Un par de meses atrás, una alianza PPK – Keiko aprobó en el Congreso la Ley 30737 para salvarle el cuello a Odebrecht, Graña y Montero y socias, reemplazando al DU 003 que normaba las relaciones del estado con estas empresas. El nuevo gobierno acaba de aprobar el reglamento de esta ley 30737, reglamento que mantiene y profundiza los aspectos negativos de la misma.
Hace 4 días la Cámara Peruana de la Construcción (CAPECO) – donde son mayoría las empresas del llamado “club de la construcción” que se repartía obras con coimas – exigía la pronta salida de este reglamento. Para el presidente Vizcarra esta norma se justifica pues “es necesario dar continuidad a los proyectos de infraestructura” y porque “el sector (de la construcción) no puede permanecer paralizado”, como si no hubiera empresas honestas en nuestro país. El ministro Tuesta y los medios y secciones especializados en economía empresarial insisten en que este reglamento es bueno para la economía, como si las ganancias de estas empresas corruptas fuesen lo mismo que la economía nacional.
De la lucha contra la corrupción, ni CAPECO, ni Tuesta, ni los medios económicos ni Vizcarra han dicho una palabra. Es explicable: si algo no hace la ley 30737 ni su reglamento es ayudar a la lucha contra la corrupción y más bien facilita que las empresas corruptas sigan ganando dinero del Estado y con ello comprar influencias en los distintos poderes. Gracias a PPK, Keiko y este nuevo gobierno, Usted y yo seguiremos pagándole a Odebrecht en nuestros recibos de luz y en los peajes, puntualmente los montos establecidos en contratos coimeados.
El mayor problema de la ley 30737 y su reglamento es que no obliga ni incentiva a las empresas investigadas a hablar. En Brasil, Marcelo Odebrecht y toda la plana gerencial de su empresa habló porque fueron forzados a ello. Acá, con esta ley 30737 los hermanos Graña y todos los demás socios de Odebrecht pueden seguir mintiendo que no sabían nada de nada y negándose a colaborar con la justicia, y encima seguir recibiendo plata del Estado y ganando concursos para nuevas obras. Basta una cartita a la fiscalía diciendo que darán información, aún cuando la fiscalía no le dé el visto bueno ni corrobore que efectivamente están informando como deben. Increíble. Pésimo.
Tampoco tienen que reformar sus empresas. La empresa Odebrecht sigue operando en Brasil pero ha tenido que cambiar todo su cuerpo directivo y sus gerentes, y reformado toda su organización interna. Yo opino que una mafia como esa tendría que haber cerrado definitivamente, pero bueno, al menos hay un cambio de mando y estructura. Acá no tienen que cambiar nada ni a nadie, con un llamado “programa de cumplimiento” que es tan leve que no implica cambio alguno: los jefes mafiosos siguen a cargo.
En cuanto a las reparaciones que deben pagar Odebrecht y otras, éstas han sido severamente limitadas por el reglamento de Tuesta, Heresi y Vizcarra. Estas empresas le han hecho al Perú un daño moral e institucional inmenso, coimeando a presidente tras presidente y financiando diversas campañas electorales, incluyendo los 1,2 millones para la campaña de Keiko que era la preferida de Barata. Pero ahora resulta que solo nos van a reparar por ello hasta un tope limitado que depende de su patrimonio en el Perú. Como Odebrecht opera con una veintena de diversas razones sociales y varias deudas, reales o fantasmas, del exterior, que no se cuentan en su patrimonio, se va a poder llevar buena parte de sus millones.
Encima, tienen una ventaja especial: si a cualquier empresa o ciudadano que no paga sus impuestos la SUNAT (o la SAT o el municipio) les inicia una cobranza coactiva, estas empresas corruptas tienen corona ya que para ellas no hay cobranza coactiva. Aunque deban, no las embargan.
El pretexto de todas estas normas favorables a las empresas corruptas es que si no se hace eso, la economía no despega. Tremenda mentira. Ya hemos visto con las obras para los Panamericanos que hay multitud de empresas no solo nacionales sino trasnacionales de primer nivel que están interesadas en hacer obras en nuestro país. La parálisis económica es por la mala política económica y punto.
Lo peor, sin embargo, es que toda la corrupción de estas grandes empresas constructoras va a pasar por agua tibia. Quieren que nos olvidemos de sus fechorías y todo siga como antes, que las socias de Odebrecht aparezcan limpias de polvo y paja y que el “club de la construcción” (un cartel para repartirse obras con coimas) siga adelante. Por lo visto el discurso anti-corrupción del nuevo gobierno era solo eso, discurso.