Zintia Fernández
Clauco Velásquez Wong se pregunta de vez en cuando cómo llegó a ser vocero de las personas LGTBI en Iquitos. La escena activista fue difícil para él desde que fue a su primera Marcha del Orgullo en el 2008. Defender sus derechos siempre ha sido una cuestión de vida o muerte. Había observado los insultos, las amenazas y las agresiones físicas que sus amigos y amigas habían sufrido por defender su identidad.
La madre de Clauco, conocida como la ‘China’ Wong, ante todo le aconsejó estudiar. Con una profesión la gente lo respetaría y así se evitaría todo un escenario de abusos. Como los que escuchaba en la radio y veía en la televisión. Las noticias sobre las personas LGTBI siempre estaban vinculadas a tragedias anónimas.
Clauco Velásquez obedeció a su madre. Se preocupó por estudiar y aprender. Luego, incluso empezó a enseñar. Siempre tuvo la vocación por la educación. Obtuvo el grado de bachiller en la Universidad Nacional de Educación Enrique Guzmán y Valle (La Cantuta). Y eso lo fortaleció para cumplir una labor de educación comunitaria y de defensa de derechos humanos.
Uno de los casos mediáticos en que participó Clauco fue el de Jamilet Murayari, asesinada por su pareja en 2018. La justicia sentenció al asesino a solo 4 años y dos meses de prisión y al pago de 2.000 soles como reparación civil. El activista recibía llamadas que amenazaban su vida si no se apartaba o no dejaba de “hacer bulla”, es decir, convocar a los medios para alcanzar justicia en dicho caso.
Debido a la presencia frecuente de Clauco como defensor de los DD.HH., los medios no han tardado en tenerlo como referente. «Cualquier tema que pasa referido a los LGTBI, los periodistas buscan que dé una opinión, incluso acuden a mi casa. A mí me da miedo que mi mamá los atienda y sufra alguna descompensación porque puede pensar que me ha pasado algo», revela el activista.
Clauco Velásquez también coordina comunicaciones entre pacientes con VIH y sus médicos. “Tenemos que hacer seguimiento como a 30 personas con VIH. Preguntarles si están tomando sus medicamentos, porque a veces son como niñitos”, reclama como un padre preocupado por sus hijos.
Sus pasiones: su madre y los derechos LGTBI
Durante el aislamiento social obligatorio, Velásquez tuvo como prioridad el cuidado de su madre. Hasta se impuso un protocolo particular. Separó utensilios para ambos, no hubo saludos habituales como un beso o un abrazo. Usó mascarilla constantemente. Además, evitó salir de casa durante dos meses. Con excepción del momento de entrega de canastas del Gobierno durante la cuarentena.
Clauco dice que su mamá es «la mitad de su vida». Ella le dio confianza y no tuvo problemas con su orientación sexual desde niño. El temor vino de fuera de casa. “Por muchas circunstancias mi madre no llegó a estudios superiores, pero con lo que conoció, me ha entendido, a diferencia de otros padres que tienen incluso posgrado”, enfatiza.
El activista también ha estudiado políticas públicas contra la discriminación por orientación sexual e identidad de género. Con ello tuvo las herramientas adecuadas para enfrentarse a los medios de comunicación que abordaban con burlas los temas LGTBI en Iquitos.
«Patitos celebran su día». Era el titular de un diario local para referirse a la Marcha del Orgullo. En otra oportunidad, Clauco no dudó en protestar a las afueras de una televisora que había emitido mensajes denigrantes contra la población LGTBI. Sin embargo, también confía en que el sesgo discriminador en los medios tradicionales poco a poco disminuye gracias a la capacidad de incidencia. Asegura que se va logrando insertar en el lenguaje periodístico los términos adecuados. «En ese mismo diario ahora se puede leer titulares como ‘comunidad LGTB celebra aprobación de nueva ordenanza‘», asegura alegre.
La lucha de Clauco por el respeto de sus derechos continúa en ese trajín, pero ahora tiene un encargo más, dar voz a quienes son invisibles para el Estado mediante la Comunidad Homosexual Esperanza Región Loreto (CHERL), organización de la que es vicepresidente.
Durante los días de aislamiento por la pandemia por la COVID-19, el hambre golpeó a la población, en especial la trans. En ese momento la CHERL reunió víveres para distribuir a 85 personas. Los víveres incluían medicamentos y preservativos. Clauco reconoce que el Gobierno Regional de Loreto se sumó a la jornada, así como otras autoridades solidarias a quienes convenció por la buena relación que, considera, tiene con los medios y autoridades. Aunque no fue fácil.
Denunció discriminación durante cuarentena
El presidente de la República, Martín Vizcarra, decretó el dos de abril que los hombres podían salir de sus casas los lunes, miércoles y viernes. Las mujeres los días restantes a excepción del domingo. Esta disposición duró ocho días y fue el periodo más largo para Clauco. No porque no tuviera suficientes problemas para cuidar a su mamá, sino por las llamadas constantes a su celular con quejas sobre el maltrato de la policía y las fuerzas armadas contra las mujeres trans.
Clauco recuerda que tuvo que interceder por R., quien salió en el día asignado a las mujeres para unas consultas en el banco. Sin embargo, no pudo llegar porque a unas cuadras de su casa los militares le impidieron el pase. Ella les dijo a las autoridades que era promotora de salud, una activista y cuál era su necesidad. Pero no hubo respuesta positiva.
“Se aprovechó ese momento para sacar a relucir todo el desprecio, la discriminación y el estigma que tienen muchos militares y policías hacia ellas (las personas trans), a pesar del mensaje claro de un ministro. Quizás ocurrió muchos más (casos de discriminación), pero no se denuncian”, cuenta Clauco Velásquez a Wayka.
El activista no solo se preocupó por la integridad de sus compañeras durante la cuarentena, también por su alimentación. Cuando el Gobierno anunció la entrega de canastas, tuvo que elaborar una lista de quienes se encontraban en extrema pobreza y, para ubicarlas se comunicó con ellas mediante WhatsApp. Reunió una lista de 300 nombres que fue distribuida a los municipios distritales de San Juan Baustista, Belén, Punchana y el provincial de Maynas.
«A los días, las compañeras me comentaron que no les había llegado, pese a ser parte de la población vulnerable», explica el activista. Hizo los reclamos y acudió a la Defensoría del Pueblo, solo así los cuatro municipios beneficiaron con canastas de víveres a 80 favorecidas.
Pese a ser vicepresidente de CHERL, Clauco desconoce todavía la cifra real de cuántas mujeres trans están consideradas en extrema pobreza. Así que la lucha continúa para Clauco.