Hace unos días un vídeo nos mostraba a una ingeniera maltratar física y verbalmente a una trabajadora que realizaba labores de vigía en las obras de construcción de la variante de Uchumayo en la región de Arequipa. Las escenas vistas nos recuerdan que el racismo es el lamentable “aderezo” de todas nuestras relaciones sociales.

Si bien, un sector ampliamente mayoritario de la opinión pública se ha manifestado en contra de la conducta violenta de la ingeniera y de la paciencia y buen talante que demostró la trabajadora frente a un difícil trance, la situación nos permite además hacer visible un problema laboral.

¿Cuál es la situación laboral de las mujeres que realizan labores de vigía en las obras de construcción?

Cómo sabemos, los trabajadores y trabajadoras de la construcción laboran bajo un régimen especial por las circunstancias particulares de dicha actividad. Los trabajadores que laboren en obras cuyos costos individuales excedan las 50 UIT, de acuerdo con el artículo 14 de Decreto Legislativo N° 727 pertenecen al “Régimen de construcción civil”.

¿Por qué esto es importante? Pues, porque los trabajadores de construcción civil son los únicos en nuestro país que disponen de negociación por rama de actividad. Es decir, que las remuneraciones que reciben son acordadas entre la Federación de trabajadores en Construcción Civil del Perú (FTCCP) y la Cámara Peruana de la Construcción (CAPECO) y el convenio colectivo que surge de esta negociación es aplicado en todo el país a todos los trabajadores y trabajadoras del sector.

Este mecanismo viene funcionando de manera eficaz desde el 2004 cuando la FTCCP y CAPECO logran superar años de conflictos, demandas judiciales, huelgas y movilizaciones para sentarse a la mesa de negociación colectiva. Desde entonces, vienen discutiendo de manera civilizada sus diferencias y logrando acuerdos con importantes aumentos remunerativos.

Efectivamente, si uno ve las cifras de remuneraciones reales en el sector asalariado, los trabajadores de construcción civil son los que han recuperado su poder adquisitivo obteniendo aumentos por encima de los índices de inflación. Esto se debe principalmente al mecanismo de la negociación colectiva por rama.

Si uno revisa la tabla salarial de la industria de la construcción podrá constatar que un trabajador en la categoría de “peón” -que es la menos calificada- obtiene un ingreso semanal de 543.02 soles. Lo cual significa 2 172 soles mensuales.

Por otro lado, en el sector de construcción ha venido creciendo el número de mujeres que laboran en diferentes ocupaciones: carpintería, electricidad, albañilería y especialmente como vigías o como se denomina en el argot de la obra: “paleteras”. Según un informe del especialista de la OIT, Julio Gamero, las mujeres en la industria de la construcción han pasado de 10 989 trabajadoras en 1989 a 45 970 en 2013. En la actualidad, el número debe ser mayor.

Esta labor puede parecer sencilla pero ciertamente no lo es, pues en una obra de infraestructura importante circulan cientos cuando no miles de personas y vehículos. De no realizarse esta labor sin duda ocurrirían accidentes de manera regular. Las trabajadoras que son vigías reciben una capacitación y representan una autoridad en materia del tránsito en el ámbito de la obra.

Sin embargo, no se les considera como parte del régimen de trabajadores de la construcción. Por esta razón, sus remuneraciones se rigen por el régimen común, es decir, donde predomina el salario mínimo que es de 930 soles mensuales. En algunas obras, las vigías reciben poco más de mil soles. Se crea así una injusticia flagrante. Sus ingresos son prácticamente la mitad de lo que obtiene un trabajador en la categoría peón, que como señalamos es de 2 172 soles mensuales.  

¿Y por qué razón no están dentro del régimen de construcción civil? Básicamente porque los empresarios reunidos en CAPECO no las aceptan. La FTCCP, es decir, el gremio sindical ha exigido en varias oportunidades que sean incorporadas al régimen de construcción civil. Pero los empresarios se han negado reiteradamente, aduciendo que su incorporación incrementaría los costos de las obras de construcción.

Es necesario construir una cultura de respeto entre las personas que elimine toda forma de discriminación y racismo; pero también debemos reparar las brechas salariales que permiten injusticias como lo que ocurre con las trabajadoras vigías en la industria de la construcción.

Carlos Mejía. Capacitador y asesor gremial de diferentes federaciones y sindicatos. Investiga temas del mundo laboral, género y organización gremial. Sociólogo (UNMSM) y Magister en Relaciones Laborales (PUCP). Especialidad en Derechos Humanos Laborales por la Universidad de Castilla La Mancha. Ha trabajado en el Instituto de Estudios Peruanos, CIPCA y PLADES. Ha sido asesor de la CGTP en temas de reforma estatutaria, análisis político y organización sindical. Ha sido Director de la Escuela Nacional Sindical «Pedro Huilca Tecse» de la FTCCP y  dictado el curso de Sociología del Trabajo en la UNMSM.