Al cumplirse 10 meses desde el derrame de petróleo ocurrido en Ventanilla por parte de Repsol y la respuesta del Estado es lenta, no se ha podido establecer un plan que garantice que el consumo humano de especies en las zonas aparentemente limpias, lo que retrasa el reinicio de las actividades económicas relacionadas con la pesca.
Según el Organismo de Evaluación y Fiscalización Ambiental (OEFA) son 97 sitios afectados por el derrame, desde la playa La Pampilla hasta la playa Punta Salinas (altura de Huaura). De estos, 46 playas y 23 puntas y acantilados aún están afectados con hidrocarburo pese a que la empresa Repsol había comunicado la finalización de la limpieza en los sitios mencionados.
Además, según el portal de la OEFA son cuatro Áreas Naturales Protegidas intervenidas, tres de ellas se han visto afectadas por este desastre ambiental.
Pese a la obtención de estos datos y “a pesar de los discursos y las declaraciones a la prensa, no se ha dado ninguna solución real”, así lo menciona la organización ambiental Oceana Perú.
Además, según el informe publicado tras la misión de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) para evaluar los daños del citado desastre ambiental, uno de los principales hallazgos fue que el Gobierno tuvo una gran dificultad inicial para determinar el mejor mecanismo para la conducción y coordinaciones de las acciones de respuesta sobre esta “emergencia ambiental de gran magnitud”.
Al respecto, Juan Carlos Riveros, director científico de Oceana, señaló para Wayka que el Estado ha tardado mucho “buscando la información referida, lo que hace demasiado complicado evaluar la dimensión del daño en la zona. Sabemos por los pescadores que hay zonas en las que evidentemente persiste la contaminación y en las que no habrá una recuperación rápida, pero también sabemos que hay zonas en las que ya se está pescando”.
Para Riveros, es importante “que se tomen en consideración una serie de mecanismos de control adicionales para el consumo local de pescado, que debe estar a cargo del Ministerio de Producción y de las municipalidades. Es importante la creación de un plan de monitoreo de inocuidad de la pesca para consumo humano directo de la zona”.
Una recuperación lenta
Según el informe de la ONU, se calcula una recuperación de 6 a 8 años en estas zonas.
El especialista ambiental señala que el petróleo ya se hizo parte del ecosistema y que “lo que se puede esperar en el corto plazo es una recuperación de la biodiversidad que no alcanzará los niveles ni la calidad en composición de especies que teníamos antes del derrame en el corto plazo”.
“Si antes en estos lugares podíamos obtener Pintadilla, Lisa, Chita; con el derrame no se verá una recuperación de estas especies que son las que tienen más valor en el mercado y serán reemplazadas por especies que son más resistentes pero que no son atractivas para el mercado, pueden ser especies que no cumplen con las características de calidad que los pescadores buscan”.
El informe emitido por la Organización de las Naciones Unidas, menciona un padrón de 3 200 familias afectadas por el desastre. Además, en la información facilitada por Oceana, cerca de 500 000 personas dependen directa e indirectamente de la pesca en Ventanilla y zonas aledañas, lo que significa un gran impacto para el sector económico y de salud para el país y los afectados por el derrame.
“Llama la atención que no se esté considerando el tema de la salud pública en los planes que se evalúan. En salud pública, además de estos elementos hay que considerar también a las personas que fueron afectadas de manera directa y que estuvieron expuestas desde el día uno, a las personas que se acercaron a pedir trabajo y no les dieron los implementos de protección mínimos, y además que atienda las consecuencias que genera todo el estrés, angustia, ansiedad que meya en la salud mental. Muchas de estas personas viven de la pesca, y no tienen la capacidad para salir a buscar otro trabajo. El tema de salud pública brilla por su ausencia”, sentenció Riveros.