Escribe Colectivo Paremos el Acoso Callejero

Hombres y mujeres somos criados bajo distintos parámetros en la sociedad, por un lado las mujeres crecemos con la idea de que reprimir nuestros deseos es lo correcto; mientras que los hombres crecen pensando que ser violentos es su rol. Estos patrones son transmitidos a las nuevas generaciones en distintas escalas, a veces con mensajes sutiles que van moldeando el actuar de ambos géneros, y otras veces con experiencias traumáticas. Esto tiene consecuencias concretas en el día a día que ponen en desventaja a la mujer frente al hombre.

El uso de los espacios públicos es una de estas.

Es así como la mujer asume un rol de víctima soportando distintas manifestaciones de violencia de género que vulneran su derecho a transitar libremente por las calles. Y el hombre asume la labor de reafirmar la inferioridad de la mujer, de manera que ella se convierte solo en un cuerpo que, por encontrarse ocasionalmente en un espacio público, se vuelve público y, por ello, merece ser tocado, violado o juzgado.

Lo que se pretende desde colectivos feministas como el nuestro, es empoderar a la mujer para que rompa con este rol histórico de víctima, denunciando toda manifestación de violencia sexual: desde tocamientos indebidos hasta miradas lascivas. Además de visibilizar este fenómeno como parte de la sociedad patriarcal que jerarquiza al hombre por encima de la mujer y en la que la violencia se vuelve normal. A su vez, promover nuevas masculinidades que liberen al hombre de reafirmar constantemente su virilidad, lo que se traduce luego en violencia física o simbólica.
Para continuar esta lucha, es urgente la participación del Estado desde sus operadores de justicia, para que se atienda de manera responsable las agresiones sexuales sin responsabilizar a la víctima “por andar provocando”.