“K” es la inicial de una joven de San Juan de Lurigancho que con 22 años tuvo que enfrentarse a la indiferencia y deshumanización del sistema de salud peruano. En octubre de 2016, cuando estudiaba nutrición y trabajaba en un centro de llamadas para ayudar a costear sus estudios, se enteró de que tenía cuatro meses de gestación. A pesar de que tenía una pareja, fue sorpresivo para ella, pues nunca tuvo ningún síntoma de su estado.

“No se me pasaba por la mente que mis síntomas eran de un embarazo. Me enfermé y me enfermé dos veces más y esos dos malestares de gripe eran muy extraños a como me daba antes”. Ella lo atribuyó a consecuencia del cansancio y el estrés del trabajo. Cuando se percató de su embarazo, ya tenía cerca de cuatro meses de gestación.

Al empezar los chequeos le informaron lo peor. Su embarazo no tenía futuro, el feto tenía hidrocefalia, es decir, líquido en el cerebro, y al nacer no podría sobrevivir. “Para mí fue horrible, tuve que ir a un psiquiatra que me medicó, pero yo no tomaba las pastillas porque tenía mucho mucho miedo”, cuenta “K” sobre ese momento.

“Era un niño completamente normal pero de manera interna su cerebro se había necrosado, estaba totalmente agua y no había nada. Esas dos cosas me dijeron, que lo del corazón no era tan malo, si es que no tenía lo otro en su cabecita si podría sobrevivir llevando tratamientos que no eran tantos como en otras enfermedades, pero lo de su cabecita sí”, dice.

“K” cuenta que llegó al Instituto Materno Perinatal o ex Maternidad de Lima para pedir una segunda opinión. “Me dijeron ”no, ese bebito no va a nacer” y era como que, me mataban cada día más porque me decían que no iba a nacer, o que si nacía iba a ser como un muñeco, que iba a quedar en un estado vegetal total”, recuerda.

A pesar de la confirmación del diagnóstico, los médicos que atendieron a “K” nunca le informaron que podía ser candidata a la interrupción del embarazo, ya que la gestación y sus características empezaban a afectar su salud mental. “(Los médicos) esperaban ver qué tan grave era, porque al inicio cuando yo llegué con mis ecografías me dijeron que había que esperar a que nazca a los 9 meses para ver qué pasaba, si cortaban el cordón, cómo estaba”.

La extensión del embarazo hizo que “K” sufriera más con el desenlace anunciado. Cuando los médicos le recomendaron interrumpir el embarazo debido a la inviabilidad de la gestación y a que su salud estaba en riesgo, habían pasado dos meses, “K” tenía 7 meses de embarazo. “Ya me había acostumbrado, ya lo había sentido y es muy bonito eso, pero tenía que hacerlo de alguna u otra manera, no sé si iba a ser para bien de él o para bien mío”.

Respecto a casos como los de “K”, Brenda Álvarez, abogada de Promsex, señala que “no hay un protocolo que establezca lo que se debe hacer en casos de urgencia que sobrepasan las 22 semanas de gestación. “Aún nadie se ha muerto que nosotras conozcamos, pero muchas mujeres están siendo obligadas a continuar con embarazos de fetos incompatibles con la vida extrauterina, y luego deben cargar con eso. Tenga malformaciones o no, si afecta la salud mental de las mujeres, debe interrumpirse”.

“K” se pregunta por qué los médicos no le ofrecieron esa alternativa antes. «Creo que si no hubiese crecido tanto, yo no hubiese sentido todas esas cosas como para encariñarme. Y creo que si no hubiese crecido tanto, no me hubiese afectado tanto», dice sobre el momento tardío en que le ofrecieron interrumpir el embarazo. Al practicarle el procedimiento, como habían previsto los médicos, el bebé de «K» murió al nacer. Dos meses después, ella se sumió en una profunda depresión. Cuenta que con el tiempo se fue recuperando emocionalmente y espera retomar sus estudios en la universidad.

UNA CULTURA DE SILENCIO

La historia de “K”, recolectada en un estudio de Promsex y el Centro de la Mujer Peruana Flora Tristán, es la de cientos de mujeres que atraviesan por embarazos con inviabilidad fetal y se ven forzadas a tener que llevarlos a término a costa de su salud psicológica.

Según el Ministerio de Salud (MINSA), en el 2016 se realizaron 311 interrupciones de embarazos por razones terapéuticas. Un estudio de ForoSalud realizado en 24 centros de salud a nivel nacional, reveló que a pesar que el Protocolo de Atención del Aborto Terapéutico está vigente desde 2014, solo se realizaron 77 abortos terapéuticos, aunque atendieron 22 mil abortos.

La data proporcionada por el Ministerio de Salud indica que en 2016, a nivel nacional, se atendieron 37 mil 645 abortos, entre los abortos médicos, intentos fallidos, complicaciones ocasionadas por abortos, embarazos ectópicos y otros tipos.

EL CONSERVADURISMO EN LA SALUD

Para el director del Instituto Materno Perinatal, Enrique Guevara, son las ideas vinculadas a las religiones y creencias personales las que evitan que las mujeres accedan a servicios de salud.

Debe recordarse que en noviembre de 2017, la organización católica Acción de Lucha Anticorrupción Sin Componenda presentó una demanda de acción de amparo en contra de la aplicación del protocolo de aborto terapéutico, aduciendo que era inconstitucional.

Guevara también dió cuenta del caso de una mujer que tenía un embarazo con siameses que no iban a sobrevivir, por lo que presentó una solicitud para interrumpir su embarazo. La junta médica de la Maternidad de Lima se la negó a pesar que su salud física y mental estaba gravemente afectada.

“Cómo es posible que se le niegue el aborto terapéutico cuando la mujer moría de pena, de angustia por lo que le estaba pasando. Eso era más que suficiente para nosotros, qué más queremos. Si no ven que tienen intentos de suicidios, no las atienden”, comentó. “No tiene sentido que siga el embarazo si las mujeres no lo desean y sufren”, agregó.

A inicios de este año, Guevara comentó a Wayka que su hospital estaba realizando una investigación de casos de mujeres en los que sus embarazos debieron suspenderse, pero debido al vencimiento de plazos establecidos en el protocolo de aborto terapéutico no se realizaron, esto para ver la afectación y el impacto en la vida de las mujeres.

Guevara también anunció que el Instituto Materno Perinatal estaba realizando un protocolo para embarazos con malformaciones. “No porque queramos, sino porque es la realidad y la necesidad de las mujeres”, precisó. El documento que estaría listo a fines de año, será el primero en regular los embarazos inviables como los de “K”, en donde la extensión de un embarazo que no podrá desarrollarse y llegar a buen término, le causó más sufrimiento.