En las compañías peruanas existe una sutil discriminación laboral encubierta de la que nadie quiere hablar pero deja a muchas con la moral por los suelos. Se trata de un silencio que si no lo manifestamos, nos mantendrá relegadas a puestos que no merecemos (subvaloradas) y todos nuestros esfuerzos (estudios, maestrías, cursos de especialización) seguirán siendo minimizados. Se trata de la discriminación por “un posible embarazo” que experimentan muchas mujeres al momento de buscar empleo o querer ascender a puestos de mayor rango.  

Hace pocos días tuve una interesante conversación con una experta en recursos humanos de Estados Unidos. Llegó un punto en que me comentó lo siguiente: En este país las empresas no pueden discriminar ni por tu color, tu edad, ni por quedar embarazada. La ley lo prohíbe.

En el Perú también está prohibido. Las leyes 26772 y 27270 establecen multas y sanciones si se detectan casos de discriminación en las ofertas de empleo o en el ámbito laboral. Pero a los reclutadores parece no importarles y el mercado peruano brilla por discriminar −de forma visible y no tan visible− a las mujeres en edad reproductiva.   

Si me pongo a hacer cuentas, en los últimos cinco años no faltaron las veces que busqué trabajo. Pero fueron varias las ocasiones en que, más allá de mis estudios de maestría o algunos de mis logros, en las entrevistas siempre había una preocupación más importante de por medio: “¿Piensas tener hijos pronto o formar familia?”. Un momento: ¿Por qué no me preguntaban si quería hacer una segunda maestría o cómo mis estudios de especialización podrían beneficiar al crecimiento de la empresa?

No estoy diciendo que yo debía ser la elegida (muchos factores entran en juego), pero sí quiero dar cuenta de que mi respuesta (“no quiero tener hijos pronto” o “sí quiero tener hijos pronto”) condicionaba mi posible elección. Por cierto, nunca me contrataron cuando fui sincera y mencioné que no descartaba formar familia pronto.

Si esto me pasó repetidas veces, entonces se trataría de una tendencia que seguramente experimenta la mayoría de mujeres en busca de empleo y edad de embarazarse. Créanme. Yo terminaba tan abrumada por esa “bendita” pregunta, que por momentos pensé que era mejor quedarme en casa lavando platos.

Pero hay cosas que no cuadran. Resulta raro que las empresas peruanas sean tan ‘progres’ a la hora de apoyar la lucha contra la violencia femenina, pero por otro lado mantengan prácticas tan regresivas como discriminar a una mujer por el riesgo de quedar embarazada.Recordemos que hace tres años conocidas compañías fueron las primeras en auspiciar el movimiento #Niunamenos. ¿Cuántos miles de dólares invirtieron por aparecer en esos enormes carteles en plena Javier Prado? Es ilógico que las empresas peruanas cierren las puertas de entrada o bloqueen a las mujeres que aspiran ocupar puestos gerenciales, cuando muchas organizaciones han adoptado políticas explicitas de no discriminación de género.   

La discriminación laboral (sea por un posible embarazo o por género) disminuye las oportunidades de las mujeres de desarrollar todo su potencial. Aunque eso parece no importar a muchas organizaciones que no aceptan (o no la quieren ver) que la mayoría de veces la responsabilidad de tener hijos pasa por dos personas (padre y madre) que acuerdan dividir su carga laboral y las tareas domésticas de manera equitativa.  

Antes de mandar sutilmente a tantas mujeres a su casa, las empresas deberían ser las primeras en dar el ejemplo a la hora de cerrar brechas de género. Eso también va a la hora de contratar o buscar al mejor candidato de acuerdo a sus méritos y no a los hijos que tenga o desee tener. De lo contrario seguiremos chocando con ´techos de cristal´ de los cuales no podemos escapar porque los mismos empleadores no lo permiten.