En 2017, la minera Macusani Yellowcake encontró toneladas de litio y uranio en la provincia de Carabaya (Puno) que nos ubican entre los países con mayor reserva de estos minerales. Sin embargo, Perú aún no cuenta con normas que regulen su extracción.

Redacción Wayka

Se estima que para el 2022 habría un alza en la demanda de litio y en nuestro país, Puno sería «el principal bolsón de actividad extractiva» de este mineral. Así lo explicó Javier Jahncke, miembro del equipo técnico de la Comisión Episcopal de Acción Social (CEAS), durante un conversatorio organizado este miércoles por la Red Muqui.

Como se recuerda, Perú cuenta con yacimientos de un aproximado de 4.7 millones de toneladas de litio y 56 mil toneladas de uranio. Estos fueron hallados por la empresa Macusani Yellowcake en la provincia de Carabaya (Puno), en actividades exploratorias que no contaban con ninguna certificación ambiental. Además, tampoco se sometió a un proceso de consulta previa.

Según señaló Rodrigo Lauracio, representante de la Red Muqui en Puno, en el procedimiento sancionador que inició el Organismo de Evaluación y Fiscalización Ambiental (OEFA) a Yellowcake, se comprobó la presencia de «cinco plataformas de exploración, algunas pozas de sedimentación y algunas trincheras». Así, a inicios de este año Macusani Yellowcake recibió la multa de 399.28 UIT.

Pero, más allá de dichas infracciones, ¿qué alertas implicaría la minería de litio y uranio? Sobre todo para la región de Puno, que alberga estos recursos.

Sin reglas para evitar daños

De acuerdo a Javier Jahncke, la extracción de litio está frecuentemente vinculada a la extracción de uranio, un material radioactivo para el cual Perú no tiene normas de extracción. A eso se suma, como señaló el representante de CEAS, que «actualmente tenemos una flexibilización de marcos normativos por efecto de la pandemia».

Respecto a la salud, Jahncke apuntó que se ha encontrado que el litio afecta a la glándula tiroides, los riñones y es de peligroso el contacto para mujeres embarazadas. Además, destacó que el lito se extrae casi puro, lo que incrementa los riesgos.

Por otro lado, una extracción mínima de uranio para investigación generó impactos a la salud, según habría comunicado el mismo Gobierno Regional de Puno.

Además, el área donde se llevarían a cabo las actividades de la empresa Yellowcake se encuentra en la cabecera de cuenca de los ríos Marcapata, Macusani, Inambari y Phinaya. De acuerdo a la Red Muqui, un mal manejo de la actividad minera afectaría a plantas, animales y la población que habita en la zona.

Demanda global por litio

En otros países como Chile y Argentina, la minería de litio ya ha generado conflictos socioambientales con las comunidades indígenas que habitan cerca a los salares donde se suelen encontrar yacimientos de ese mineral.

Bárbara Jerez, del Observatorio Plurinacional de Salares Andino – Chile, señaló que hay una presión global por el litio como parte del «capitalismo verde» que busca alternativas al petróleo. El uso del litio para baterías de carros eléctricos y celulares sería uno de los principales objetivos.

Sin embargo, Jerez indica que la extracción del mineral frecuentemente afecta sistemas de aguas interconectadas como ríos, arroyos y lagunas de las que dependen comunidades indígenas. Una de ellas habría colocado fuera de un salar el letrero: «Nosotros no comemos baterías. Se va el agua, se va la vida».