Escribe Carlos A. Bedoya

Los sucesos de los últimos días grafican muy bien la tremenda irresponsabilidad de las derechas políticas que controlan el Congreso y el Ejecutivo, con el grave riesgo de hacer inviable el país. Y eso lo vemos con el gabinete Araoz que no ha nacido para relanzar la economía, ni para reconducir la reconstrucción hacia los damnificados, ni siquiera para reimpulsar la mal llamada reforma educativa, o para que las mujeres dejen de parir en los baños de los hospitales o sus cercanías. No. El gabinete Araoz ha nacido para que PPK arregle sus problemas con Keiko Fujimori y Alan García, cuya contradicción principal ronda en torno a la impunidad frente al caso Lava Jato antes que a las maneras de atender las urgentes necesidades de la población.

Si bien el fujimorismo ha sido golpeado con la no renovación de confianza a Zavala, su política de confrontación hacia el gobierno no ha sido derrotada. Volverán a la carga después de tomar algo de aire, porque Keiko Fujimori se encuentra en la difícil disyuntiva de ser presidenta o ir a la cárcel. Y eso lo tiene que resolver en el corto plazo.

Solo en el caso que PPK le asegure la impunidad que necesita, dejará de arremeter contra él. Y por más que el gabinete se haya recompuesto con un par de apristones (lo que hace un guiño al fujimorismo pues Alan García y su cogollo están más pegados a Fuerza Popular que sanguijuelas buscando también librarse de Lava Jato), no parece que se haya hecho un pacto de impunidad aún.

El fujimorismo de Fuerza Popular no tiene proyecto para el Perú. ¿Acaso con su tremenda mayoría congresal han presentado siquiera media página de propuesta para salir de la crisis económica? Además, los audios de Yesenia Ponce pintan de cuerpo entero el real interés de ese campo de la política. Con tal de jalar agua para su molino, a Keiko Fujimori le importa tres carajos un proyecto como Chinecas, que en este contexto económico caería muy bien.

Lo más triste es que PPK y su gente –tan reputados tecnócratas- tampoco tienen algo sólido que plantear que no sea alegrarse o entristecerse porque subió o bajó el precio del cobre. En el extremo de lo ridículo, ahora que subieron algunos metales actúan como si estuviéramos de regreso en el boom, en lugar de entender que se trata solo de un episodio en una tendencia general de agotamiento del modelo primario exportador. Basta ver que esa subida que celebró PPK desde 28 de julio no ha significado la reactivación de ningún otro sector como la construcción por ejemplo.

La gente ya está percibiendo que ambas fuerzas están hechas solo para farrear con los recursos públicos, con la única diferencia de que los fujimoristas tienen un modo más lumpen que el estilo de asocio público-privado (APP)de saco y corbata que usan como coartada los lobbies que rodean a PPK.

El fujimorismo no va a bajar su espada. Dará la confianza a Mercedes Araoz y luego se volverá a achorar. Es que PPK en lugar de haber convocado a las fuerzas con las que ganó la elección para abrir la cancha a las regiones, a las organizaciones sociales y a más sectores que lo alejen de la chacota de colegio en la que se ha convertido el Congreso, prefirió llamar a un cogollo acomodaticio que se presta para ministro de cualquier gobierno. Mientras tanto los problemas del Perú pueden llegar a desbordarse.

Finalmente, la izquierda que es la llamada a proponer una alternativa ante este desastre de la derecha, no está usando lo que ganó en la última elección: 1) de la nada resucitó; 2) aunque dividida tiene una importante representación parlamentaria; y 3) una candidata que sin decir ni pío se mantiene con 25 por ciento de aceptación. Una pena.

Columna publicada en la edición impresa de Diario Uno.