Durante la dictadura de Alberto Fujimori, militares intervinieron arbitrariamente universidades públicas como San Marcos y La Cantuta. Muchos estudiantes fueron detenidos, juzgados e incluso asesinados pese a no tener relación con Sendero Luminoso ni apoyar sus acciones.
Docentes, estudiantes y egresados han criticado el accionar de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos (UNMSM) por lamentar la muerte del genocida Alberto Fujimori, quien en los 90 intervino militarmente universidades públicas y fue autor intelectual de la masacre de La Cantuta, donde murieron asesinados 9 estudiantes y un profesor.
“La universidad San Marcos se ha unido al coro de lamentos por la muerte de Alberto Fujimori. Y los sanmarquinos debemos lamentar la mala memoria de las autoridades que han olvidado que el fujimorismo hizo que los militares ocuparan la universidad siete largos años”, señaló el docente Juan Gargurevich, quien durante esa época fue director de la escuela de Comunicación Social, de la Facultad de Letras de la UNMSM.
Añadió que fue testigo de las dos grandes intervenciones militares del régimen fujimorista en 1991 y 1995. “Yo era director de la escuela de Comunicación Social y estaba en la universidad cuando irrumpieron los soldados y nos echaron sin más trámite. Cuando volvimos, días después, San Marcos era un verdadero cuartel”, recuerda.
Añadió que no se deben olvidar los atropellos de los que fueron objeto los sanmarquinos por el régimen de Alberto Fujimori. “Y muy bien que su muerte sea lamentada por su familia y fujimoristas. Los sanmarquinos debimos, por lo menos, guardar silencio”, resalta el historiador de la comunicación.
Del mismo modo, la docente Sonia Luz Carrillo sostuvo que este tipo de comunicados son indignos de una universidad como San Marcos. “Un comunicado impertinente. Ante la muerte de los dos criminales nefastos para la vida y para el pensamiento, y que quiso la historia que desaparecieran el mismo día del año y a la misma edad, el claustro universitario agraviado debió guardar la respetable distancia. Ninguna celebración oficial ni mucho menos, un humillante, vergonzoso homenaje en la forma de un impertinente comunicado. Indigno de San Marcos”.
Desde los estudiantes y egresados también rechazaron el actuar de la rectora Jeri Ramón. “Hoy la rectora de San Marcos usó el nombre de la universidad y su cargo para hacerle un guiño a sus aliados fujimoristas. ¿Saben qué dejó la intervención de Fujimori en la universidad en los 90? Decenas de malos docentes y corruptos administrativos que aún siguen”, publicó en su cuenta de X el divulgador científico Yerson Collave. “Los estudiantes no olvidamos los actos terroristas de Fujimori. Una vergüenza el accionar de la actual rectora”, expresó otra estudiante.
La Cantuta: asesinato de estudiantes y profesor durante régimen de Fujimori
En el ámbito universitario, el caso más emblemático, por la crueldad con la que se dieron los hechos, es la masacre de La Cantuta. El 18 de julio de 1992, en la madrugada, militares encapuchados integrantes del Grupo Colina, ingresaron a la residencia donde dormían alumnos y profesores de la Universidad Nacional Enrique Guzmán y Valle, La Cantuta, para luego secuestrarlos y desaparecerlos. Nueve estudiantes y un profesor fueron asesinados y enterrados en fosas clandestinas.
Por un año, los familiares de estas víctimas los consideraron desaparecidos, sin obtener respuesta del paradero de los alumnos y del docente. Cuando se alertó sobre la existencia de fosas comunes en el km 1,5 de la autopista Ramiro Prialé, en Lima, el Grupo Colina desenterró los cuerpos, los incineró y trasladó hacia otra fosa común clandestina ubicada en Cieneguilla.
En 1993 un informe periodístico dio cuenta de ello, la Fiscalía acudió al lugar y encontró restos de cadáveres, que habían sido quemados.
Hasta la actualidad, en un proceso largo, doloroso y con múltiples trabas burocráticas, se ha podido reconocer a 6 de las 10 personas desaparecidas forzosamente y asesinadas por el Grupo Colina, coordinado por Vladimiro Montesino y con conocimiento de Alberto Fujimori.
En 2009, el dictador Fujimori fue condenado a 25 años de cárcel por haber sido el autor intelectual de este crimen tan atroz.
“Se creó este mito de que las víctimas de Cantuta eran los responsables de Tarata sin que nadie haya demostrado en 32 años esa vinculación o siquiera la participación de nuestros familiares en Sendero Luminoso. No hay justificación alguna para lo que hizo el Grupo Colina y lo que hizo Alberto Fujimori, el pensar que son dueños de la vida de otras personas para secuestrarlos, para asesinarlos cobardemente, para enterrarlos clandestinamente y desaparecerlos, para quemar sus cuerpos y desaparecerlos y para premiar a sus asesinos”, declaró para Wayka Gisela Ortiz, exministra de Cultura, activista por los derechos humanos y hermana de Luis Enrique Ortiz Perea, estudiante de Educación Física asesinado en La Cantuta.
“Es bien difícil poder cerrar esta etapa de duelo cuando se vive en la incertidumbre de no saber dónde están los restos de las víctimas”, agrega.
A diferencia de las víctimas de la dictadura, Alberto Fujimori falleció en su casa, rodeado por su familia, con lamentos sin memoria. Keiko y Kenji no buscarán los restos de su padre por más de 30 años ni esperarán a que se le identifique por un rastro de cabello o diente. El genocida será enterrado en un lugar privilegiado y no en una fosa común, como el Grupo Colina hizo con estudiantes y un profesor de La Cantuta.
San Marcos intervenida por militares
En los 90, la UNMSM tenía el mayor número de estudiantes en el Perú, quienes veían en la educación una forma de ascenso social y económico. La masificación de la universidad y su abandono por parte del Estado en cuestiones de presupuesto público y sueldos de docentes produjo todo tipo de posturas intelectuales e ideológicas. El debate siempre estuvo presente incluso durante la época del conflicto armado interno.
Infiltrados de Sendero Luminoso se hicieron presentes en las aulas, pero no fue masiva su participación ni su incidencia significaba la aceptación de su pensamiento.
“Sendero siempre fue una minoría muy pequeña, pero eran muy activos y amenazantes. Tanto la represión como los métodos violentistas de Sendero crearon una inclinación en los estudiantes a abstenerse de participar en política”, señalaba el ya fallecido profesor César Lévano, quien entonces dictaba clases en la Facultad de Letras. El docente contó cómo él y otros colegas resistían a las acciones senderistas, pese a que en el imaginario colectivo, todo sanmarquino era adepto al Pensamiento Gonzalo, narrativa que utilizó el fujimorismo para justificar las acciones militares en las universidades nacionales.
“Los senderistas tenían por costumbre dejarnos sin luz. Entonces, mis clases las dictaba en el auditorio, a unos 120 alumnos y, pese a los apagones, yo seguía dictando. Los chicos traían linternas, velas, lamparines, etcétera. En esos años, lo que hacían muchos docentes era firmar e irse a sus casas, pero no era mi caso, por eso incluso fui amenazado constantemente de muerte por Sendero. En fin, siempre resistí y denuncié a Sendero por sus métodos de combatir, con mi firma en periódicos como el Diario de Marka”, relató a su alumna Marysabel Cuzma, quien luego escribió en un blog sobre ello.
Los estudiantes, dirigentes y trabajadores de la época no negaban la ineludible presencia de Sendero en las aulas; sin embargo, se enfatizaba que era un pequeño grupo que pretendían difundir sus ideas, aunque solo generaban temor entre aquellos que no se atrevían a cuestionarlos abiertamente
En 1991, Fujimori acudió, acompañado por el Ejército, a La Cantuta y luego a San Marcos. En la UNMSM, estudiantes lo recibieron de manera hostil pues no estaban de acuerdo con su actuar. Esto hizo que la narrativa de que todo sanmarquino era terrorista y si no lo era, estaba a favor de Sendero Luminoso tome más fuerza e incluso medios de comunicación llamen a la “recuperación de la universidad”.
La mañana del 24 de mayo de 1991, ya con la excusa del ataque al dictador, militares tomaron San Marcos. Las autoridades universitarias reconocieron que esto era un exceso y que la limpieza de pintas que había realizado Sendero lo harían los propios estudiantes y no militares que los amenazaban. Sin embargo, no fue escuchado.
Esta intervención produjo una militarización de la universidad, con una base del Ejército en la UNMSM. Los militares estaban en todas las áreas de la universidad, incluyendo comedor, centros federados de alumnos y áreas de recreación. Los estudiantes, profesores y otro tipo de personal era interrogado antes de ingresar a la universidad, como señala testigos y recoge la Comisión de la Verdad y Reconciliación.
En mayo de 1995 se dio el golpe definitivo a la universidad pública, buscando su despolitización. con la promulgación de la Ley 26457 que promovió la formación de comisiones reorganizadoras. En San Marcos, esta comisión reorganizadora tenía el objetivo de adecuar la universidad a lo que el régimen dictatorial de Fujimori pedía, censurando el pensamiento crítico y eliminando a las minorías políticas, para lo cual se hostilizó a docentes y estudiantes.
Muchos sanmarquinos terminaron por alejarse de temas políticos por esos motivos, sobre todo quienes estudiaban ciencias, ingenierías y medicina. Sin embargo, otros tantos se organizaron e hicieron más fuerte en oposición del autoritarismo.
Ahora, San Marcos parece haber olvidado su historia, que estudiantes fueron apresados y enjuiciados por terrorismo sin prueba alguna más que el estigma de estudiar una carrera de letras en una universidad nacional. La historia no se borra.
Fuentes bibliográficas consultadas: Informe Final de la Comisión de la Verdad y la Reconciliación, Caso Cantuta, Hacer historia durante la dictadura. Intervención militar, comisión reorganizadora y revistas a estudiantes en San Marcos, Memorias entorno a la intervención militar de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos 1991-1998: la Escuela Profesional de Historia