Sobre Javier Milei, el candidato presidencial en Argentina que va liderando encuestas, hay mucho que decir: Milei no es antisistema, es el sistema. Aún así va registrando tendencia, ¿por qué?:
1) Enfado con la clase política y abismo entre esta clase política y los y las representadas. Especialmente en los sectores juveniles que han crecido en la era de las redes sociales que en lugar de democratizar los encuentros, potencian desde sus algoritmos burbujas con discursos individualistas, consumistas y de odio.
2) Hegemonía neoliberal que plantea el individualismo como dogma: desafección con la politización desde lo común en beneficio de la resignación al ‘sálvese quien pueda’ desde el YO contra el que está “peor” que yo. Racismo, clasismo, misoginia, LGTBIfobia y negacionismo como resultado de ese individualismo de la supervivencia.
3) Condiciones materiales que se diluyen: economía que no responde a las mayorías y derechos que se ponen en entredicho gracias a la hegemonía neoliberal que presenta al YO como “salida”. Plantear al Estado como problema, en lugar de como garante, plantear al modelo económico como insuficiente pero para RECRUDECERLO en lugar de cambiarlo son dos falacias que se distribuyen como “respuestas” al problema.
4) Poder mediático como actor político que normaliza a personajes que odian y a sus discursos de odio. Hacen del morbo y el clickbait un sinónimo de “periodismo” en lugar de plantear los grandes problemas de ciertos discursos y confrontar con datos a sus defensores. Ese mismo poder mediático que con la intención de perjudicar al gobierno actual no tuvo reparos en presentar a Milei día, tarde y noche en sus sets televisivos. El poder mediático que te decía que era un sujeto excéntrico que planteaba “soluciones fáciles” a problemas complejos sin problematizar que ninguna de sus soluciones es ni fácil ni solución. El poder mediático le permitió la construcción del personaje que hoy es. Lo permitió como táctica de oposición primero y ya, cuando era tarde, vieron al monstruo cara a cara. Hoy se preguntan: ¿Cómo Milei logra tantos adeptos? Cuando son ellos quienes potenciaron su voz.
Estas son cuatro claves -a las que pueden añadirse más- que explican que un sujeto como Javier Milei celebre hoy en Argentina, aunque es todavía pronto para cantar victoria.
Foto: Natacha Pisarenko / AP
Pero, cuidado. Javier Milei NO es un “antisistema” por más que te lo repitan los medios de comunicación y él mismo. Es todo lo contrario: Milei es EL sistema en su forma más cruda y más pura. Es el último recurso del sistema por sostenerse. De ahí que no pueda proponer ningún horizonte de país distinto, ninguna política diferente, ninguna reforma estructural. Sus mal llamadas “soluciones” son el recrudecimiento de lo mismo, de lo conocido, de lo que ya tenemos. El recrudecimiento del sistema que dice que va a “combatir”. Combatir al sistema SIENDO el sistema es incoherente pero te vende la incoherencia de rebeldía y revolución en la sociedad de las fakenews y los discursos vacíos.
Milei, el representante incontrolable del sistema, lo tiene claro y te plantea trampas sin ruborizarse: Desregular el uso de armas en un país con índices de seguridad ciudadana altísimos para la región, fin del Estado en un país donde la desigualdad necesita del rol estatal en lugar del mito del libre mercado en los derechos (algo que conocemos bien en Perú tras la pandemia), acabar con los derechos conseguidos por movimientos emancipatorios como el feminismo, el colectivo LGTBIQ, etc.; negar el cambio climático y, por tanto, anular cualquier apuesta de mitigación o una transición ecológica en un país que ya padece los estragos del calentamiento global (Argentina vivió una ola de calor extrema en febrero de este año), acabar con las voces discrepantes rotulándolas de “comunistas”, en el mejor de los casos, para justificar su silenciamiento, etc.
No es un payaso, no es un loquito, no es un desequilibrado, no es un rebelde. Milei ES EL SISTEMA. Y, al poder mediático regional -pero también Europeo- les recuerdo que no, no es un liberal. No defiende la “libertad” sino sólo la libertad del capital para seguir oprimiendo a las mayorías sociales. Defiende la libertad para él y una minoría privilegiada. Eso no es libertad, es opresión. Es abuso. Es dominación. Milei no es un liberal, es un ultra. El representante ultra del sistema que, por tanto, defiende el modelo neoliberal que es caldo de cultivo de las incertidumbres que llevan a la bronca y la desesperanza. Estos ultras crecen ahí, en el pantano sin respuestas que el neoliberalismo genera. Y luego plantean “respuestas” para las preguntas que ellos mismos han generado con su modelo -el que ahora proponen recrudecer- para sostener esa bronca, esa desesperanza, ese individualismo de la supervivencia que les juega a favor.
Milei es SUYO. De SU sistema. De SU modelo. Es Milei en Argentina, pero son muchos otros en el mundo que han visto la posibilidad de recrudecer el modelo disfrazándose de rebeldes mientras el poder mediático les permite normalizar sus discursos y vendernos esa mentira. La respuesta es siempre hacer política y combatirles. Con las palabras, para empezar, y con la unidad para seguir. Pero sobre todo distinguir no sólo al adversario sino sus trampas y señalar la complicidad de los poderes que ven en ellos menos amenaza porque les garantizan sostener sus parcelas de poder aunque en el camino destruya la vida de las mayorías sociales. En Perú, de esto, también conocemos mucho.