Una de las características del mercado laboral peruano es su precariedad. Tengo la impresión de que estos primeros días de cuarentena general han demostrado que las relaciones laborales están construidas de manera endeble, confusa y desigual. 

Uno de los ministerios menos eficaces e inteligentes ha sido el de Trabajo y Promoción del Empleo. Parece que para la titular de esa cartera, la crisis no representaba un peligro. Sus iniciales declaraciones resolviendo el problema con “adelanto de vacaciones” no solo provocaron el rechazo ciudadano sino que fueron rápidamente descartadas por el Gobierno. 

Ahora, en medio de la cuarentena obligatoria, saltan a la luz inequidades y quejas desde el mundo del trabajo.  

Uno de los problemas más serios para enfrentar la actual situación es el nivel de desregulación que tiene nuestro mercado laboral. En la actualidad, hay un componente muy grande de autoempleo y de fraude laboral, lo que conocemos como “informalidad”. Esto dificulta seriamente la estrategia del Gobierno. El sector asalariado dependiente es un grupo importante pero menor en número. El sector de autoempleo prácticamente vive de su actividad diaria y, entonces, interrumpirla es poner en peligro su supervivencia. La atención del Gobierno apunta a los sectores más vulnerables, lo cual es lógico, pero aún queda un sector de autoempleo que escapa del nivel de pobreza extrema. El bono de 380 soles es un apoyo, pero claramente no es suficiente. 

Desde el mensaje presidencial, en La Comuna (asociación que brinda asesoría jurídica y sindical) venimos recibiendo cientos de denuncias acerca de las presiones que reciben los trabajadores para asistir a laborar en estos días. Hay empresas de producción de cerveza y gaseosa que mantienen sus labores. Y en el caso de los servicios, venimos registrando ceses o despidos de trabajadores con contratos temporales. Un caso extremo ha sido el de una empresa que mediante una comunicación virtual indica a sus empleados que si la policía les interroga, digan que están yendo a visitar a un familiar. Peor aún, en algunas empresas de manufactura se extienden vacaciones adelantadas, medida ya descartada por el Gobierno, pues el Decreto de Urgencia 026-2020 señala claramente que se trata de licencia con goce de haber y posterior compensación del trabajo no realizado. 

Todos estos problemas podrían haberse evitado si dentro del centro de trabajo existiera un sindicato organizado que pudiera acordar con los empresarios alternativas consensuadas. Pero como hemos dejado desaparecer a los sindicatos o impedido su desarrollo, el desbalance de poder dentro de la empresa es tan grande que muchos empresarios hacen lo que quieren. 

El presidente ha señalado que las empresas que violen lo dispuesto serán sancionadas. Muy bien, pero debemos saber que la capacidad de Sunafil para fiscalizar es muy limitada. Aquí ha quedado claro también que las denuncias públicas tienen resultado. Es el caso de Cineplanet y Renzo Costa que estaban despidiendo trabajadores u obligándolos a tomar vacaciones. Por la presión mediática tuvieron que revertir esas inaceptables decisiones. 

La estructura laboral del país después de 30 años de desregulación indiscriminada nos ha dejado con numerosos grupos indefensos, economías de subsistencia y un ministerio del Trabajo mental y funcionalmente proempresarial.  

¿Dónde están los estudios de abogados que promueven la flexibilidad laboral, los contratos temporales, que se alegran cada vez que desciende la afiliación sindical y gozan con el discurso iluso-emprendedor? ¿Dónde está el lobby que quiere cerrar las pensiones públicas y la seguridad social? 

Mantener el fraude laboral (contratos desnaturalizados) como si fuera un componente más de nuestra estructura laboral nos coloca en una situación vulnerable como sociedad para enfrentar cualquier crisis social. Son varias las lecciones que van saliendo de esta situación. Necesitamos normas laborales que comprendan la complejidad del proceso productivo moderno. Necesitamos fortalecer la afiliación sindical y mejorar la fiscalización laboral. 

Aún hay tiempo, pues la crisis recién empieza y será necesario garantizar niveles de producción adecuados y, al mismo tiempo, salvaguardar la salud de la ciudadanía. 

*Sociólogo, especialista en temas laborales.