Escribe Carlos A. Bedoya

Cada vez que hay problemas en el Perú, el gobierno se mete con Venezuela. PPK metió el tema hasta en su discurso de 28. Y todo este lío armado con la Asamblea Constituyente le ha caído de perilla, ahora que necesita oxigeno en medio de la crisis de los maestros, los médicos y los errores persistentes de Zavala (Molinelli, Procuradoras, Susana De La Puente, nuevas adendas truchas, etc.).

Lo ridículo es que se denuncian cosas de Venezuela que pasan todos los días por acá. Millones de personas en el Perú no tienen acceso a salud, ni a medicamentos. Hay gente que no tiene que comer y no pasa nada. Salen los maestros a protestar porque el sueldo no les alcanza y les declaran estado de emergencia, les meten palo y bombas, y encima los tratan de terroristas. Y a eso le llaman democracia.

En el colmo, Alan García, el criminal de El Frontón y Bagua, se ha convertido en un referente moral para denunciar los crímenes de Maduro. Está corrido en España desde que explotó la crisis Lava Jato en diciembre del año pasado que lo involucra no solo en financiamientos de campaña como a Humala, sino en tremendas coimas de mega proyectos como el metro de Lima y tiene la ostra de condenar al gobierno venezolano. Viene a Lima solo a declarar a la fiscalía y de inmediato se va, porque aprendió muy bien a ser impune cuando terminó su primer gobierno. Regresó al Perú cuando todos sus delitos de corrupción prescribieron.

Otras que se lavan la cara con Venezuela son Luz Salgado y Keiko Fujimori. La primera se la da de señora de la política cuando bien que estuvo sentada negociando lo que podía con Montesinos en los noventa. La segunda acaba de ser denunciada por O Globo, uno de los medios más importantes de Brasil, de haber recibido plata de Odebrecht para su campaña igual que Humala. Y las dos tienen la raza de venir a pontificar como demócratas como si no las conociéramos. Además, Keiko y sus hermanos estudiaron en Estados Unidos con plata de todos los peruanos y los vínculos con el narcotráfico le saltan por todos lados (Limasa, Ramírez, Olluquito, etc.).

Así como ellos toda la derecha sinvergüenza del Perú busca ganarse alguito condenando a Maduro, pidiendo sin asco la intervención militar de Estados Unidos al mejor estilo felipillo, apareciendo como los grandes defensores de la democracia, que no practican acá cuando reprimen, matan y criminalizan sin asco la protesta social y festinan con lobbys APP y puertas giratorias los recursos públicos.

Encima, sale Aldo Mariategui, el mismo que no tiene empacho en defender a los piratas de Graña y Montero asociados de Odebrecth en cada una de las mega obras donde hubo corrupción, a exigir que Verónika Mendoza deslinde con Manuel Dammert, que apoya a Maduro, como si en Nuevo Perú no pudieran haber 2 o 3 posiciones al respecto. Aldo está armando como siempre un monigote para golpear a la candidata presidencial más posicionada de la izquierda. Está acostumbrado a usar la prensa como arma de fuego, igual que Exitosa, pero menos burdo. El mismo que aconsejaba bombardear con Napalm los valles del Huallaga y el Vraem, así mueran miles de inocentes es ahora defensor de la democracia. No me jodan con Venezuela.

*Esta columna fue previamente publicada en la edición impresa de Diario Uno el 3 de agosto del 2017