Fernando Cilloniz Benavides, declaró a la prensa que no debería existir el salario mínimo. En respuesta, especialistas manifiestan que la agroexportación es un sector que esta en perfecta capacidad de pagar el salario mínimo y bastante más. Además, señalan que ese sector no necesita seguir teniendo privilegios tributarios, mientras sus trabajadores laboran en precariedad.

Por Jair Sarmiento

«No debe haber salario mínimo, en ninguna parte, uno paga lo que el mercado genera, yo sé que suena feo, suena crudo, pero así es la vida», dijo hace unos días a un medio local el empresario agrario y exgobernador regional de Ica, Fernando Cilloniz Benavides.

Las declaraciones del empresario generarón una ola de indignación en el Perú, un país en el que tenemos uno de los salarios mínimos más bajos de la región, de acuerdo a los datos de Statista y Bloomberg, monto que no alcanza ni para cubrir la canasta básica familiar.

Fernando Cilloniz es uno de los once hijos de los hacendados Ángela Benavides de la Quintana y Augusto Félix Cillóniz Garfias. La madre de los Cilloniz, según un artículo de la revista Cosas, habría realizado una serie de maniobras para que durante la reforma agraria del expresidente Juan Velasco Alvarado no le expropien las 100 hectáreas que comprenden su casa hacienda San José en Chincha.

Sobre sus negocios, según los registros de Sunarp, Cilloniz fue parte del directorio de Turismo San José, la razón social de dicha casa hacienda. Actualmente es director de las empresas agrícolas Tambo Colorado, Agroinca PPX, y Agrisil. Por esa razón, la familia Cilloniz defendería los privilegios de este sector.

Al respecto, en entrevista con un programa del portal Epicentro, el exviceministro Fernando Cuadros manifestó: «Pareciere que hemos vuelto al siglo XIX, es decir, si el mercado dice que debemos pagarle al trabajador S/ 50 al mes, pues le pagamos S/ 50 al mes y que pena, pero así no son las cosas. El señor se ha olvidado de todo el desarrollo del siglo XX, del desarrollo de la regulación laboral, etc».

Asimismo, Cuadros señaló que en 20 años, la productividad de los trabajadores de la agroexportación creció 50% más que su salario.

La situación actual de los trabajadores agrarios es precaria, a pesar del crecimiento sostenido del 1000% en el rubro agrario moderno y los privilegios que han tenido durante dos décadas, los cuales fueron refrenados en el 2020 al implementarse una nueva Ley Agraria que incluyó mejores condiciones laborales para los empleados de la agroexportación. A pesar de ello, el actual Congreso y el Ejecutivo vienen cometiendo retrocesos a esta ley a través de menos aporte a Essalud (de 9% a 6%) y una tasa de impuesto a la renta de solo 15%, la mitad del 30% que pagan todas las empresas en general.

En el sector de la agroexportación, según Cuadros, 9 de cada 10 trabajadores son temporales, es decir, no tienen estabilidad en su puesto de trabajo a pesar de que un tercio de la empleo agrícola formal moderno es estacional, y dos tercios es permanente, que está todo el año. Se les va rotando y eso limita el ejercicio de otros derechos laborales, como no poder formar un sindicato o no poder realizar una negociación colectiva.

Cuadros finaliza señalando que que la agroexportación es un sector que esta en perfecta capacidad de pagar el salario mínimo y bastante más. «Es un segmento en el cual predomina la gran empresa, del 100% de trabajadores agrícolas modernos, el 90% forma parte de grandes empresas. De hecho, el 40% del empleo de este sector se concentra en unas 15 empresas aproximadamente, por ende no necesitan privilegios».

En otra entrevista, el economista e investigador de GRADE, Eduardo Zegarra, en los últimos años se ha consentido al sector agroexportador a gran escala a través de beneficios tributarios, tierras y agua pa costos muy bajos y se han firmado tratados de libre comercio que los benefician, mientras que el otro gran sector de la mediana y pequeña agricultura, llamada agricultura familiar, está abandonada.

Zegarra también coincidió en que se somete a los trabajadores agrícolas a un régimen sin derechos fundamentales.

Zegarra también incidió que la agroexportación no ha reducido la pobreza en las zonas donde tiene presencia ni entre los trabajadores agrícolas ya que muchas veces sus ingresos finales no superan la línea de pobreza. 

“Tampoco hemos visto que en esas provincias donde hay agroexportación la pobreza haya caído más que en otras provincias donde no hay agroexportación, incluso en la propia costa…al parecer la reducción de pobreza en el Perú ha estado ligada al crecimiento general de la economía. En otras palabras, todas las provincias han tenido reducciones similares en el tiempo y la agroindustria no debería estar asignándose una reducción de pobreza más allá del modelo general”, explicó.