En los últimos años han brotado en diversos medios de comunicación, especializados o no, listas que proponen una selección del denominado cine feminista: “25 películas para ser un poco más feminista”, dicen unos, mientras otros proclaman “las diez mejores películas feministas de todos los tiempos”. Listados donde podemos encontrar desde películas como Bajos Instintos, Erin Brockovich, Legalmente Rubia, Carol o Thelma y Louise. Pero, ¿son realmente films feministas? ¿En serio Bajos instintos es un film emblemático para el feminismo? ¿El cruce de piernas de Sharon Stone hizo mucho por las mujeres? ¿Es el personaje de Reese Witherspoon un icono para la causa? Definitivamente no lo son, en la medida que responden aún a representaciones canónicas o estereotipos femeninos propuestos e impuestos por Hollywood a lo largo de la historia. También porque se trata de films dirigidos en su mayoría por hombres que no han intentado cambiar un poco la situación de las mujeres en la industria del cine, tanto fuera como dentro de la pantalla, en films producidos sin condiciones igualitarias de trabajo, y cuyas narrativas o historias no cuestionan el status quo que mantiene aún en un perfil inferior social y económicamente a las mujeres. Si un film no habla de subvertir este estatus, no corrobora al feminismo como un movimiento político activo para cambiar chips y sentidos comunes.

Seguramente fuera de este sistema de producción hollywoodense podríamos encontrar infinidad de ejemplos sobre qué es cine feminista (sobre todo en el underground o un cine de producción más marginal), pero en los usuales listados, que vemos de vez en cuando en redes sociales, no se sugiere que el espectador, menos las espectadoras, asumamos una nueva mirada sobre los personajes femeninos. A continuación utilizaré algunos ejemplos para ir graficando algunos tópicos que suelen usar tanto hombres como mujeres para definir al cine de intenciones feministas de modo erróneo:

  1. Una película que tiene como protagonista a una mujer fuerte y vengadora no es un film feminista. Aquí usaré como ejemplo la celebrada película de Quentin Tarantino. Muchas mujeres se apropiaron de la figura de Black Mamba o Beatrix Kiddo (Uma Thurman) en Kill Bill y Kill Bill 2 como figura de la mujer potente, vengadora, que supera todas las vallas, incluso la inminencia de la muerte, a punta de espadas y patadas. Sin embargo, pese al acto de justicia que realiza este personaje por recuperar a su hija, vive la sombra del fetiche, es decir la herencia de Bruce Lee y demás “guiños posmodernos” de vengadores de la historia del cine. ¿Ella podrá superar a Bruce o lo imitará? ¿El traje solo es un homenaje? ¿Existe la mujer fuerte sin que tenga que remitir a toda una cultura cinéfila hombreril de la violencia? Pero, más allá de este detalle sugestivo de su vestuario, más bien, lo que a Tarantino le interesa es la historia de una venganza íntima, que puede resultar inspiradora cuando a una le entran ganas de reventar a algún tipo, pero eso no es feminismo. Beatriz Kiddo no quiere cambiar el mundo, no quiere vengar el daño causado a las mujeres cercanas a Bill, no quiere la misma furia y libertad para todas las mujeres de Estados Unidos. Tampoco le importa masacrar a mujeres tan oprimidas y avasalladas como ella: su único fin es volver con su hija y seguir con su vida.
  2. Un film donde la mujer violada o abusada se venga de sus atacantes no es un film feminista. Carrie cobra venganza del bullying en su escuela pero esta revancha no la hace feminista, como tampoco a la protagonista de Ms. 45, el mítico film de Abel Ferrara donde una muchacha muda abusada se disfraza de monja y con ayuda de una pistola masacra a todos los proxenetas de Nueva York. En ambos films, de personajes adolescentes que contienen en su revancha toda una ira social, no solo contra la escuela y su sistema (en Carrie de Brian de Palma) o contra la explotación y el abandono (en Ms. 45), la venganza no las libera, sino que las condena a desaparecer o quedan sentenciadas a huir. Algo de eso hay en el splatter de 1978 (como en el gore, cine de mucha violencia explícita) Escupiré sobre tu tumba de Meir Zarchi, donde una escritora newyorkina es violada en una zona rural, y que luego aprovecha su sensualidad para vengarse desnuda de sus agresores. En todos los films mencionados, incluso en Fóllame de Virginie Despentes y Coralie Trinh Thi, donde la cosificación usual del cine de género recae allí en los hombres, a quienes ultrajan y asesinan, siempre se recurre a una erotización excesiva de las vengadoras, para conservar aún la mirada masculina de deseo del espectador. O en Thelma y Louise, que terminan muertas, borradas de la faz de la tierra.
  3. Un film donde la mujer luce empoderada y sexualmente libre no es un film feminista. Aquí hay un efecto adverso de Sex and the city, y que podemos comprobar sobre todo en comedias, como en Esta chica es un desastre, de Judd Apatow donde Amy Schumer (quien se ha confesado feminista) encarna a una periodista que vive en Nueva York y que considera que la monogamia no existe. Sin embargo, su creencia es herencia de los consejos de su padre, un soltero que la crió en ausencia de su madre, y que considera que vivir el sexo pleno es lo mejor del mundo. Si bien el personaje se muestra decidido y disfrutando plenamente de orgasmos y de los cuerpos de muchachos fornidos (entre ellos John Cena), las convenciones de la comedia la harán enamorarse de un hombre deslucido, sin muchos matices, que la hará confiar en el amor “monogámico”. El problema del film no está en la inserción de los códigos clásicos de la comedia estadounidense donde dos personajes apáticos o muy distintos terminan enamorándose, sino que todo el background de libertad femenina se lo brinda su padre, sin que su agencia como mujer se imponga.

Con estos tres ejemplos no propongo una rigidez, es decir, existen films excepciones que tengan escenas o momentos inspiradores que muchas mujeres haga que se tomen como feministas, pero si hacemos el ejercicio de jugar con diversas posibilidades para ver lo es o no, quizás nos llevemos varias sorpresas.