, parece haber tocado a todos por igual.
La solución radical, por supuesto, pasa por procesar y sancionar penalmente a todos los que hayan cometido actos ilícitos – por ejemplo, quienes hayan favorecido a esas empresas desde sus roles de poder – así como denunciar y sancionar políticamente a todos los que hayan cometido actos que, sin ser ilegales, son ética y políticamente cuestionables. Por ejemplo, recibir aportes de campaña de empresas que están activamente involucradas en licitaciones que estarán bajo tu responsabilidad ¿no es acaso un evidente conflicto de intereses? Probablemente Susana Villarán no haya recibido una coima como la de Toledo – la austeridad con la que vive contrasta con la mayoría de políticos – pero permitir que las constructoras con las que contrata la Municipalidad de Lima aporten millones a una campaña es una conducta política altamente cuestionable.
Porque, ojo, salvo el caso de Toledo y el de las coimas en Andorra a los funcionarios y amigos de AG, en el resto de casos lo único que se denuncia hasta el momento es financiamiento irregular y no declarado a las campañas electorales. Es el caso de “Aumentar Keiko a 500 y hacer visita”, es el caso de Nadine y Ollanta que por ello están bajo prisión preventiva, es el destape que se acaba de hacer de una triangulación de dineros que habrían terminado en la campaña de PPK, y es el caso del No a la revocatoria. Y según la ley peruana, nada de eso es delito: solo son “faltas” electorales.
No es delito, y por ello probablemente al final muchos de estos casos queden “en nada”. Pero el financiamiento irregular a las campañas sí que es un problema de fondo para la democracia: de hecho, parece que es EL problema de fondo en el caso Lava Jato. Porque esta es la puerta de entrada de los intereses particulares a la arena política y permite una multitud de fenómenos, desde la captura del Estado por parte de los grandes grupos económicos hasta la penetración de la política por parte de actividades ilícitas.
Así pues, la solución radical pasa por “que se vayan todos” y por sanciones penales efectivas, pero no puede quedarse allí porque el problema va a repetirse. Una y otra vez. Nada indica que Odebrecht haya inventado los aportes irregulares: recuerdo declaraciones de Dionisio Romero años atrás, mucho antes de este escándalo, reconociendo que su grupo tenía la costumbre de financiar a todos los candidatos en todas las elecciones. Esta ha sido la forma “normal” de financiar la gran política en el Perú y América Latina desde hace décadas. Quizás, desde siempre.
La solución radical pasa, entonces, por enfrentar el meollo del asunto: por qué la política es tan cara y cómo financiarla de manera transparente. Para ello es necesario discutir algunas reformas audaces y urgentes:
- Prohibir la publicidad electoral pagada en TV y radio. Este es probablemente el rubro más caro de las campañas políticas, y el que hace que sólo puedan difundir sus propuestas quienes más plata tienen (y ahora sabemos cómo consiguen esa plata). La única publicidad permitida en radio y TV debe ser la franja electoral, que debe ser equitativa para todos los candidatos y debe estar ubicada en horarios estelares adecuados.
- Regular los costos de la campaña. No es posible que una agencia publicitaria cuyo trabajo dure probablemente un mes o dos meses, cobre tres millones de dólares. Este es otro factor que encarece artificialmente las campañas: es una burbuja inflada adrede, a sabiendas de que la política maneja mucha plata (que ya sabemos de donde viene). Acá cito a Pepe Mujica: si tú quieres hacer plata, dedícate a la empresa privada; pero si tú quieres servir a la gente mediante la política, no puedes pretender hacer plata como loco. Eso aplica también para los publicistas.
- Prohibir y penalizar los aportes no declarados a las campañas. Recibir plata irregularmente no puede ser una “falta”: debe llevarte a sanciones reales, tales como ser excluido de la contienda y eventualmente la cárcel. No es posible que se sancione más duramente “mentir” en la hoja de vida, que recibir plata de origen desconocido.
- Finalmente, una opción extrema es prohibir por completo cualquier tipo de aporte empresarial a las campañas, y establecer que éstas únicamente podrán financiarse con aportes públicos y de los militantes.
Lo bueno de una marea que arrasa con todo es que permite destruir lo viejo y volver a construir sobre cimientos nuevos y mejores. Esa es la tarea de los peruanos y peruanas de buena voluntad: arriesgarse a emprender soluciones radicales -es decir, aquellas que van a la raíz del problema- y construir un país mejor.