“Colombia ha permitido a los privados tratar de importar vacunas”, le dijo un periodista a una de las candidatas a minutos del debate presidencial del domingo 21 de marzo. “Tú lo has dicho, ‘tratar’. La realidad es que en estos momentos eso es imposible”, replicó ella.
Lo que manifestó la candidata es cierto; sin embargo, su respuesta choca frontalmente con la corriente ideológica dominante en la prensa y la clase dirigente del Perú: la convicción de que el sector privado tiene la llave para salvar el país, mientras el sector público debería ocupar un papel subsidiario.
Aferrados a la esperanza de la importación privada de la vacuna, afamados periodistas y políticos le dieron la espalda a la evidencia de que la medida era inviable. En su insistencia, eclipsaron discusiones informadas referentes a la producción y distribución global de la vacuna contra el COVID-19. Más aún, en su empecinamiento, confundieron a la población. Quién sabe cuántos peruanos continúan frustrados pensando que el coronavirus tendría sus días contados si el Gobierno dejase a los millonarios comprar las vacunas.
Es hora de zanjar este asunto que aleja del debate público el reconocimiento de las herramientas reales con las que cuenta el Perú para afrontar la pandemia. Empecemos entonces por desmontar los mitos.
Mapeo mundial de la importación privada de la vacuna
A nivel mundial, siete países han aprobado que el sector privado compre vacunas contra el COVID-19. El Gobierno mexicano de Andrés Manuel López Obrador autorizó a los privados a finales del pasado enero. Bangladesh, Pakistán e Indonesia lo anunciaron en febrero. Les siguió Ecuador. A principios de marzo, Brasil aprobó la medida a través de una votación en el Congreso.
Lo cierto es que contar con la facultad de compra no garantiza ninguna transacción. Hasta la fecha, no existe compañía privada en el mundo, autorizada o no, que haya adquirido una sola dosis procedente de los laboratorios.
La revista Forbes publicó que las empresas privadas mexicanas tendrían que esperar hasta 24 meses si quisieran recibir la vacuna Pfizer. En Indonesia, donde una compañía estatal manufactura la vacuna china Sinovac, los expertos proyectan periodos mayores a un año.
Los pronósticos tan desalentadores para las empresas privadas se deben a que, en el 2021, no habrá excedentes de vacunas para que los privados puedan abastecerse. Todo lo que fabriquen los laboratorios irá a parar a los Gobiernos, quienes expresan una demanda que supera con creces la oferta máxima actual.
Para alcanzar esa demanda, los laboratorios se han puesto como objetivo haber producido 14 mil millones de dosis para finales de 2021. Esa cantidad de vacunas equivale a la demanda total de los Gobiernos del planeta, con la que se podría inmunizar íntegramente a la población mundial adulta.
En otras palabras, en esta ecuación, en la que ya está pactado que la totalidad de la producción de vacunas será comprada por los Gobiernos, los privados salen sobrando. Ellos no tendrían qué comprar.
Obstáculos en la producción de las vacunas
Un cargamento de 5 millones de vacunas AstraZeneca para el Reino Unido lleva retrasado 4 semanas. Otros retrasos los sufre Brasil, Arabia Saudita, Marruecos y pronto los demás países de la iniciativa COVAX, incluido el Perú.
El ritmo de fabricación de la vacuna es más lento y tiene mayores obstáculos que los previstos por las farmacéuticas.
Incumplir la fecha de los compromisos que tienen con los Gobiernos significa desplazar aún más el hipotético calendario de espera de las empresas privadas.
A este paso, los 14 mil millones de vacunas que los laboratorios planearon producir en este año parecen inalcanzables. Hasta principios de marzo, solo había 413 millones de vacunas manufacturadas en el mundo, es decir, menos del 3% de la meta trazada. Con esa cantidad, únicamente el 5% de la población mundial puede ser inmunizada.
La salida es acelerar la cadena de producción, pero el suministro de los más de 100 componentes necesarios para fabricar la vacuna comporta serios desafíos. Si solo uno de ellos falla, todo el proceso se detiene.
Por poner un ejemplo, semanas atrás el Financial Times informó que escasean las bolsas utilizadas en biorreactores para mezclar los ingredientes farmacéuticos. La ralentización en la fabricación de este y otros insumos crearía un cuello de botella, que resultará en más retrasos.
El apartheid de las vacunas
La escasez de vacunas y la lentitud en el aumento de su fabricación no son los únicos factores que afectan el suministro en países en vías de desarrollo como el Perú.
El primer mundo está acaparando las vacunas. En palabras del director de la Organización Mundial de la Salud, esta dinámica está creando una brecha “grotesca” de vacunación entre países ricos y pobres.
El mes pasado, el Secretario General de las Naciones Unidas, António Guterres, condenó que 10 países hubieran recibido el 75% de las dosis producidas hasta el momento, mientras 130 aún no tenían ni una.
La mezquindad de los Gobiernos poderosos también ha sido criticada por decenas de organizaciones de derechos humanos. Entre ellas está Oxfam, que en una declaración denunció a los países del G7* por haber adquirido vacunas suficientes para inmunizar tres veces consecutivas a sus ciudadanos.
Al tiempo que acumulan las dosis, los países desarrollados se empecinan en proteger el monopolio farmacéutico. Permiten que unas 15 firmas farmacéuticas mantengan el control total de las patentes y el conocimiento tecnológico para elaborar la vacuna; a pesar de que el desarrollo de la vacuna fue ampliamente financiado con dinero público.
Recientemente, las 15 firmas se asociaron con unos 150 laboratorios con el objetivo de acelerar la producción, pero, como vimos más arriba, se siguen quedando cortas.
La batalla en la Organización Mundial del Comercio
Con el actual respaldo de la Organización Mundial de la Salud, los Gobiernos de India, Sudáfrica y otros 100 países lanzaron una campaña desde octubre pasado para que la Organización Mundial del Comercio (OMC) suspenda temporalmente las patentes de las vacunas.
La OMC, que opera bajo consenso, lleva los últimos seis meses estancada en este debate. El bloque opositor está representado por una gran parte de los países desarrollados. En Estados Unidos, la Casa Blanca continúa del lado de las farmacéuticas, a pesar de la creciente presión de legisladores y organizaciones civiles que le exigen cambiar de postura. Los partidarios de la exención sostienen que seguirán presionando, pues un viraje del presidente Joe Biden arrastraría a los demás Gobiernos del mundo a favor de la liberalización de la producción.
Aterrizando el debate
Sin un cambio en los poderes monopólicos y geopolíticos que detentan las vacunas, las estimaciones apuntan a que no sería hasta 2023 que la mayoría de los países de África y partes de los territorios de Sudamérica y Asia logren una inmunización completa.
En el Perú, es crucial comprender las dinámicas de producción global de la vacuna para ajustar nuestras expectativas a la realidad. De la mano, está reconocer que la compra de las dosis es responsabilidad única del Gobierno.
Solo fortaleciendo las herramientas que sí podemos controlar, minimizaremos los estragos de la pandemia. Me refiero a un plan de vacunación eficaz: priorizar a los más vulnerables, robustecer el sistema de salud, incrementar la producción de oxígeno -facilitando su acceso público y universal-, y continuar con las medidas de bioseguridad.
Falsas retóricas como la importación de los privados o una campaña unilateral para que podamos producir las vacunas en territorio nacional, solo alimentan la confusión y nos desvían de las políticas que verdaderamente podrán salvar a nuestras familias.
*Canadá, Francia, Alemania, Italia, Japón, Reino Unido y Estados Unidos.