Cineplanet conoce muy bien a su público. Como buena empresa que está pendiente de las tendencias de sus consumidores, los cuida, fideliza con ofertas y combos, con recarga de cancha gratis, con confort en decenas de salas que repiten la misma película estadounidense. Pero también los mima con información de primera mano, como esas “advertencias de película” que lanza en sus aplicaciones o espacios indicando aquello percibido como peligroso en las escenas de los films. Contra todo spoiler y contra cualquier pérdida de tensión, la empresa va llevando de la mano a sus espectadores para que sus ojitos no sean afectados, como, por ejemplo, ante un film de Disney que contiene un beso, un piquito como diríamos, entre dos mujeres y que pueda afectar su sensibilidad. Cineplanet y su homofobia. Cineplanet y su aviso de “este film contiene escenas de ideología de género”.

“Esta película puede herir su susceptibilidad” era un aviso que se leía mucho en los cines de otras épocas. Más que alertar, la advertencia generaba morbo, una expectativa, y muchas veces, tras el visionado del film, aparecía la decepción. No había tanta matanza, violencia, horror prometido. El aviso se convertía en una estrategia de marketing o en un requisito pacato para prevenir incautos. Sin embargo, en la actualidad, hay una nostalgia por este tipo de prácticas efectistas. Pero el uso de antaño era entendido como objeto de control en carteleras donde aún quedaban rezagos de juntas censoras, donde películas sangrientas, de exorcismos o de porno soft quedaban expuestas como aberraciones de la humanidad. Si antes los cines advertían sobre imágenes de asesinos con sierra eléctrica, brazos volando por los aires, vómitos de poseídas o un Cristo herido por mil latigazos como en la película de Mel Gibson, en films para mayores de 18 años, hoy esa práctica se ha desplazado al terreno de lo sorprendente: un acto de amor de una pareja diversa en una animación de Disney-Pixar apta para todos.

La película Lightyear ha sido prohibida por varios países, sobre todo de mayoría musulmana, por esta escena donde una pareja de lesbianas se da un beso a modo de saludo. Esta escena también ha despertado la queja de cientos de consumidores homofóbicos en redes sociales, atribuyendo esta decisión de Disney a una tendencia de ‘inclusión forzada’, a la falta de buenas costumbres y al bloqueo del derecho de educar a los niños. En Perú, estos usuarios han felicitado a Cineplanet por su práctica, aunque luego la empresa transnacional sacó un comunicado indicando que se trató de un acto no coordinado y que no corresponde a la política inclusiva que según ellos desarrollan como institución. Sin embargo, en dicho comunicado no expresan ni una sola palabra sobre qué entienden por ‘ideología de género’ o si sancionan ese tipo de expresiones sin sustento y que forma parte del sentido común de la narrativa ultraconservadora que busca desmerecer reivindicaciones en torno al derecho de las mujeres y diversidades sexuales.

Por un lado, siempre será un paso adelante que películas familiares, que tienen un alcance muy fuerte en diversas partes del mundo, puedan replantear las historias que construyen, ya que se vuelven modelos o construcciones de mundos para cientos de niñes. Que propongan una sirenita afrodescendiente, una superheroína donde siempre hubo referentes masculinos, o una pareja de mujeres expresando respeto y amor solo puede revelar esa urgencia por transformar viejos paradigmas excluyentes.

Y, por otro lado, las películas no deben venir con advertencia alguna en general. Y menos de la mano de un cine que restringe desde hace años qué es lo que deben ver o no los peruanos. Ya es una práctica poco inclusiva que las películas dobladas vayan a las zonas menos privilegiadas según Cineplanet y que las películas subtituladas y de festivales vayan solo a San Isidro o Surco. También, ya hace años que Cineplanet aplica advertencias al cine peruano, dejándolo solo unas horas o apenas un par de días en cartelera porque eso no vende. O a cineastas como Wesley Verástegui, cuyo film Un Romance Singular, protagonizado por actrices trans, no pudo acceder a un espacio en Cineplanet por el desinterés de un gerente homofóbico.

En cuanto a la posición que deben tener los cines sobre las películas que presentan en su oferta: los cines no deberían anunciar incluso si una película tiene «demasiadas» escenas de violencia, sexo, drogas, calatas, sangre a chorros, etc. Esa práctica de ir “advirtiéndole al mundo” qué es lo que debe ver y qué no es modelar, es querer influir en los espectadores, es tratarlos como seres disminuidos, ignorantes, sin capacidad crítica. ¿Se requiere advertir sobre escenas de sexo y violencia en films para la niñez? No, porque no serían pues películas para niñes. Expresiones de amor no son violencia. Pero, de todas formas, Cineplanet se convirtió en el traductor de algunas escenas, en el exégeta oficial de los fans de Con mis hijos no te metas. Si tantas lágrimas les sacaba esa escena de Lightyear ¿por qué ponerla? Taquilla manda…

El problema de Cineplanet es que refleja los niveles del conservadurismo y el sistema de control que se quiere imponer sobre lo que vemos como una parte de su marca institucional. El problema es que repliquen un sentido común sin consistencia, venido del submundo de la intolerancia y la superioridad sobre el otro («ideología de género»). También es reflejo del poder que tiene algún ejecutivo ultra conservador. Es una empresa que replica prejuicios homofóbicos mientras paga miserias, mientras despide a jóvenes zurrándose en los derechos laborales, que se acoge a Reactiva Perú siendo parte del grupo más poderoso del país. Como buena empresa dizque inclusiva que guarda las apariencias, que seguramente guarda el polvo bajo la alfombra, que hace salir a los empleados por la trastienda en plena madrugada, celebrará el día del Orgullo, con flyers y regalos multicolor.