La primera conferencia de prensa de Francisco Sagasti y su Gabinete Ministerial a un mes de asumir el gobierno revela nuevamente esa profunda desconexión entre la clase política y los problemas del pueblo.
Durante los primeros 15 minutos, Sagasti no hizo ningún anuncio, solo una introducción de lo que ya sabemos: las dificultades de gobernar. Luego, otros 15 minutos de la primera ministra Violeta Bermúdez sin mayores anuncios, que empezaron por el panorama electoral del 2021, y se esparcieron en comentarios sobre la vacuna.
Curiosamente, la mayor parte de la conferencia de prensa de dos horas, estuvo situada en el tema de una vacuna que apenas existe para los países más ricos y que ni siquiera hay certeza de cuándo llegará al Perú. Este es un punto visible de desconexión de la realidad por parte del gobierno. Centrar el esquema de conversación, sin tener anuncios concretos, en una vacuna, cuando estamos viviendo rebrotes del virus en algunas zonas del país, médicos que ya desde hace unos días piden camas UCI, que advierten otra vez no tener camas de hospital y hasta ahora tampoco tenemos suficientes plantas de oxígeno.
La única claridad en ese punto vino de la ministra de Salud, Pilar Mazzetti, que tiró por los suelos las suaves palabras del presidente y la primera ministra. “Cuándo y cuánto, no sabemos”.
Si hay algo que ya deberíamos haber aprendido desde el inicio de la pandemia, es que el virus es más rápido que todos y que no hace alertas. Las cifras de muertos no se han detenido, tampoco los de contagios. Una disminución no implica que la pandemia dejó de ser peligrosa.
El mensaje de Sagasti en todo momento fue el mercado y la reactivación económica. El discurso del gobierno parece contradictorio. Por una parte, hay cierto positivismo pero las cifras son de terror. El ministro de Economía, Waldo Mendoza, informó que el Producto Bruto Interno cayó -30%, el empleo cayó 40%, la inversión pública -60% y la inversión privada -70%. Pero para el ministro empezaremos el 2021 “con buen pie”.
Mientas el ministro de la Producción, José Chicoma, señaló que “por ahora, las cifras nos indican que no debemos revertir las medidas y seguimos en la Fase 4. Estamos tomando medidas con respecto a las aglomeraciones. Los comerciantes deben cuidar los aforos”. Pero las aglomeraciones ya eran previsibles sobre todo en fiestas y las medidas que recién se tomarán se vuelven tardías.
A esto hay que sumar que desde el gobierno no hubo una propuesta contundente o clara o al menos alternativa respecto a la recomendación del Colegio Médico de cambiar el toque de queda de 4 de la mañana a 8 de la noche por las próximas dos semanas.
Hasta el anuncio de restringir el tránsito de vehículos por navidad, es lejano y aunque puede ayudar no es de las medidas prioritarias que se esperaban.
Dos horas de conferencia. Desconectado, tibio y sin anuncios concretos ante las vigentes preocupaciones de una población nacional que ve en la televisión un rebrote de casos de COVID, que padece la falta de dinero y es capaz de poner en juego su vida para obtener aunque sea en estas fiestas navideñas los ingresos que les permitan subsistir con negocios propios, alertas por reaperturas de centros comerciales con mayor aforo, mientras hay protestas cada día por derechos laborales, despidos injustificados, explotación y ceses colectivos.
Para la causa de los jóvenes fallecidos en las protestas del golpe de Estado de Manuel Merino y el Congreso, apenas se ha conformado una comisión de trabajo en el Ministerio de Justicia. Si contamos la cantidad de comisiones de trabajo que se crean en los gobiernos y que pueden durar largo tiempo sin resultados, el anuncio termina siendo poco alentador.
Así las cosas, Sagasti nos dice que hay que hablar las cosas claras, pero parece que nos pinta un gobierno de transición quijotesco, donde todo se imagina pero nada se concreta.
En el país donde la desigualdad impera, el pueblo no puede adormecerse.